Sunday, October 11, 2009

Hace como dos siglos que la palabra trapío se incorporo al vocabulario taurino. El vocablo ha sufrido algunas variaciones desde las viejas tauromaquias de Francisco Montes (Paquiro) o Sánchez de Neira hasta los diccionarios y enciclopedias de hoy. Los primitivos incorporaban algún termino que hoy en día no se corresponde con la realidad, como son la nobleza, gallardía, cobardía, codicia etcétera. Esto son condiciones que bien podremos observar durante la lidia. Sin embargo se dice, que el buen trapío ha de tener el tipo característico de los de su variedad y se añade, pelo reluciente, sentado, fino, articulaciones pronunciadas y móviles, pezuñas pequeñas, cortas redondas, cornamenta bien formada, cola larga, ojos negros y vivos, orejas vellosas y móviles, buen morrillo. Conclusión un buen trapío que diferencia un toro fino de uno basto. El trapío en definitiva expresa todo un conjunto de características externas, bonita lamina y fina estampa dicen algunos autores.
El trapío no es algo que pueda medirse ni pesarse, sino el aspecto de seriedad que demuestra con su presencia y que el “buen aficionado sabe apreciar perfectamente” cuando observa de forma apreciable al animal. Estas cualidades que distinguen al toro fino del basto, son aquellas que impresionan nuestra retina y nos produce la emoción de lo bello o armónico y, nos lleva a determinar, que aquello es lo que nosotros esperamos ver como expresión primera de lo que es un toro bravo. Pero, cualquiera de estas cualidades y definiciones, no encierran objetividad, más bien el termino trapío es un concepto ambiguo y subjetivo que recomienda cierta prudencia y cautela en su reflexión, por la sencilla razón, y como ocurre con otras cosas, que aquello que puede impresionar – la esbeltez, el porte exterior y lo armónico – para unos, puede muy bien no ser atractivo o cautivar a otros. Tanto es así que profesionales, veedores, apoderados o ganaderos tienen una forma particular de ver, según sea el interes mercantil que defienda, poniendo el trapío en “solfa” ante la dificultad y criterios ante el concepto del vocablo. Como puede deducirse todas estas valoraciones son las que efectuamos de inmediato y según nuestros gustos, idea o exageración que nosotros tenemos formado como primera evaluación del toro. Hay sin embargo animales, que ponen a todo el mundo de acuerdo, su presencia en la plaza pone una exclamación entre los asistentes, la belleza rotunda, la seriedad, su trote alegre, su lamina, sus movimientos y ese orgullo y altivez de la mirada, esperando la llamada y provocación de su embestida, tiene ya un significado importante en esta apreciación, para el aficionado más curtido, otros en cambio desconocen el vocablo, pero son los que más y peor discuten.-

Fermín González comentarista onda cero radio Salamanca

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