NIÑOS TOREROS
NIÑOS TOREROS
A través de la historia de la
tauromaquia, siempre hemos sido testigos de la aparición en los ruedos de los
niños toreros, incluso, en algunas dinastías de toreros importantes, sus
retoños comenzaron desde temprana edad, a pasear sus nombres por los ruedos de
toda la Iberia taurina, entre los que también habría que subrayar una reñida
competencia, entre los nacidos en una u otra cuna de los Papas de la torería.
La llegada a los ruedos de varios
niños toreros, sobre todo de aquellos que han sido noticia reciente muchas
veces desde tierras americanas, México en mayor proporción, que parece ser
conmociono a muchos medios de comunicación, y que estos, con hipócritas
aspavientos se lanzaban a la “yugular de
En cualquier profesión
intelectual, artística, manual, deportivo etcétera, siempre han surgido más o
menos espaciadamente los llamados niños “prodigios”. La precocidad se
manifiesta como adelanto irrefrenable de una predisposición inherente para
determinada profesión. Los nombres de los niños (por edad), en cualquier
materia de las anunciadas, serian interminable. Pero, a modo de recuerdo citare
alguno de los más recientes, de los que hoy presumimos, y que se iniciaron de
muy corta edad en sus profesiones, tal son los casos de Nadal, Pedrosa, Alonso, el Juli, Roca Rey etcétera. Y, no quiero
entrar en otros portentos, de la pintura, la música u otras disciplinas culturales,
que hoy forman parte de la historia, y de las que disfrutamos plenamente hoy
mismo. Todos pueden servir de ejemplo, niños adelantados que se descubrieron a
esa edad temprana con unas cualidades extraordinarias, y una desmedida afición
y dedicación para llegar como bien se ha comprobado a lo máximo- (“es decir, el
hijo que todo el mundo quiere tener”)-. Sin embargo; existe la creencia popular-
(vivimos de tópicos) de que los niños no llegan a cuajar en lo que prometen. Se
dice que el niño prodigio hace en la infancia cosas de hombres; pero,
precisamente cuando pasa la pubertad, es cuando se trasforma en un hombre
vulgar, en esa dedicación para la que apuntaba excelentes cualidades en su
infancia. No dudo, de que posiblemente haya casos así. Pero esta totalmente
demostrado, que el niño que sobresale, llega, por supuesto, si se cultivan esos
valores cualitativos innatos a cimas verdaderamente insospechadas. Si nos
concretamos al aspecto meramente taurino, hemos de hacer importantes
consideraciones – ¡quizá no tantas ¡- respecto a otras especialidades en la que
se corre riesgo y peligro de la integridad física, y siempre se ha de contar
con esa importante salvedad. Lo cierto es que, siempre a través de los tiempos,
los niños toreros brotaron siempre en la historia de la tauromaquia, desde “Machaco” a este “Marco Pérez” aparecido
en todas las pantallas y portadas, fueron siempre el alma y la cantera
inagotable de esta Fiesta, no ha sido la edad freno, para ejercer la profesión
y para vestirse de luces a tan temprana edad. Seria innumerable la cantidad de
niños que comenzaron jugando al toro, también los que por dinastía, y
encontrando el sabio consejo del padre seguían sus pasos. Nunca comprendí a los
padres que trataron de imponer a sus hijos una profesión. Pero, en cambio se me
antoja más duro contrariar al niño que quiere seguir con rigor, y férrea
voluntad el destino de su afición. Aunque sea en esta zozobrante carrera de
lidiar toros. - Lo cierto es que la historia se repite, gracias a Dios. -
Fermín González. -
salamancartvaldia.es
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