HISTORIAS DE TOROS EN PAMPLONA
AL HILO DE LAS TABLAS
TOROS CON HISTORIA –PAMPLONA-
Como cada año fiel a su cita; un chupinazo (cohete) lanzado
desde el balcón del Ayuntamiento,
pamplonés, nos anuncia que un nuevo San Fermín
va a comenzar. Son unas fiestas, que, a pesar de muchos, están identificadas en
todo el mundo, teniendo como máximo exponente el encierro de los toros que se
lidiaran por la tarde en la plaza. El encierro constituye para los aquí nacidos
su santo y seña, su divisa el colorido de blanco y pañuelo rojo al cuello.
Pamplona es una ciudad muy acogedora, muy hospitalaria, donde nadie se siente
desplazado, son siete días donde la calle, es la casa común de todos, el comer,
beber, danzar y correr los toros forman un todo, donde el aguante, el pulso,
adrenalina y valor son el tributo
a pagar en esta ciudad de Pamplona, que tiene también con el toro su romance
desde tiempos inmemoriales, donde desde entonces, su Ayuntamiento y sus gentes
se identifican, servidor buceando, en la historia de la tauromaquia, encontró
que:
No debía hallarse muy bien de fondos la Ciudad de Pamplona en 1599, pues vemos que
el 21 de julio de ese año se reunieron en sesión extraordinaria sus graves y
sesudos regidores, para tomar en vista lo empeñada que se hallaba la Ciudad,
este importantísimo acuerdo. "Primeramente,
no haya de haber toros ni otro ningún género de fiestas en el discurso del año,
porque en esto se ahorrarían muchos centenares de ducados porque ha habido año,
que estas fiestas se han gastado pasados de 700 ducados". ; • Sin
embargo, no duró mucho el económico acuerdo de los celosos ediles, pues al año
siguiente, 1600, ya porque la Ciudad saliese de sus apuros pecuniarios, o
porque a pesar de ellos no podían los pamplonicas prescindir de su fiesta
favorita, ello es que el abanderado de San Fermín, encargado de la compra de
toros y contrata de toreadores, hizo venir para las corridas de ferias a cuatro
corredores de toros y un trompeta del Reino de Aragón. Se llamaban estos lidiadores, Diego de Armendáriz, Cristóbal de Oliveros,
Diego de Latorre, Miguel de Colato v Gabriel Castellanos, y eran vecinos de las
villas de Ambel, Torrella, Ta - razona, Los Fagos y Borja. De la actuación
de estos diestros nada nos dicen los papeles de aquella época; lo único que por
ellos hemos podido averiguar, es que los tres primeros sabían escribir, y no
mal, y que entre todos cobraron la fabulosa suma de 754 reales.
Los toreadores de
aquel entonces, acostumbraban formar cuadrillas de danzantes, y además de
correr los toros se comprometían a bailar el paloteado y danza de las espadas
en las procesiones y otros actos públicos. Y así consta, como un día de mayo
del año 1607, se presentó en el Ayuntamiento de Pamplona un vecino de la Ciudad
de Tarazona, llamado Llorente de San
Juan, y se ofreció a venir por fiestas de San Fermín al frente de una danza compuesta de ocho danzantes, un
gaitero y un bobo. Como Llórente,
era además de excelente bailarín, uno de los más afamados toreadores de su
época, se comprometió además a torear y capear los toros de la corrida de San
Fermín con cinco de sus compañeros, al igual como lo llevaba hecho en años
anteriores El señor Secretario de la Corporación Municipal, certificó, que
efectivamente, en el año 1604, Llórente de
San Juan juntamente con los toreadores del Reino de Aragón, Cristóbal de Oliveros, Diego Bretón,
Miguel de Colato y Diego de Armendáriz. habían toreado y llevado a cabo
lucidas v arriesgadas suertes a gran satisfacción y regocijo de la ciudad, de
sus vecinos y moradores. Por todo lo cual, se acordó contratar al suplicante v
consortes por la suma de 800 reales. . Además s de estos corredores de toros,
actuaron en dicho año estos otros voluntarios o ventureros. Fermín de Cortázar, de Pamplona. quien
consta "hizo muy buenas suertes en la corrida" por lo que se le
dieron 50 reales. Miguel Sánchez, vecino
de Borja: "hizo muchas suertes, de tal manera que holgaron todos de las suertes que hizo".
— A juzgar por lo que cobró, 24 reales, era inferior en m ritos al pamplonica Fermín. Joanes de Behunce, de Pamplona, "fiel criado de la ciudad",
salió espontáneamente a correr los toros "con ánimo, según él, de
regocijar la fiesta y dar gusto a vuesa Señoría, (el Ayuntamiento) poniendo a
riesgo y peligro su vida, haciendo muy buenas suertes". Vemos por la
libranza que el infeliz fué cogido, volteado y zarandeado, saliendo del
percance sano gracias a Dios y al señor San
Fermín, pero con los valones hechos pedazos. A su Señoría, no debieron de
parecer muy bien las suertes de su fiel criado, pues ordenó. "Se le den
seis reales, con que otra vez no salga a torear". Juan Iñíguez y Díaz de Baldoren, álias Candil, natural de Rincón de
Soto. Toreó muy bien y "sacó una invención de zancos nunca vistos",
cobrando por todas esas habilidades 50 reales. Este Candil, vino á torear a Pamplona, durante treinta años y más. Era
un tío genial, que no contento con realizar vistosas suertes, en los
intermedios de la lidia se ponía los zancos, bailaba originales danzas,
saltaba, volteaba, disparaba cohetes y como si todo esto aún fuera poco, proporcionó
al respetable público de 1632, las fuertes emociones de una aparatosa cogida,
cuya curación costó al Ayuntamiento, diez ducados. Por estos y otros datos que
voy recogiendo, vemos que es un poco aventurada la afirmación de aquellos
historiadores taurinos que sostienen, que toreros de a pie, propiamente dichos,
no existieron hasta ya entrado el siglo XVIII. Pues ya lo ven esto tiene el
marchamo de las historias de toros en esta ciudad, de vitalismo y jolgorio
inusitado, donde se abre paso el toro.
Recopilación de las viejas revistas de tauromaquia-
adaptación de Fermín González- para
Salamancartvaldia.es (Blog taurinerias)
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