EL ESPORTON
BUENA VARA
¿Porque los picadores van sin su vara en el paseíllo? Se me dirá, que otros avanzan también sin los rehiletes, sin la espada, tan solo con el inútil capote de lujo. Pero no es lo mismo… ¡Un picador sin el palo es una figura incompleta descabalada, falto de equilibrio semejante al funámbulo que cruza la maroma!... ¡Lo que confiere aire marchoso a la silueta del picador, es precisamente su pica!.- Los piqueros, que durante mucho tiempo figuraron en primer lugar de los carteles, como homenaje de caballeros que cabalgan por las arenas taurinas y romances del pasado -, van desprovistos de su arma ofensiva y defensiva, puede notarse que estos parecen inquietos, como avergonzados, agarrados solo a la rienda clavando espuelas en los ijares de sus pesados caballos, deseando terminar el ritual del paseíllo.
En el patio de caballos, yacen las picas, que previamente marcaron sus dueños con sus nombres, unos y otros prueban sus cabalgaduras, educándoles y conduciéndoles a avanzar y retroceder, porqué ser picador es torear a caballo dentro del estrecho límite que la corrida moderna deja a esa suerte. Puesto ya, en el palenque de la plaza, ha de apreciar la fuerza del adversario, su arrancada, su temperamento y codicia, sus tendencias particulares, a fin de picarlo correctamente. “Choca el cuerno del toro contra el hierro de la “mona”, a veces abierta la calzona, observamos el pedazo de armadura, lo cual, nos da la sensación de torneo medieval, campanea, resuena el estribo con estrépito, cual si fueran cantaros, de aquel antiguo repartidor de leche, vemos también como saltan dijones de lana del colchón del peto.” - Pero todo se apaga con la algarabía, porque el montado, excita las iras del publico, pues, se excede en el castigo, se pica trasero, se barrena, o se recarga en la suerte etcétera. Y esto mueve a soportar insultos feroces, terribles dicterios y aullidos contra su gesto y falta de pulso, que los picadores, ni siquiera oyen, como no sea, al terminar el tercio y recorrer el anillo para salir de la plaza. “Alguna ovación también hemos oído…Pocas claro…”
Fermín González
BUENA VARA
¿Porque los picadores van sin su vara en el paseíllo? Se me dirá, que otros avanzan también sin los rehiletes, sin la espada, tan solo con el inútil capote de lujo. Pero no es lo mismo… ¡Un picador sin el palo es una figura incompleta descabalada, falto de equilibrio semejante al funámbulo que cruza la maroma!... ¡Lo que confiere aire marchoso a la silueta del picador, es precisamente su pica!.- Los piqueros, que durante mucho tiempo figuraron en primer lugar de los carteles, como homenaje de caballeros que cabalgan por las arenas taurinas y romances del pasado -, van desprovistos de su arma ofensiva y defensiva, puede notarse que estos parecen inquietos, como avergonzados, agarrados solo a la rienda clavando espuelas en los ijares de sus pesados caballos, deseando terminar el ritual del paseíllo.
En el patio de caballos, yacen las picas, que previamente marcaron sus dueños con sus nombres, unos y otros prueban sus cabalgaduras, educándoles y conduciéndoles a avanzar y retroceder, porqué ser picador es torear a caballo dentro del estrecho límite que la corrida moderna deja a esa suerte. Puesto ya, en el palenque de la plaza, ha de apreciar la fuerza del adversario, su arrancada, su temperamento y codicia, sus tendencias particulares, a fin de picarlo correctamente. “Choca el cuerno del toro contra el hierro de la “mona”, a veces abierta la calzona, observamos el pedazo de armadura, lo cual, nos da la sensación de torneo medieval, campanea, resuena el estribo con estrépito, cual si fueran cantaros, de aquel antiguo repartidor de leche, vemos también como saltan dijones de lana del colchón del peto.” - Pero todo se apaga con la algarabía, porque el montado, excita las iras del publico, pues, se excede en el castigo, se pica trasero, se barrena, o se recarga en la suerte etcétera. Y esto mueve a soportar insultos feroces, terribles dicterios y aullidos contra su gesto y falta de pulso, que los picadores, ni siquiera oyen, como no sea, al terminar el tercio y recorrer el anillo para salir de la plaza. “Alguna ovación también hemos oído…Pocas claro…”
Fermín González
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