TAUROMAQUIA
Pinceladas a su leyenda, a su historia, a su cultura y a sus personajes
UNA VIEJA RESEÑA
Las cosas ocurridas en esta corrida, fueron verificadas con fecha 12 de octubre del año 1890, cuyo cartel estaba compuesto por seis toros de la ganadería de don Anastasio Martín y los matadores Mazzantini Y “Guerrita”, más el sobresaliente Miguel Almendro, quien por cierto, no compareció ni tuvo sustituto.
Aunque el tiempo estaba lluvioso, se registro una entrada muy buena, y al dar las tres, hora señalada para principiar, apareció el teniente de alcalde don Eduardo Utrilla, encargado de presidir, y dio orden de efectuar el desfile, O como escribió “El Torero”, revistilla de la época y de la cual extraigo lo ocurrido:
Desde el puesto de costumbre,
Sacudió el blanco cendal
Como quien aventa lumbre,
Que es de empezar la señal.
(Entonces existía la costumbre de intercalar versos en las revistas de las corridas de toros, cosa que hoy rechazarían los más graves sesudos y aristarcos, que no saben hacer critica, si no adoptan la vulgaridad y el “aire” doctoral.) Como por entonces interesaba saber todo cuanto acontecía, se recuerda, que en el primer toro de aquella corrida llamado “Esmorradito”, tomo la alternativa el picador Manuel González “Baulero”, formando tanda con el famoso José Bayard, “Badila”. Nada de particular ocurrió durante la lidia de los tres primeros toros, pero al salir el cuarto y terminar el vulgarísimo curso de la fiesta fue todo uno y lo mismo, según vamos a ver leyendo lo que la citada revista publicó:
“Toca la orquesta la marcha de “Tannhauser” que ha hecho popular el batallón del Hospicio, aprieta la lluvia y sale a escena “Farolero”, numero 18, berrendo en negro, botinero y bien puesto, vuelve la jeta al presentársele un hulano. – Esta es la victima – dijeron no pocos espectadores. – El fuego será con él – agregaron otros. Pero no sucedió así, gracias a los de aúpa, que, a fuerza de acosarlo, lograron que tomara las varas reglamentarias. El bicho, que cortaba el terreno y alargaba la gaita, fue pareado por Antonio Guerra y “Primito”. “Y una vez banderilleado, Mazzantini lo corrió por derecho para ir a saltar al foso por el cinco, seguido del toro, que saltó tras él.” Don Luís pretendió ganar un burladero del callejón, mas, al llegar a él, le alcanzó el toro y le tiro un derrote que, al resbalar en el costado izquierdo, le deshizo la hombrera del mismo lado. Entre el toro y el burladero, aprisionado en la contrabarrera, la situación de Luís Mazzantini era difícil y peligrosísima. Con intuitiva rapidez agarró con la mano izquierda el cuerno del mismo lado, y, cerrando el otro puño, dio con él fuertes golpes en un ojo del animal, conteniendo sus derrotes titánicamente, hasta que así consiguió que se desviara algo, lo suficiente para que él penetrara en el burladero.
Según describe el “Torero” fueron unos momentos de enorme ansiedad; el toro se afianzaba en las patas traseras, que resbalaban en el húmedo suelo, dejando un surco; Mazzantini, rojo como la grana, casi sin respiración, apoyado en la contrabarrera, asestaba puñetazo tras puñetazo; la lucha no podía prolongarse; la emoción subía de punto, sobre todo en aquellos que presenciaban de cerca lucha tan desigual, y no hay que decir la ovación cariñosa que recibió el diestro por haber salido sin daño alguno de aquella situación apurada. La cuadrilla desde que sucedió lo de Luís anduvo de cabeza, el bicho que debió conocer el efecto de lo que había hecho, se creció y se apodero de todos. Es decir, de todos, no porque de él se apodero pronto “Guerrita” con gran valentía, recogiéndolo y castigándolo en regla con cinco pases por alto, tres cambiados y uno de pecho, todos muy buenos, para largarle, entrando corto y derecho, una estocada superior, embraguetándose, dio dos pases después de esto, y “Farolero” mordió tierra hecho polvo.
Descripción que terminó pulsando nuevamente la lira y diciendo:
Hubo palmas y sombreros,
Prendas de ropa, pitillos,
Y hasta muy buenos vegueros,
Palomas y pajarillos.
Pero nada de flores. Y nada de orejas ni vueltas al ruedo. Hoy domina cualquier diestro de campanillas a un toro manso, se hace con el empleando una docena de pases, lo mata de digna estocada en corto y por derecho, y se esta hablando de ello todo un año, amen de organizarse, algún homenaje para exaltar al que tal cosa hiciera. La ovación de que fue objeto el “Califa” cordobés, la hizo extensiva a Mazzantini cuando las mulas arrastraban a “Farolero”. Y nada más. Quiere decirse, que entonces no se registraban los empalagosos excesos que hoy presenciamos. En los toros restantes “Carilargo” y “Relamido” estuvieron muy bien los espadas. Y con la emoción que produjo el apurado trance en que se vio el primero, y el arte y el dominio demostrados por el segundo, se considero la gente por indemnizada de las molestias ocasionadas por la lluvia, y de la mansedumbre de las reses de Anastasio Martín.
¿Hay quien sienta curiosidad por saber que hizo el picador de alternativa? Pues esto decía el “Torero”. “El Burlero” que ayer alternaba por primera vez, tiene voluntad para el trabajo, pero necesita aprender bastante el oficio. Fue tan poca cosa como artista, que hay indices biográficos que ni siquiera lo mencionan.
Es sin duda esta curiosa forma de narrar aquello que acontecía en aquellas históricas calendas, donde se pone de manifiesto el uso de palabras dentro del peculiar argot taurino, y donde la imaginación del crítico, redondeaba lo sucedido en la tarde de corrida. Sin duda eran otros tiempos. Eran aquellos en los que gustaba escribir.-
Fermín González Vicente, comentarista en el Adelanto y onda cero radio.
Para la revista la tertulia Rona – Dalba.-
Pinceladas a su leyenda, a su historia, a su cultura y a sus personajes
UNA VIEJA RESEÑA
Las cosas ocurridas en esta corrida, fueron verificadas con fecha 12 de octubre del año 1890, cuyo cartel estaba compuesto por seis toros de la ganadería de don Anastasio Martín y los matadores Mazzantini Y “Guerrita”, más el sobresaliente Miguel Almendro, quien por cierto, no compareció ni tuvo sustituto.
Aunque el tiempo estaba lluvioso, se registro una entrada muy buena, y al dar las tres, hora señalada para principiar, apareció el teniente de alcalde don Eduardo Utrilla, encargado de presidir, y dio orden de efectuar el desfile, O como escribió “El Torero”, revistilla de la época y de la cual extraigo lo ocurrido:
Desde el puesto de costumbre,
Sacudió el blanco cendal
Como quien aventa lumbre,
Que es de empezar la señal.
(Entonces existía la costumbre de intercalar versos en las revistas de las corridas de toros, cosa que hoy rechazarían los más graves sesudos y aristarcos, que no saben hacer critica, si no adoptan la vulgaridad y el “aire” doctoral.) Como por entonces interesaba saber todo cuanto acontecía, se recuerda, que en el primer toro de aquella corrida llamado “Esmorradito”, tomo la alternativa el picador Manuel González “Baulero”, formando tanda con el famoso José Bayard, “Badila”. Nada de particular ocurrió durante la lidia de los tres primeros toros, pero al salir el cuarto y terminar el vulgarísimo curso de la fiesta fue todo uno y lo mismo, según vamos a ver leyendo lo que la citada revista publicó:
“Toca la orquesta la marcha de “Tannhauser” que ha hecho popular el batallón del Hospicio, aprieta la lluvia y sale a escena “Farolero”, numero 18, berrendo en negro, botinero y bien puesto, vuelve la jeta al presentársele un hulano. – Esta es la victima – dijeron no pocos espectadores. – El fuego será con él – agregaron otros. Pero no sucedió así, gracias a los de aúpa, que, a fuerza de acosarlo, lograron que tomara las varas reglamentarias. El bicho, que cortaba el terreno y alargaba la gaita, fue pareado por Antonio Guerra y “Primito”. “Y una vez banderilleado, Mazzantini lo corrió por derecho para ir a saltar al foso por el cinco, seguido del toro, que saltó tras él.” Don Luís pretendió ganar un burladero del callejón, mas, al llegar a él, le alcanzó el toro y le tiro un derrote que, al resbalar en el costado izquierdo, le deshizo la hombrera del mismo lado. Entre el toro y el burladero, aprisionado en la contrabarrera, la situación de Luís Mazzantini era difícil y peligrosísima. Con intuitiva rapidez agarró con la mano izquierda el cuerno del mismo lado, y, cerrando el otro puño, dio con él fuertes golpes en un ojo del animal, conteniendo sus derrotes titánicamente, hasta que así consiguió que se desviara algo, lo suficiente para que él penetrara en el burladero.
Según describe el “Torero” fueron unos momentos de enorme ansiedad; el toro se afianzaba en las patas traseras, que resbalaban en el húmedo suelo, dejando un surco; Mazzantini, rojo como la grana, casi sin respiración, apoyado en la contrabarrera, asestaba puñetazo tras puñetazo; la lucha no podía prolongarse; la emoción subía de punto, sobre todo en aquellos que presenciaban de cerca lucha tan desigual, y no hay que decir la ovación cariñosa que recibió el diestro por haber salido sin daño alguno de aquella situación apurada. La cuadrilla desde que sucedió lo de Luís anduvo de cabeza, el bicho que debió conocer el efecto de lo que había hecho, se creció y se apodero de todos. Es decir, de todos, no porque de él se apodero pronto “Guerrita” con gran valentía, recogiéndolo y castigándolo en regla con cinco pases por alto, tres cambiados y uno de pecho, todos muy buenos, para largarle, entrando corto y derecho, una estocada superior, embraguetándose, dio dos pases después de esto, y “Farolero” mordió tierra hecho polvo.
Descripción que terminó pulsando nuevamente la lira y diciendo:
Hubo palmas y sombreros,
Prendas de ropa, pitillos,
Y hasta muy buenos vegueros,
Palomas y pajarillos.
Pero nada de flores. Y nada de orejas ni vueltas al ruedo. Hoy domina cualquier diestro de campanillas a un toro manso, se hace con el empleando una docena de pases, lo mata de digna estocada en corto y por derecho, y se esta hablando de ello todo un año, amen de organizarse, algún homenaje para exaltar al que tal cosa hiciera. La ovación de que fue objeto el “Califa” cordobés, la hizo extensiva a Mazzantini cuando las mulas arrastraban a “Farolero”. Y nada más. Quiere decirse, que entonces no se registraban los empalagosos excesos que hoy presenciamos. En los toros restantes “Carilargo” y “Relamido” estuvieron muy bien los espadas. Y con la emoción que produjo el apurado trance en que se vio el primero, y el arte y el dominio demostrados por el segundo, se considero la gente por indemnizada de las molestias ocasionadas por la lluvia, y de la mansedumbre de las reses de Anastasio Martín.
¿Hay quien sienta curiosidad por saber que hizo el picador de alternativa? Pues esto decía el “Torero”. “El Burlero” que ayer alternaba por primera vez, tiene voluntad para el trabajo, pero necesita aprender bastante el oficio. Fue tan poca cosa como artista, que hay indices biográficos que ni siquiera lo mencionan.
Es sin duda esta curiosa forma de narrar aquello que acontecía en aquellas históricas calendas, donde se pone de manifiesto el uso de palabras dentro del peculiar argot taurino, y donde la imaginación del crítico, redondeaba lo sucedido en la tarde de corrida. Sin duda eran otros tiempos. Eran aquellos en los que gustaba escribir.-
Fermín González Vicente, comentarista en el Adelanto y onda cero radio.
Para la revista la tertulia Rona – Dalba.-
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