LA OTRA PUERTA
AL
HILO DE LAS TABLAS
¡LA OTRA PUERTA !
-“Es muy cierto que: No pocas veces es posible
pronunciarse sobre el porvenir de un torero,
hasta que este no haya sufrido su
primera cornada más o menos seria, puesto que la misma será el punto de partida
de su verdadera carrera-“. También es cierto,
que quienes han resistido, quienes han dominado sus miedos, quienes son capaces
de olvidar que un día y otro fueron zarandeados, volteados de mala manera
campaneados o corneados de más o menos consideración, son aquellos que, tienen
asumido, que una tarde cualquiera puede llegar la cornada. Igualmente tiene
sello de certeza qué; entre los toreros unos se duelen más que otros, en esos
momentos de angustia y sufrimiento. – Claro que, algunos conocemos, que han
hecho la carrera sin apenas percances, lo cual ha sido una excepción -. La
cornada para un torero, es sin duda la búsqueda del equilibrio, es lo que será
el antes y el después de caer herido. La cornada, te para en seco, y te obliga
a reflexionar sobre el porqué de lo ocurrido, a recapacitar, a pensar y decidir
sobre los errores y desaciertos cometidos, no tan solo esa tarde, sino también
en otras en que estuvo a punto de ser cogido. Pero sabe además el torero, que
ha elegido una profesión de riesgo, y que la cornada es el tributo del triunfo,
es el pago al contado con sangre propia, que siempre se mantiene en el
recuerdo, porque en esa esencia de riesgo y emoción se sustenta la fiesta.
La carne desgarrada de la herida, la
zurció él “galeno”, pero el torero mira su traje destrozado, hecho jirones,
inservible y se pregunta sobre los avatares y zozobras que ha de pasar antes de
nacer a la fama, la gloria y el reconocimiento, incluso cuando esta ya se ha
logrado, el paréntesis hospitalario dibuja un mapa de contenida rabia e
incertidumbre. ¡Ahora que estaba en mi
momento dulce, y estar en todas las ferias!, se lamenta: Está seguro de su
curación, de su temple, no sabe cuando le darán el alta, pero ha de estar
preparado. No es el gesto tan solo de un joven torero. Es un gesto natural de
un torero de casta, y pocos de estos se duelen de sus heridas, de sus
insomnios, de los zarpazos de la fiebre. Todos cuando caen heridos en el ruedo
hacen el mismo y triste comentario. “Voy
a estar sin torear...” El más grave daño es ese, no poder torear en un
tiempo. Lo están llevando a la enfermería y su pensamiento ya va dando tumbos,
girando alrededor de la amenaza siempre terrible para un torero de casta. ¿Cuánto tiempo estaré sin poder torear?....-
Fermín González- Salamancartvaldia.es (blog taurinerías)
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