FEDERICO GARCÍA LORCA ¡PRESENTE!
ENTRE PUENTES
FEDERICO GARCIA LORCA ¡PRESENTE!
Van a cumplirse ochenta años,
de uno de los sucesos más vergonzosos de la historia de España: el asesinato
del poeta Federico García Lorca.
Lorca fue fusilado en el barranco de Viznar (Granada) la madrugada del 18 de
Agosto de 1936 junto a un maestro Dióscoro
Galindo González y dos
banderilleros Francisco Galadí Melgar alias (El Colores) y Joaquín Arcollas Cabezas- alias (Magarza). Según el historiador Ian Gibson, infatigable buscador de las
huellas de Lorca, parece ser que el hombre, el “verdugo” del poeta granadino
fue Ramón Ruiz Alonso, que es
improbable que logre un hueco en la posteridad. Pero existe un rincón dentro de
la crónica negra de la humanidad que estigmatiza a todos aquellos que
tropezaron alguna vez con la nobleza o la excelencia y la aniquilaron. Sobre el final de Ruiz Alonso poco se sabe. Se diluyo cual
fantasma. Con la llegada de la transición, los periodistas empezaban a agobiarle
con preguntas. Puso tierra de por medio y decidió irse a EE UU. “Allí vivía su
otra hija, Mari Juli, casada con un
americano”, según asegura Gibson. Parece que murió hacia 1977. Sólo su familia
sabe dónde está enterrado. Casado con Magdalena
Penella Silva, resulta cuanto menos paradójico, que sus otras tres hijas,
fueran actrices de cine y teatro, que todos conocen, con los nombres de Emma Penella, Elisa
Montes y Terele Pavez, fue
siempre para estas traumático abordar el tema.
Gibson de origen irlandés y español desde 1984,- como digo, el
biógrafo de Lorca más importante-, escribió un libro de investigación,
titulado: El hombre que detuvo a García Lorca.
Ramón Ruiz Alonso y la muerte del poeta (publicación-Aguilar) hubo otros
muchos libros, pero parece ser que con este, el crítico literario, historiador,
investigador meticuloso y cronista da por terminado la búsqueda de la figura
del poeta, del que por cierto no se sabe el lugar exacto donde se halla enterrado,
un camino que comenzó trazando Gerald
Brenan, en su peregrinación hasta el lugar de la ejecución. Después de una
primera infructuosa búsqueda, la familia de Lorca, no quiere exhumar los
restos, se ha respetado su voluntad., y nada más se puede hacer ya para aclarar
las cosas. Pero siempre habrá algo en la que todos estaremos de acuerdo, que
Federico García Lorca, sigue vivo entre nosotros: Lorca se convirtió en un
mártir Universal.
Será difícil; imposible
diría yo, que aparezca otro ser humano que deje una huella y una obra tan
universal, tan viva de sentimientos y, tan llena de emociones como este
andaluz, que ahora se cumplirán el ochenta aniversario de su desaparición (1898
– 1936) – ya saben ustedes de qué manera -. La obra de este poeta impar ha de quedar
incluida para siempre en la historia de la literatura española, como una de las
más fuertes y originales. García Lorca supo cómo nadie trasvasar al verso su enorme personalidad.
Mi buen amigo: el profesor, poeta y escritor José Manuel
Regalado, me dijo en cierta ocasión cuando servidor reportaba en el
desaparecido ADELANTO – no veras muchas
veces publicada poesía en los periódicos-, tampoco en la sección taurina, y,
eso que antaño, los revisteros, escribidores y críticos, también de lo taurino era muy común que, las poesías cortas, epigramas, o anécdotas,
figurasen en ameno tono trovador, y las
mismas, se incluyeran en sus crónicas, críticas
y comentarios. ¡No la escribiré, por el
momento, que nunca se sabe!; sin embargo, con motivo de este “ramalazo”
cultural del que siempre hemos hecho
gala en esta ciudad, se me antoja recordar al poeta y escritor Federico García Lorca en este aniversario
octogenario de su muerte.
Su poesía, que comienza y
termina en él mismo es tan humanamente suya, que rechaza toda suerte de
discípulo. Su libro más celebrado Romancero
Gitano (1928) con un número insospechado de ediciones, ha sido traducido a
todos los idiomas cultos. Nuestro poeta fue un oportunísimo y gran dramaturgo
que, vino a renovar la muy rutinaria escena española. No sabemos hasta donde
podría haber llegado García Lorca en el teatro de no habérsele cruzado tan
pronto la muerte en su camino, pero si podemos asegurar que, Yerma y la Casa de Bernarda Alba, han sido consideradas como hitos del teatro
contemporáneo.
En su verso, diremos que el Llanto por Ignacio Sánchez Mejías, publicado en 1935, sea quizá su
obra cumbre, donde se agudiza y sedimenta en el poeta, esa gran obsesión que
como un escalofrío vaticinador recorre y traspasa toda su poesía; la muerte. Es
en este poema donde encontramos al mejor Federico. Cuando, al igual que en el
mundo del toro, todos hacen extravagancias con ánimo de ser originales, llega
aquel que demuestra; y dice: “nada resulta más original que mostrarse
uno sinceramente como es”. Volviendo a su verso, en la última parte del
Llanto, la más triste, donde el poeta reconoce resignado el poder avasallador
de la muerte, para la que no encuentra bajo ningún concepto solución alguna.
A mi juicio, (seguramente por su desprendimiento taurino)
Son en esos versos donde matiza su
verdadero centro andaluz y universal. Lorca acierta plenamente, con este poema
que ha traspasado las paredes de todas las Universidades del mundo para bien de
nuestra personalidad, nuestra identidad y nuestra literatura, el mismo fue editado por la colección “Cruz y Raya” e
ilustrado por el entonces jovencísimo pintor José Caballero. Se
divide el “Llanto” en cuatro partes: La cogida y la muerte, La sangre
derramada, Cuerpo Presente y Alma ausente. Siempre que se habla de Lorca, es corriente aplicarle a él, el
vivo sentimiento de vivir sobre un suelo nutrido de muertos que pueden cobrar
voz. Y en esta elegía se desborda su grandeza.
Cada cierto tiempo, recordar
a Lorca, va convirtiéndose en costumbre, en tópico – no importa-, su huella y
esos versos dedicados a la muerte de su amigo torero, se une a la obra imborrable para todas las generaciones.
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