Friday, April 20, 2012


MEDIA LAGARTIJERA

            Muchos matadores han llamado la atención por su arrojo y maestría con la espada, ¡ay la suerte suprema! Hoy las faenas preciosistas son premiadas, aunque estas sean rematadas con deleznables y feísimos estilos a la hora de dar muerte a los toros. Y además estos matadores cuentan con la complicidad de públicos indulgentes, que se han olvidado de lo importante que es, la suerte final
            La suerte de matar: - la suerte suprema -, es la más arriesgada, partiendo de la base que, se ejecute a ley. Porque en otro caso, el torero, al amparo del truco y las facilidades, hace disminuir el riesgo. Y sin embargo, debe tener muy presente el torero que, el buen manejo de la espada es lo que da, prestigio, y sobre todo contratos
            A la mayoría de los espectadores, les interesa que el toro muera pronto, y por eso los toreros siguen el camino más fácil, el de menor exposición, que no es otro que, salirse de la suerte; es decir, no ejecutar la suerte. Lo corriente es que el torero entre mal a matar, y de ahí las estocadas defectuosas, son las denominadas perpendicular, delantera, pescuecera, atravesada, caída, bajonazo, chalequera y trasera entre alguna más. En cambio, estocada buena no hay más que una; aquella en la que el estoque está clavado en el hoyo de las agujas del bovino. Pero la mayoría del público se entusiasma cuando cae el toro fulminado. ¡Y vayan ustedes a explicarle que la estocada fue defectuosa, cuando no bochornosa!
            He leído que, un 2 de Mayo en Madrid, Juan Belmonte – completaba la terna con Joselito y Rafael el Gallo -. Belmonte sorprendió al cónclave, con una faena portentosa, de aquellas que se decía: “así no se puede torear”. Pero al parecer el Trianero, metió una estocada baja. Un ciento de espectadores se tiro al ruedo, y cogieron en volandas al torero, que llevaba en la mano una oreja del toro. Pues bien, por esa oreja armo la crítica una marimorena, al sostener, que no se debió conceder, el presidente del festejo hubo de hacer publica una carta, para hacer constar que él no había otorgado el apéndice, porque Belmonte había matado de estocada baja. Hoy los presidentes, tendrían que montar una secretaria para despachar cartas explicativas del porqué se conceden orejas a los muchos  toreros que matan mal; en ocasiones rematadamente mal. ¡O no es así!

                        Fermín González comentarista onda cero radio- Salamanca-.

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