Wednesday, July 29, 2009

SINCERA ATRACCIÓN

En los tendidos de las plazas de toros, se sientan a mayores de una porción minoritaria de aficionados, otros muchos espectadores ven la corrida, con ojos inseguros, con esa ternura de niños que tienen los hombres. Hay muchas maneras de admirar y hasta de sentir afición por el arte taurino. No todo es saber de toros, ni estar al tanto de la brillante terminología con que los eruditos en la materia de la lidia designan cada uno de los movimientos que toro y torero ejercitan sobre el ruedo. La ligereza de un arte atrevido, la inteligencia y el valor de un hombre se combinan perfectamente sobre la dorada arena de la plaza, con la fuerza bruta y el instinto poderoso de la bestia, para que brote el aplauso y el grito de emoción del profano en tauromaquia. Son muchos los espectadores y públicos eventuales, los que confiesan no entender de toros y sin embargo, les gustan. Es el conjunto humano y su estampa lo que les atrae del espectáculo taurino; un hombre joven que vestido de luces juega con la muerte ante una fiera brava. El relumbrar de su indumentaria, la fama, el valor, la juventud, todo en él son motivos poderosos de atracción. Cuanto se desarrolla en ruedo tiene para el aficionado menos avezado, una portentosa sugestión, si el toro y el matador son valientes, puede el interés sentido por una corrida llegar a convertirse en frenesí y entusiasmo. Es este noble espectador, que se obliga con franqueza a reconocer que no entiende de toros, que no distingue el pase natural de otro cualquiera, porque todos le parecen naturales. Es ese aficionado fiel, símbolo de este espectáculo que se acopla en el tendido, dando colorido a cuanto requiere una corrida de toros.
Otro gran porcentaje, que siempre ocupo asiento han sido espectadores extranjeros – o turistas -, y que desde hace muchos años los toros han sido objeto para estos de una especial curiosidad atraídos sin duda alguna, por una confusa idea de lo que la Fiesta representa, y donde no pocos la consideraban incivilizada y también salvaje. Para otros visitantes, unirse a este espectáculo, a supuesto vivir emotivas y sugerentes sensaciones, y su descubrimiento ha sido por el colorido, el ambiente, el juego bellísimo, y las sugestivas arrogancias, donde la inteligencia del hombre va poco a poco venciendo la fuerza del astado, hasta dominarlo por completo y morir a sus pies de una estocada bravamente puesta. Son los públicos, de ese mestizaje especial que se mezcla con la minoritaria afición – Y muy necesarios -.

Fermín González- comentarista de onda cero radio-

1 Comments:

Blogger PEÑA TAURINA EL VOLAPIE said...

Cuanta razón. Yo como muchos soy aficionado de los que quisieran saber más, de los que escuchan en vez de hablar, de los que prefieren silencio a jolgorio en el tendido. Y siempre me parece poca la sabiduría que poco a poco me impregna como seguidor de este arte. Con todo, lo mas cierto es que yo siento los toros como el vino, que puede no ser el más caro del mundo y ser el que a mí me gusta, y por tanto los toros...como a mí me gustan.Como a cada uno le gusten.

Tomás Gª de Alcaráz Mtnez.
www.elvolapie.blogspot.com

11:58 AM  

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