Friday, April 20, 2012


NOVILLERO CON PRISAS
            Primeras figuras de la novilleria han existido siempre: Novilleros, con ese aire de airada revolución y garra, alentados por el fuego admirable de todas las jóvenes guardias. De aquel ramillete de novilleros fuertes, punteros, rodados, de oficio madurado para doctorarse y dar replica a los engolados diestros del momento... de aquellos digo, en mi opinión, no son muchos.
Uno de los problemas de todas las profesiones - y la taurina lo es - consiste en la preparación de nuevas personalidades que ocupen puestos vacantes; por retiro, fracaso o enriquecimiento en el lapso breve de un puñado de años. Este hecho, es más acuciante en la vida taurina, que imprime una dinámica más profunda a su escalafón, que profesion otra alguna. Ahora bien; cada vez se pone más difícil el pasar con dignidad y experiencia a la alternativa. Por un lado, el paso de (digamos escuela) a novillero con caballos se encuentra obstruido. De otro lado, hay que salir pronto de las filas novilleriles, aunque sea sin curtir y, a medio hacer.
Se palpa, en el escalafón novilleril, cierta "anemia", que nos coloca ante los ojos, una visión de novilleria enfermiza, no tanto en la calidad artística de varios representantes, dignos de tener en cuenta, sino en el exiguo numero de festejos, que le dedica el monopolio de las plazas importantes. No solo, no hay menos festejos en esa  categoría, sino que paradójicamente se tienen que enfrentar en no pocas ocasiones, a toros de más peso y edad que las figuras. Es, muy frecuente oír a los novilleros que van a tomar la alternativa, la frase de.”Ahora torearé más cómodo”. Lo cierto, es que cada vez es más dificil que un nuevo nombre se asome a los ruedos,  y, el tema resulta doloroso, cuando se trata de una profesión que exige una base de esperanza y juventud, un riesgo constante de las nuevas sabias, que tropiezan  con innumerables obstáculos, impidiendo la entrada a los ruedos a esas promesas, que deben dar continuidad a la fiesta.
            A, la decadencia de la novilleria andante; quizá haya que buscarle razones y explicaciones, en el crecimiento monstruoso de los planes económicos de la “tauromaquinación”, y, en el desorganizado y disperso sistema de alumbramiento de nuevos toreros, puesto que hoy la novillada "muere" como festejo capaz de sustentarse en unos razonables cimientos monetarios.
            Pero la "anemia" novilleril, que preveo aun más acentuada, es, cuando se anuncian las alternativas - a todo correr - de los jóvenes valores del escalafón Cansados sin duda la gran mayoría de mermar la cuenta corriente de sus mentores, apremian con legítimos intentos, de hallar nuevos caminos, de querer llegar cuanto antes, con ese impulso arrollador, para encontrar soluciones más justas. Y esto puede provocar el atropello, que a la postre perjudica más que beneficia.
                        Fermín González.- Comentarista onda cero radio –Salamanca-


MEDIA LAGARTIJERA

            Muchos matadores han llamado la atención por su arrojo y maestría con la espada, ¡ay la suerte suprema! Hoy las faenas preciosistas son premiadas, aunque estas sean rematadas con deleznables y feísimos estilos a la hora de dar muerte a los toros. Y además estos matadores cuentan con la complicidad de públicos indulgentes, que se han olvidado de lo importante que es, la suerte final
            La suerte de matar: - la suerte suprema -, es la más arriesgada, partiendo de la base que, se ejecute a ley. Porque en otro caso, el torero, al amparo del truco y las facilidades, hace disminuir el riesgo. Y sin embargo, debe tener muy presente el torero que, el buen manejo de la espada es lo que da, prestigio, y sobre todo contratos
            A la mayoría de los espectadores, les interesa que el toro muera pronto, y por eso los toreros siguen el camino más fácil, el de menor exposición, que no es otro que, salirse de la suerte; es decir, no ejecutar la suerte. Lo corriente es que el torero entre mal a matar, y de ahí las estocadas defectuosas, son las denominadas perpendicular, delantera, pescuecera, atravesada, caída, bajonazo, chalequera y trasera entre alguna más. En cambio, estocada buena no hay más que una; aquella en la que el estoque está clavado en el hoyo de las agujas del bovino. Pero la mayoría del público se entusiasma cuando cae el toro fulminado. ¡Y vayan ustedes a explicarle que la estocada fue defectuosa, cuando no bochornosa!
            He leído que, un 2 de Mayo en Madrid, Juan Belmonte – completaba la terna con Joselito y Rafael el Gallo -. Belmonte sorprendió al cónclave, con una faena portentosa, de aquellas que se decía: “así no se puede torear”. Pero al parecer el Trianero, metió una estocada baja. Un ciento de espectadores se tiro al ruedo, y cogieron en volandas al torero, que llevaba en la mano una oreja del toro. Pues bien, por esa oreja armo la crítica una marimorena, al sostener, que no se debió conceder, el presidente del festejo hubo de hacer publica una carta, para hacer constar que él no había otorgado el apéndice, porque Belmonte había matado de estocada baja. Hoy los presidentes, tendrían que montar una secretaria para despachar cartas explicativas del porqué se conceden orejas a los muchos  toreros que matan mal; en ocasiones rematadamente mal. ¡O no es así!

                        Fermín González comentarista onda cero radio- Salamanca-.

Tuesday, April 10, 2012




EXALTACIÓN DEL TOREO
No creo en la decadencia del toreo, del verdadero toreo, se entiende. Es decir, de la que debe ser manera de torear, aparte de la personalidad de cada diestro. Un buen torero de hoy, no desmerece en el recuerdo de un buen torero de ayer, si responde a lo que debe ser la lidia de un toro, salvando, claro esta sus valores individuales, que son realmente los que destacan y singularizan al hombre como cultivador del arte bien expresado y realizado. Evidentemente, si las condiciones de los toros han variado hoy, no desmerecen por ello quienes realizan el toreo con honradez, riesgo, conocimiento y oficio. Esto resulta tan digno y meritorio como lo era ayer.
El toreo, posee una belleza plástica e iluminada. Vive y se refleja en el espectador, como un horizonte lleno de relieves y luminosidad, que proyecta un raro juego de emociones, de peligros, habilidades y gestos. Y tal conjunto, arriesgado y garboso, es lo que levanta él animo en él publico, y lo dispone también, a modo de un arco de sensaciones y apasionamiento. ¿Cómo no han de tener las suertes del toreo un hermoso corte de arte, si son el resultado de una evolución tamizada por el arrojo, la individualidad y la inspiración?. Cuando las suertes se ejecutan de verdad, puede haber belleza en la suerte de varas, cuando resplandece airosa la verónica, el farol, la larga, el juego de las banderillas, en cualquier forma puede esculpirse en la muleta; si el matar recibiendo requiere buena ejecución, no la pide inferior el volapie. Tal integración de las suertes, es la sinfonía que singulariza el arte de torear.
Es explicable, aquella fiebre partidista que, hasta no hace muchos lustros, tuvieron las corridas de toros. Hoy, la depuración estilista, el afinamiento de las actitudes toreras, ha restado fuego a la llama espectadora, ha remitido su entusiasmo y sofocado la emoción. Dando paso a la repercusión que actualmente se vive en la Fiesta. Sin embargo, la belleza peculiar del toreo, tiene propio y definido rasgo y sus formas se rubrican singularizando la variedad de las facetas, sin erradicar la estética y la personalidad poderosa de las partes que la componen. Y esto pasa afortunadamente, ayer y hoy. De vez en cuando – claro-.

Fermín González- comentarista onda cero radio- Salamanca