ESTILO Y PERSONALIDAD
ESTILO Y PERSONALIDAD
-Lo que hace triunfar determina una
escuela-. En arte ha ocurrido siempre así, un estilo si gana los mejores
laureles tendrá seguidores. La imitación es un noble estimulo, a veces
engañoso, pues tiene más de espejismo que de realidad. En el toreo lo fundamental
es la personalidad, pero torear es arte y el torero no escapa, o no puede
desprenderse de inclinarse a unas emulaciones, aún con el lícito deseo de
subir, de llegar, de ganar, sin embargo, el resultado para la Fiesta y público
puede ser negativo.
Se ha llegado a uniformar tanto el estilo
de torear que habría que hablar de la forma de antes, la de ahora y la que
puede llegar. Es muy natural que las épocas marquen formas y estas discurran
por diversos derroteros, pero siempre conservando esa variedad, que es la que
cimenta los prestigios personales. En la actualidad se torea casi igual por
todos o “casi todos”, (excepciones hay evidentemente), y ello me parece perjudicial, porque se
anulan los contrastes. Podemos ver series de muletazos con mayor o mejor
soltura, habilidad, garbo etcétera, pero con una orientación semejante en las
faenas, y esto choca con la esencial belleza e interés que pueden ofrecer.
Este camino de la uniformidad, podemos
llamarla- patrón único para lo negativo- sinceramente, ¿que estilos hay ahora?
Muchos toreros no alcanzaron fama con capote y muleta, llamaban la atención de
los públicos por su arrojo y maestría con la espada… ¡Ay la suerte suprema! Se
ha ido perdiendo el sentido de las cosas. Se premian faenas preciosistas, pero
que se rematan con deleznables pinchazos, bajonazos, feísimos estilos a la hora
de acometer con la espada. Públicos indulgentes se olvidan de lo importante de
la suerte final.
Se tiene prisa por ser rico, afamado,
reconocido llegar a lo alto en el menor tiempo posible, sin tener en cuenta,
que esto viene dado por añadidura, cuando se logra crear, realizar, concebir y
forjar la gracia y el encanto, lo importante de un torero es la diversidad, su
estilo y por ende, su personalidad. Un torero puede ser limitado, sobrio, corto
pero tener un modo peculiar en las ejecuciones, en agilidad y dominio que le
singularicen. Otro puede tener destellos de genialidad lleno de improvisación,
puede ser medroso o impávido con riqueza de recursos y maestría que le permita
intentarlo todo, inimitable en algunas suertes compensando otras deficiencias…
¡y, como no!, quien puede ofrecer majestuoso, llevar toreadas todas las reses
en todas las suertes, además de bravo y certero con la espada. Todo esto que
sugestiona a los públicos, es lo que suscitan el gran interés. Toreros de
diversos estilos y personalidades, es el detalle de todo un mosaico de formas y
matices.
Pero todo esto; y sin pretensión de tener razón, simplemente
como aficionado, desgraciadamente, hoy la corrida se desenvuelve, en unos cánones
que varían muy poco, la faena igual, la actitud uniforme y la suerte que
cierra, un lamento de deformación. Hemos llegado al simple convencimiento, de ver torear bien, que
el publico no se enfrié, no se desvié más de lo que esta, y esto pueda
representar un peligro importante.
Fermín
González- comentarista onda cero radio- Salamanca-