Tuesday, November 11, 2008


APODERADOS

Poco o nada, le importa al público el nombre que apodere y dirija la carrera de un torero. Al público en definitiva “le trae al fresco”, que las exigencias para alternar en cualquier cartel venga directamente del diestro o del apoderado. Pero, la cosa comienza a tomar cartas de naturaleza, y, cuando el público quiere que, algún torero este en sus feria, y no se anuncia en sus carteles, comienza a preguntarse el ¿porqué? Y, la única razón a la que se alude, con la que se cierra la polémica es la sentencia ¡no ha habido acuerdo con la empresa! Luego, unos y otros defenderán sus argumentos más o menos simples,- casi todos se refieren al estipendio, o exigencias de los dineros a cobrar -. Lo cierto es que el público “pagano” se queda sin ver el cartel que demanda.
Ya se sabe; que la figura del apoderado, tan traída y llevada, en nuestros días, como si fuese de ahora; tiene una existencia bastante más remota y siempre influyo en los asuntos taurinos a tenor de la importancia del diestro que apoderaba. En otro aspecto de la cuestión, el que sean los que hacen y deshacen, es bastante discutible como lo prueba la frecuencia con que se producen “separaciones”, por muy de mutuo acuerdo y amistosas que sean sus relaciones. Es decir que si un torero, continua años y años con el mismo apoderado será, por su conveniencia, por estar plenamente de acuerdo con él, sin perjuicio de que surjan diferencias y discusiones como suele ocurrir en todos los casos de asociación o mera convivencia, que se superan en aras de más altos intereses de las partes. Luego esta el capitulo, estos toros quiero, estos no, en mi cartel han de estar estos o aquellos, y así sucesivamente. Quizá esto sea un mal pero no es de ahora, sino de siempre. Tan solo que de unos años a esta parte, los unos y los otros, se aguantan poco, y no es de extrañar que, cualquier tarde de toros, uno de los apoderados, halla llevado los destinos de la terna actuante. Claro que, como el “divorcio” fue de mutuo acuerdo y amistosamente, pues todos tan felices.”Lo que hay que ver”.

Fermín González.-

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