Monday, November 08, 2010

LAGARTO LAGARTO

LAGARTO LAGARTO
La superstición es hija de la flaqueza humana, una especie de enfermedad del espíritu. Es tan antigua como el hombre, o quizás tanto como el lenguaje mismo.
Hay personas, que dicen para nada ser supersticiosas, a pesar de creencias arraigadas que difícilmente se sustraen al influjo de estos vestigios. Pero lo cierto es que, todos dudamos un momento, incluso, nos espantamos ante lo desconocido, o bien nos ponemos a la defensiva cuando surgen los momentos angustiosos.
Los toreros como personas, y que además han de luchar y presentarse al juego de lo desconocido, no son ajenas a esta cultura de las flaquezas humanas, al rito litúrgico se le une la preocupación de tener que defender su nombre y su prestigio. Asusta pensar, que un hombre pueda sufrir tan perniciosas influencias, sobre todo si se tiene en cuenta el numero extraordinario de “Gafes” que de forma casual o deliberada, se pueden reunir cualquier tarde en un coso taurino. Así refleja la historia, y puede comprenderse que algunos coletudos a pesar de sus agallas, temblaran ante la posibilidad de un gafe, porque no es chico enemigo ese que, con su fluido maléfico pueda encenizar de golpe la vida y la hacienda de un torero entre los cuernos de un toro. Recurrir a una extraña colección de amuletos, talismanes y estampas con objeto de expulsar malos espíritus, así como otras precauciones en materia de los objetos que circulan alrededor de los matadores, son interpretaciones que para algunos decide la suerte de la tarde
Atribuíamos al gitano particularmente en cosas de toros la preocupación supersticiosa. Su raza prodiga en hechicerías, adivinaciones y artes mágicas, se nos ha presentado siempre como el depositario más firme de las supersticiones, nacidas sobre todo ante el enigma de la muerte y el espantable aparato de las fuerzas naturales desatadas. Sin embargo podemos comprobar que por el hecho de ser gitano no es patrimonio suyo la superstición, y, que todas las razas humanas conservan en los bajos instintos del espíritu estos sentimientos.
En el mundo taurino, y hablando de supersticiones son sobradamente conocidas las famosas espantas” del Gallo o Cagancho, superstición graciosa y gitana por las que se caracterizaron estos famosos toreros, (más de un revistero de la época dijo de estos diestros) ¡hasta para salir por pies tienen arte! También es cierto que tanto hoy como ayer, se le preguntaba a los toreros si son supersticiosos y estos contestaban con un – no, o, un sí, a medias, en cosas banales, sobre el color del traje, el pié al levantarse, o los tópicos del gato negro, la escalera, el día trece, etc., etc. Pero esta claro que la causa de la tragedia se deriva de las malas condiciones del toro, de la ruda presión del público y de la ciega temeridad del torero.
“Mala pata, dijo Maoliyo el Espartero cuando la berlina cascabelera que le llevaba a la plaza en la tarde del 27 de Mayo 1894, se cruzo con un entierro”. Y mala pata, se le oyó murmurar cuando salió por toriles el toro "Perdigón" de tan funesta memoria. ¡Presentimiento! ¡Quien sabe!. Espartero decía no ser supersticioso veinte minutos antes.
Fermín González- comentarista onda cero radio Salamanca

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