CRITICOS: SUMISOS O INCONFORMISTAS
AL HILO DE LAS TABLAS
CRITICOS: SUMISOS O INCONFORMISTAS
Ser
critico de cualquier materia o especialidad, es tarea ingrata para todo aquel
que ejerce como tal. Y, puede serlo aun más, cuando se trate de temas taurinos.
Es
de recibo que; un critico que se precie, ha de tener aptitudes, experiencias,
conceptos, vivencias, cultura y preparación histórica etc., como cualidades
indispensables, para optar a relatar hechos, fundamentar opiniones, y esgrimir
los razonamientos y argumentos necesarios para hacerse entender. Pero, ha
de tener a gala, cualidades que le van a descubrir siempre; objetividad, e
imparcialidad, así como el ser consecuente, honesto y fiel a sus principios.
Porqué, suele ocurrir con frecuencia, que muchos comentaristas que ejercen la crítica
y publican reseñas, reportajes o entrevistas de lo acontecido en las corridas
de toros y su entorno, no reflejan objetivamente los hechos, puesto que, entre
otras cosas, se ven condicionados por los medios a los que representan, y otras
por el “amiguismo”, la amistad mal entendida o intereses mercantilistas y de
favor. Esto hace, que salvo los medios que pueden pagarse el lujo de la
independencia, muchos otros están sometidos a moverse bajo el influjo de la
demagogia y medias verdades, faltando así a una información seria, rigurosa y
veraz.
Una información, que no ensalce
desproporcionadamente los éxitos, ni disimule los fracasos.- No se trata
tampoco, de que él critico caiga en un denigramiento sistemático, con el cual
la fiesta seria la víctima.- Se puede, y, se está en derecho de exigir de la
critica, que mantenga sus formas vivas, que conserve su entusiasmo, que asuma
su misión y de con precesión elementos útiles, para una apreciación lo más
exacta posible; que evite perderse entre tecnicismos y tópicos estrafalarios,
fuente de muchas confusiones. Lo cual no
es edificante para la formación del aficionado, afición a la que se debe
llegar, reforzando su interés
, con los argumentos del comentarista o critico
reflexivo, libre y con criterio que demuestre a la vez, sus dosis de
conocimiento.
Hemos de tener en cuenta, que el
aficionado a los toros, quiere ver reflejado puntualmente tanto en los medios
de comunicación hablados, vistos y oídos lo ocurrido en el espectáculo.- Si la
inspiración del protagonista hizo vibrar y emocionar a la concurrencia, señalar
sus virtudes y defectos, respecto a su oponente, puntualizar sin coba aquello,
que con buen ojo critico retuvo de positivo o negativo.- No es licito, hacer
pasar por toros, utreros cebones, omitir él numero de varas, el modo de picar,
imputar al ganado la flojedad del torero aunque sea eventual, no matizar cuando
una faena se eleva por encima de lo normal, o no sale de la mediocridad,
justificar al matador sin suerte con el estoque, que ha fallado porque su valor
se ha derrumbado a la hora de la verdad y un sinfín de situaciones que a lo
largo del espectáculo se van desarrollando.-
Ante estas premisas, ciertamente
cuestionables, bien podemos decir que, de la prensa ordinaria, ha desaparecido
el romántico que se enfrenta al poder establecido. El espectáculo que hoy
ofrece la critica y el comentario taurino, no es precisamente atractivo y
estimulante. Es triste y es justo decirlo. Es triste porque – como digo -, se
advierte en no pocos relatos hablados y escritos una adulación partidista
(vamos que se les ve el plumero), y es justo, porque como mortales tienen a
bien codiciar bienes en todas sus variantes. De tal forma que, hoy el
aficionado puede llegar a pensar que el ejercicio de critico y comentarista, no
es necesario. Pero si reflexionamos, sentiríamos entonces que, a la fiesta, le
faltaría uno de sus ingredientes y componentes indispensables; el interlocutor,
que lleva a cabo la dialéctica necesaria para que el espectáculo sea un ente
vivo.
A mi modo de ver, el comentarista en
uno y otro medio, no debe sentar cátedra, sino orientar, ahondar en la obra
hecha y elegir criterios escogidos para comentar el cómo, el cuándo y el porqué
de las opciones propuestas por el espectáculo, y recomendar justificadamente su
visión a los lectores u oyentes. Lo que se transmite con conocimiento por medio
de la palabra, crea un estado de opinión. El comentarista puede equivocarse en
algún pasaje, incluso puede discrepar con un colega. Lo que no puede pretender,
es estar en posesión de la absoluta verdad, y con tal pretensión arremeter con
cuantos no piensan ni sienten como él. Lo cual es injusto y lamentable, creando
un panorama repelente, nada atractivo además de falso, que no beneficia a la
Fiesta.
Fermín González Salamancartvaldia.es blog taurinerías



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