NIÑOS TOREROS
AL HILO DE LAS TABLAS
NIÑOS TOREROS
En el mundo taurino se cree que
entre más joven mejor se aprende el arte de torear, pues a esa edad no se es
consciente de los peligros ni miedos, argumentan los defensores de la
tauromaquia.
Mientras que en países como
España se prohíbe que menores de 16 años toreen, en México la práctica de los
niños toreros es bien recibida entre el gremio taurino y parte de la sociedad.
No es extraño que por tierras mexicanas, nos
lleguen noticias, de la llegada a los ruedos de varios niños toreros. También
nos ocurre en España, donde las escuelas taurinas se ven niños, “jugando” al
toro, parece ser que esto conmociona a muchos medios de comunicación, y
que estos faltos de conocimiento histórico, con hipócritas aspavientos se lanzaban
a la “yugular de la Fiesta
taurina, y, nos sitúa históricamente en el viejo problema de si los chiquillos
deben o no ejercer el arte de Juan Belmonte.
En
cualquier profesión intelectual, artística, manual, deportiva etcétera, siempre
han surgido más o menos espaciadamente los llamados niños “prodigios”. La
precocidad se manifiesta como adelanto irrefrenable de una predisposición
inherente para determinada profesión. Los nombres de los niños (por edad), en
cualquier materia de las anunciadas, serian interminable. Pero, a modo de
recuerdo citare alguno de los más recientes, de los que hoy presumimos, y que
se iniciaron de muy corta edad en sus profesiones, tal son los casos de Nadal, Pedrosa, Márquez, Messi, Alonso o el
Juli; todos pueden servir de ejemplo
niños adelantados y que se descubrieron a esa edad temprana con unas
cualidades extraordinarias, y una desmedida afición y dedicación para llegar como
bien se ha comprobado a lo máximo-(“ es decir, el hijo que todo el mundo quiere
tener”)-. Sin embargo; existe la creencia popular-(vivimos de tópicos) de que
los niños no llegan a cuajar en lo que prometen. Se dice que el niño prodigio
hace en la infancia cosas de hombres; pero, precisamente cuando pasa la
pubertad, es cuando se trasforma en un hombre vulgar, en esa dedicación para la
que apuntaba excelentes cualidades en su infancia. No dudo, de que posiblemente
haya casos así. Pero esta totalmente demostrado, que el niño que sobresale,
llega, por supuesto, si se cultivan esos valores cualitativos innatos a cimas
verdaderamente insospechadas. Si nos concretamos al aspecto meramente taurino,
hemos de hacer importantes consideraciones – ¡quizá no tantas ¡- respecto a
otras especialidades en la que se corre riesgo y peligro de la integridad física,
y siempre se ha de contar con esa importante salvedad. Lo cierto es que, a través
de los tiempos, los niños toreros brotaron siempre en la historia de la
tauromaquia, desde “Machaco” a este
“Marco que nos tiene encandilados con su desparpajo, y unas cualidades
sobradas respecto a chicos de su edad, han sido chicos como él los que fueron
siempre el alma y la cantera inagotable de esta Fiesta, no ha sido la edad
freno, para ejercer la profesión y para vestirse de luces a tan temprana edad.
Seria innumerable la cantidad de niños que comenzaron jugando al toro, también
los que por dinastía y, encontrando el
sabio consejo del padre seguían sus pasos. Nunca comprendí a los padres que
trataron de imponer a sus hijos una profesión. Pero, en cambio, se me antoja
más duro contrariar al niño que quiere seguir con rigor, y férrea voluntad el
destino de su afición. Aunque sea en esta zozobrante carrera de lidiar toros.-
Esta añeja afición con trecientos
años de vigencia por más que el protagonista, sólo cuente nueve-. El mocito acompaña
el viaje del viento en el natural y
no niega en la estampa que ha nacido en Ciudad Rodrigo (Salamanca). Juega al
toro en esa misma época que otros niños juegan y se distraen con otras cosas, a
este le corre por las venas sangre de novillero feliz. Tomen nota -por si la
historia- Y pidamos que en beneficio de la Fiesta emocionante y añeja, cese la
prohibición, y aquellos que se sientan “escandalizados”, miren a la mayoría de
los seres esparcidos por los cinco continentes artos de muertes sin suerte. Sin
esa suerte que el chavea de la foto hace con la misma naturalidad que otros
ensayan pegar tres tiros al lucero de alba, o cazar con el móvil…
Lo cierto es que la historia se
repite, gracias a Dios.- Obremos con cautela...
Fermín
González.-Salamancartvaldia.es Blog
taurinerías
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