Monday, March 29, 2010

CONOCIMIENTO CRÍTICO

Ser critico, de cualquier materia o especialidad, es tarea ingrata para todo aquel que ejerza como tal; y, puede serlo más aun cuando se trata de temas taurinos. Es de recibo que, un crítico que se precie, ha de tener aptitudes, experiencias, conceptos, vivencias, cultura y preparación histórica etcétera. Como cualidades indispensables para optar a relatar hechos, fundamentar opinión y argumentar situaciones. Pero ha de tener a gala, cualidades por las que se le va a descubrir siempre, objetividad, imparcialidad, ser consecuente y honesto. Porqué; suele ocurrir con mucha frecuencia, que la actitud de muchos comentaristas que ejercen la critica y reseñas de lo acontecido en las corridas de toros y su entorno, que no reflejan objetivamente los hechos, incluso, (los que se manifiestan con rotunda claridad, que no dan lugar a equívocos), puesto que entre otras cosas se ven condicionados por los medios a los que representan y otras causas de “amiguismo”, la amistad mal entendida, o intereses mercantilistas y de favor. Esto hace que salvo los medios que pueden pagarse el lujo de la independencia, muchos otros están sometidos a moverse bajo el influjo de la demagogia y medias verdades, a falta de una información seria, veraz y rigurosa.
Una información, que no ensalce desproporcionadamente los éxitos, ni disimule los fracasos, no se trata tampoco que el crítico caiga en un denigramiento sistemático, con lo cual la fiesta seria la víctima. Se puede y se esta en derecho de exigir de la critica, que mantenga sus formas vivas, que conserve su entusiasmo, que asuma su misión y de con precisión los elementos útiles para una apreciación lo más exacta posible; que evite perderse entre tópicos, y el confusionismo más estrafalario, lo cual no es edificante para la formación del aficionado. Afición a la que se debe llegar reforzando su interes con los argumentos del comentarista o critico libre y reflexivo, que demuestre a su vez una buena dosis de prudencia, afición y conocimiento. No es licito, imputar al ganado la flojedad del torero, aunque sea eventual, no matizar cuando una faena se eleva por encima de lo normal, o no sale de la mediocridad, justificar al matador sin suerte con la espada, que ha fallado porque su valor se ha derrumbado a la hora de la verdad etcétera, etcétera. Todo ello da la pobre impresión, de no discernir entre una tarde de toros y la vulgaridad más cómica.-


Fermín González- comentarista onda cero radio- Salamanca-

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