CAÑAS Y LANZAS- MADRID UNA FERIA DIFERENTE-
CAÑAS Y LANZAS, -MADRID- UNA FERIA DIFERENTE
Sin
duda que es diferente; no es una feria
de colorín, de casetas, de bullicio y de Real de la feria, -de eso nada-, tan
solo el 15 del mes de Mayo, y poco mas, se toca el organillo, se visten los
chulos y chulapas y, se baila el chotis en las plazas, el resto de un mes de
toros en las Ventas, son días ordinarios de trabajo para la mayoría de
aficionados que llenan autocares y metro para darse cita a las siete de la
tarde en la plaza. Y que terminando vuelven apresurados a sus casas, - de
mañana temprano sonara el reloj-.
Pero hay otras diferencias, por
el rango de la plaza. Madrid, sigue siendo el “barómetro”, el punto de luz que
clarifica el panorama taurino actual y establece con más precisión que otras
plazas de
En esta plaza aún se considera
que la fiesta gire en torno al toro, y todavía se oyen ovaciones por su trapío.
Y cuando sale el toro, al torero no le cabe más que “estar de verdad con él”,
sino quiere verse desbordado, avasallado incluso ridiculizado. Y, ese estar de
verdad, es ni más ni menos que, descifrar sobre la marcha los enigmas del
toreo, asumir según viene su circunstancia, e imponerse en cuestión de minutos
a su condición, cualquiera que sea, obrar el sortilegio por el que la mente
racional se impone a la irracional. Lo que más entusiasma al público venteño es
ver salir al toro de verdad, y lo que le enardece, es ver como el torero
termina imponiendo la verdad de su toreo haciendo valer un capote, una muleta
donde el dominio y la estética se den la mano.
Se exige en esta plaza, que el
torero respete la tauromaquia en todos sus aspectos, al público y así mismo,
que no decaiga su sentido de la responsabilidad. Se exige valor, autenticidad,
capacidad de sacrificio, belleza, generosidad y entrega. La balanza con que se
pesa en las Ventas, valora por igual la expresión plástica, la perfección técnica
y la armonía del conjunto, sin el olvido de la pureza de las suertes, por los extravíos
del esteticismo decadente, el barroquismo sin sustancia, y el drama sin
dignidad. De ahí que no despierten interés, quienes extraen su beneficio de la producción
masiva de pases sin importar su buena factura. Gracias a esta feria, a veces se
obra el milagro, y se presenta el toreo con la vergüenza de arte limpio, lejos
del mercadeo insensible que ahoga a los toreros, y les arranca la inspiración
para alumbrar belleza. Esta plaza revindica que el toreo es el arte de la verdad, y hacerlo proclama que
quienes al ejecutar el toreo mienten, no lo aman ni lo respetan, sino que lo
usan. En Madrid siempre se defendió la lidia que tenga tres tercios… Aunque de
unos años atrás, bien podemos decir que los resortes se ha relajado, y los
niveles de aficionados que otrora formaron la ultima barricada, para evitar
tanta “solfa”, van quedando menos, y sus asientos están siendo ocupados por
otros, que se mezclan entre los aplaudidores complacidos, por esas otras faenas
y lances de oropel. En detrimento de aquellas de sabor que aquí sabían a hazaña
humana y torera de ovaciones tempestuosas, ardientes y fervorosas que se
volcaron sobre los hombros vencidos de triunfo, de quienes han sabido ser
toreros. Sigo creyendo que, aun relajadas las exigencias. Sin las Ventas esto
seria ya un huerto sin dueño, y algo habría que inventar. O…No…
Fermín González salamancartvaldia.es blog taurinerias
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