DE ROSA Y ORO
AL HILO DE LAS TABLAS
DE ROSA Y ORO
Mírame como vengo / Tan sin sangre / Blanca mi tez morena / (Alberti)
El toreo, es la profesión
idónea para representar el tan manido
tema del éxito repentino y transmutado de personalidades y ambiciones, seguidas
del consiguiente fracaso desolador o incluso redentor, que devuelva al
protagonista a su inicial estado de sencillez y honestidad originales.
Infinidad de veces hemos visto esta
historia, en decenas de ocasiones hemos asistido a las crónicas de
perdedores, de toreros que han perdido, la ilusión, el sitio, el valor en que
suele consistir el toreo,
pero por más
que hayamos sido testigos y veamos la misma historia contada una y otra vez, las
escenas resultan en ocasiones
excesivamente duras para un matador que ha tenido el éxito y el
reconocimiento en su carrera. Fandiño
era ese hombre enfundado en su traje de luces,- Rosa y Oro- serio, cabal y consecuente que había conocido la miel y
la hiel de esta dura y zozobrante profesión de lidiar reses bravas, estaba aún
en ese trance, de volver a engancharse al carro de los elegidos. Pero el toro,
que no entiende de triunfos y derrotas hundió su pitón en el cuerpo de Fandiño, y llego su día fatal, muriendo. Y como siempre
un fotógrafo (Igor Gaica) logro la
fatídica y dura instantánea.
Uno como aficionado, siempre tiene
un recuerdo, para aquellos que cayeron en los ruedos. Es la suya, una muerte
bella y trágica, que añade nuevos y legendarios perfiles al patetismo que todo
transito lleva consigo. Los toreros que mueren así, en la plaza, adquieren ya
la credencial para entrar en el romance. El espíritu popular y novelesco
hermanó siempre a la Fiesta y a la muerte; y en ese espíritu solo adquieren
vigencia los diestros que caen en la arena frente al toro. En definitiva, para
el alma imaginativa de los públicos taurinos - de todos los públicos en
realidad - supervive mucho más el torero, que encontró esa forma de muerte. No
importan demasiado, la calidad del arte, los valores auténticos del modo de
torear, la personalidad, el estilo. Lo que queda por encima de todo esto; es,
aquella dramática belleza de la muerte frente al toro. Por ello entran más en
el romance, aquellos que se entregaron a la cita, que la muerte ha hecho en el
ruedo del sureste francés; Aire Sur I´ Adour- una nueva plaza se une, muy seguida
a la de Teruel, la tarde en Talavera... Aquel día en Madrid... Aquel
día en Linares... La tarde angustiosa de Pozoblanco... De la Maestranza…
Colmenar… de Bezziers. o ese recóndito pueblo de México… etcétera.
Se mantiene este recuerdo, porque está abonado con sangre, y porque en esa
esencia de riesgo, emoción y romance se sustenta la razón de la Fiesta. Incluso la
de hoy, esta cimentada en la trágica historia, en el romanticismo, en las luces
y en las sombras, aunque muchos lo ignoren. Porque bien sabe el torero como
hombre, que puede caer mortalmente herido en el ruedo, y para ello es preciso
que el torero esté preparado, como a lo largo de la historia han demostrado
muchos de sus protagonistas para ese momento final, para esa otra hora de la verdad,
dolorosa y cruel. Haciendo buena la afirmación: “Morir gloriosamente es una bendición de los dioses”. Según el poeta
griego Esquilo, padre de la tragedia.
Ahora Fandiño, te esperan a su
mesa aquellos, que como tu regaron con su sangre la arena, para cubrir una
nueva página de la tauromaquia. Que Dios te bendiga.
Fermín González Salamancarvaldia.es
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