Sunday, August 02, 2009

LOS UNOS Y LOS OTROS

El espectáculo, que hoy ofrece la crítica y el comentario taurino, no es precisamente atractivo y estimulante: Es triste y es justo decirlo. Es triste porque se advierte en no pocos relatos hablados y escritos una adulación partidista (vamos que se les ve el plumero) y es justo, porque como mortales tienen a bien codiciar bienes en todas sus variantes. De tal forma que, hoy el aficionado puede llegar a pensar que el ejercicio de critico y comentarista, no es necesario. Pero si reflexionamos, sentiríamos entonces, que a la fiesta le faltaría uno de sus ingredientes y componentes indispensables; [el interlocutor, que lleva a cabo la dialéctica necesaria para que el espectáculo sea un ente vivo], y dentro de ese mismo espectáculo, es donde el cronista, critico o comentarista, debe desplegar, con autoridad, seriedad y rigor sus conocimientos, sus argumentos y saber descubrir en este caso la corrida, a evaluar las imágenes de lo fundamental y hablarle al aficionado, del dilema eterno del toreo, entre los pitones y el publico. En definitiva del toreo verdadero.
A pesar de ello, hay quien sigue viendo al critico honesto, como a un individuo indeseable, exigente, que siembra la discordia de lo establecido y cuya cabeza debería “colgar del palo mayor”, sobremanera; si este critico no es el sumiso, y no se inclina a intereses particulares; o sea, aquel a quien no se le puede comprar de muy diversas formas y maneras.
Él critico, el comentarista en uno u otro medio, no debe sentar cátedra, sino orientar, ahondar en la obra hecha y elegir los criterios escogidos para comentar el como, el cuándo y él porque de las opciones propuestas por el espectáculo, y recomendar justificadamente su visión a los lectores u oyentes. Lo que se transmite con conocimiento por medio de la palabra, crea un estado de opinión. El comentarista puede equivocarse en algún pasaje, incluso, puede discrepar con un colega. Lo que no puede pretender es estar en posesión de la absoluta verdad y con tal pretensión arremeter (por el hecho de ser reconocido protagonista) con cuantos no piensan ni sienten como él. Lo cual es injusto y lamentable, creando un panorama repelente, de interesado amiguismo y peloteo, nada atractivo además de falso, que no beneficia a la Fiesta.


Fermín González- comentarista de onda cero radio- Salamanca-

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