SANGRE DOMEQ
SANGRE DOMEQ
Son muy pocos, aquellos aficionados que acuden a las plazas
de toros y se preocupan de su procedencia, su encaste o dinastía ganadera: Poco
se imaginaba Pierre Lusteau, lo que iba a dejar detrás suyo cuando trasladó
hace más de una “centuria” su residencia de Francia a Jerez, para hacerse
bodeguero. Fue el origen de una dinastía-cuya generación (me pierdo en que
numero), viene desde por entonces pisando los ruedos de la Iberia taurina.
Los Domeq, ya desde la segunda generación, se dedicaron a la
cría del caballo. Fue Jose uno de los cinco hijos de Pierre, el primero en
adquirir una ganadería, que luego al parecer fue de Benítez Cubero. La de los
otros hijos, entre ellos Juan Pedro perduraron a través de sus descendientes y
hoy titulares de no menos de siete hierros. Además, otras muchas se han formado
a partir del encaste Domeq, por cierto que, la de Juan Pedro estuvo años sin ir
a San Isidro por considerarla comercial, sin embargo, si lo hacían otras
ganaderías con sangre de su procedencia. El titular del hierro argumentaba, que
sus reses, son las preferidas para formar ganaderías “porque sale un toro que
permite hacer faenas grandes a las grandes figuras”. Los Domeq revelan, que el
toro se moldea a gusto del ganadero: Hubo un tiempo en que el toro tenia exceso
de fiereza, que hacia muy difícil el toreo artístico, así de esta guisa,
alguien los bautizo como “toros artistas”- cuestión que a servidor le parece un
cursilada-.
La explicación del porque todos los toros se parecen ahora
es clara: más del 60%, de las ganaderías tienen sangre común, la de Domeq. El
porcentaje aumenta en la práctica, porque son los toros que más se venden. En
esta próxima feria de Sevilla a comenzar, comprueben el cartel, diez ganaderías
de catorce festejos incluido el rejoneo, son ganaderías o cruces de Domeq. Y en
la de Madrid, la mitad de los hierros también son de la misma procedencia.
Superados los dos siglos de existencia, el toro de lidia en
sus ganaderías, se distinguían unas de otras por el origen de sus razas. Los
cruces fueron seleccionando y multiplicando el toro, pero curiosamente, por
donde creció el árbol genealógico, resulto ser a través de las procedencias
menos encastadas.
Decía, él ganadero Juan Pedro, que el toro ha evolucionado
hasta donde el publico se decanto, y hubo que crear un toro apropiado para las
nuevas técnicas, aplicadas a faenas que tanto gustan, y continuaba diciendo el
insigne ganadero, que con la
manipulación genética del toro, la fiesta salga perdiendo. Todo lo contrario.
Si han desaparecido encastes determinados, es porque el espectáculo que daban
no interesaba. Los toros con nervio no venden, porque impiden – lo que los
modernos llaman “toreabilidad”. Un cartel con figuras y buen ganado llena
cualquier plaza; otros con genio y lidiadores, no. El público es el que manda
y, el torero interpreta las preferencias del público. A cambio se ha logrado
que todas las corridas, más aun, las que matan los “ases” de la torería se
parezcan porque apenas hay variedad. En el tercio de varas, ya no hay riesgo y
se sabe lo que va a pasar, el de quites
desaparecidos, algunas cuadrillas han resucitado las banderillas, y en la
muleta como lo que se hace es torear, y no lidiar, la base son derechazos y
naturales, el toreo entonces es más uniforme, y parece que no hay diversidad.
Y, en esas estamos que, incluso los conceptos elementales se
han ido diluyendo y hasta confundiendo. Ahora la bravura, la capacidad de lucha
del toro ha de ser en toda la lidia, porque el público quiere que embista en la
muleta, o sea, que ya no hay que medirla en el caballo ¿y la casta? ¿Han
perdido casta? No hay duda, el toro tiene ahora menos casta, el toro ha perdido
nervio y fiereza, es decir potencia incontrolada para dejarse torear como el público
quiere. Entre todas las ganaderías que han ido formándose con sementales de
Domeq, hay algunas que eliminaron todo origen anterior, aunque fueran incluso
sangre de Victorino, con el fin de integrarse en el “Club” de los elegidos, de
que sus nombres, figuren en los titulares y sus mayorales sacados en volandas,
porque sus toros, formados, manipulados, hechos a medida para los públicos y
toreros de la epóca….se admiten excepciones… aplaudan con inusitado frenesí y
pidan triunfos, orejas, rabos, salidas a hombros etcétera… “Claro que esto no es culpa del toro”…
Fermín González-
comentarista, diario de Salamanca.-
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