UNA FLOR, UN RECUERDO, UN RESPETO
AL
HILO DE LAS TABLAS
UNA FLOR, UN RECUERDO, UN RESPETO
Cuando Noviembre llega, y el otoño hace sus estragos,
y, en las dehesas del campo charro se van sucediendo los herraderos que marcan
a las reses con candente hierro, en ese ritual duro e inevitable. Es un
bautismo de sangre y fuego, que se fragua donde vive el bravo. También en
otoño, se vive en todos los hogares españoles, un recuerdo, una oración, un
ahogado suspiro evocando a nuestros familiares y amigos desaparecidos
Uno como aficionado, tiene un recuerdo, para aquellos
que cayeron en los ruedos. Es la suya, una muerte bella y trágica, que añade
nuevos y legendarios perfiles al patetismo que todo transito lleva consigo. Los
toreros que mueren así, en la plaza, adquieren ya la credencial para entrar en
el romance. El espíritu popular y novelesco hermanó siempre a la Fiesta y a la muerte; y en
ese espíritu solo adquieren vigencia los diestros que caen en la arena frente
al toro. En definitiva, para el alma imaginativa de los públicos taurinos - de
todos los públicos en realidad - supervive mucho más el torero, que encontró
esa forma de muerte. No importan demasiado, la calidad del arte, los valores
auténticos del modo de torear, la personalidad, el estilo. Lo que queda por
encima de todo esto; es, aquella dramática belleza de la muerte frente al toro.
Por ello entran más en el romance, aquellos que se entregaron a la cita, que la
muerte le ha hecho en el ruedo.
Ahora, al empezar Noviembre, se aviva el recuerdo de
los nuestros, también para un aficionado que visite el Campo Santo, son
evocados nombres, figuras, circunstancias... Aquella tarde en Talavera... Aquel
día en Madrid... Aquel día en Linares... La tarde angustiosa de Pozoblanco...
De la Maestranza… Colmenar…y más cercana aun Teruel… o ese recóndito pueblo de Mexico…
etcétera.
Se mantiene este recuerdo, porque esta abonado con
sangre, y porque en esa esencia de riesgo, emoción y romance se sustenta la
razón de la Fiesta.
Incluso la de hoy, esta cimentada en la trágica historia, en
el romanticismo, en las luces y en las sombras, aunque muchos lo ignoren.
Porque bien sabe el torero como hombre, que puede caer mortalmente herido en el
ruedo, y para ello es preciso que el torero este preparado, como a lo largo de
la historia han demostrado muchos de sus protagonistas para ese momento final,
para esa otra hora de la verdad, dolorosa y cruel. Haciendo buena la
afirmación: “Morir gloriosamente es una bendición de los dioses”.Según el poeta
griego Esquilo, padre de la tragedia. – Para, los que tuvieron oportunidad de
que así fuera, como para, los que no forman parte de la leyenda - Dediquemos un día a su recuerdo.
Fermín
González.- Salamancartvaldia.es (blog taurinerias)
0 Comments:
Post a Comment
<< Home