GOYA, PICASSO Y EL TORO
AL HILO DE LAS TABLAS
GOYA – PICASSO – Y-
EL TORO
EL toro, su Fiesta,
su circunstancia, su mundo y su trasmundo, ha tenido entre otros, dos geniales
publicistas a escala mundial, y que todo el mundo conoce el uno Goya; Picasso,
el otro.
Goya, notario de su tiempo, nos dejó en su pintura de tema
taurino un testimonio, casi un reportaje. Es un ilustrador que narra con la
técnica de los impresionistas la vida de los cosos taurinos. Así en su-
Tauromaquia-, puede asistirse de la muerte de Pepe Hillo, enganchado por el
pitón de un toro, volteado como una marioneta a la que le hubiesen cortado los
hilos, ensartado por la boca del estómago, corneado fulminantemente en el
vientre y el pecho perforado como por una bala trazadora.
Goya da fe de la tauromaquia
de su tiempo y glorifica al toro. No son los que el pinta, toros
derrotados, sino victoriosos; no están en reposo, sino en vértigo; no van a morir, sino a matar; están a punto de embestir, la testuz erguida, las patas escarbando en la arena y la cornamenta hincada en el cielo, o se han arrancado ya como un torbellino, o se resisten a morir, tambaleándose, borrachos de su propia sangre.
Goya pinta la noticia: la lucha del toro con el hombre, no
la danza del hombre con el toro; el paso que, estilizado, será el tema de la
pintura de Picasso. Diríamos que Goya
hace periodismo y Picasso arte puro, que luego ha llegado a ser decorativo.
Goya pinta el dinamismo de la Fiesta, la Fiesta en movimiento. Picasso, la
Fiesta estática, reducida a esquema lineal y a geometría. Goya es barroco;
Picasso retorna a los orígenes de Altamira. En las estampas goyescas de los
“toros de Burdeos”, el movimiento tiene una aceleración vertiginosa; en algunas
abstracciones de Picasso, la quietud cristaliza en fórmulas arcanas de jeroglífico
y es como un conjuro. Recuerda a los “tótems” de las culturas rupestres.
El toro de Goya, es un generador de altas tensiones, un
corto- circuito entre el destino y la sangre. Goya poetiza manejando las zonas
de misterio y de sombra que hay en los lances taurinos, discrimina luces y
sombras, valora las sombras con las luces y sitúa al toro en una perspectiva de
misterio. En Picasso, el toro se define en una evidencia de formula geométrica
y, su tauromaquia es una serie de teoremas plásticos. Goya
se apoya en la anécdota para descubrir una realidad profunda; Picasso se sume
en el concepto para revelar la trascendencia y el simbolismo de unas líneas que
configuran torero y toro. Nos da la sensación de que es el toro mismo el que
dibuja los naturales y los pases de pecho; el toro toreando al hombre. En la
tauromaquia goyesca se afirma una sensibilidad de naturaleza impresionista; en
Picasso se oculta una sensibilidad intelectual para tramar, al socaire de una
apostura enigmática, una aventura mediterránea.
En Goya se oye todavía el dejo de una copla de ciego: Este
fue Joseph Delgado (alias Hillo), y es fuerza referir cómo su muerte ha sido.(…) ¡¡Oh
quien pudiera tener la ciencia de Homero para poder componerla!!(..). En Picasso, la anécdota ha sido
trascendida a la categoría universal. Lo que en Goya es noticia, él lo
transforma en filosofía y, superando la naturaleza, crea y recrea el mito. Pero
en Picasso y en Goya, la misma virtud que les consigna a las obras inmortales:
la de la fecundidad. Por los siglos de los siglos, uno y otro recordaran la
grandeza de la Fiesta de los toros, y para entender del todo el misterio taurino
habrá que acudir a las acotaciones que estos dos geniales artistas han hecho
del texto original sobre la pasión española por los toros, que viene de la
entraña, de la tradición y perdura viva al filo de la espada, por ciudades,
villas, lugares variopintos, que ambos vivieron en unas condiciones, un tanto
semejantes, en cuanto a las contiendas, y guerras sufridas, y también ambos han
sabido plasmar, con la diferencia de costumbres y avatares, que esta tierra y
sus gentes, con tenacidad, esfuerzo heroico y patriotismo, hubieron de sufrir.
Aquí también se hizo notar, al igual que ocurrió con la tauromaquia la singular
personalidad y genialidad de dos artistas, que no morirán nunca.
Fermín González salamancartvaldia.es blog taurinerías
1 Comments:
Solo un apunte, la pintura de arriba, el toro en la plaza, no es de Picasso es de Raul Cañestro que soy yo. Un saludo
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