Saturday, March 08, 2008

EL ESPORTON
NUEVAS AFICIONES

Indudablemente, estamos ante una crisis de aficionados: Las nuevas generaciones, no han aplicado su interés a la fiesta de los toros, y aquellos que se acercaron a esta, no la juzgaron como una técnica y un arte, sino, que acudieron a ella como un espectáculo más. Según han ido desapareciendo los viejos aficionados, a estos, no les han sustituido otros que siguieran sus huellas, en cuanto al rigor, la seriedad y exigencia de las inmutables reglas que desde Pedro Romero acá, han regido y deben regir en el arte de lidiar toros bravos. Predomina hoy en el toreo, la plástica, la estética, la presencia, el quietismo etcétera, desdeñándose y menospreciándose valores que siempre han tenido capital importancia y trascendencia. Y en esto han influido varios factores, entre ellos, la casta y fuerza del toro, la crisis de una critica exigente, y, el aficionado antes señalado.
Bien están, y bienvenidas sean las innovaciones, las aportaciones que un torero genial imponga – tal como siempre ocurrió -, pero que estas innovaciones, no tergiversen reglas que por básicas son inalterables. Para desgracia de la Fiesta, esto no ha sido así. El torero genial surgido estos últimos tiempos, trajo consigo un toreo, que si, perfecto en cuanto a plástica y estética, esta lleno de defectos. Toreros, que pasaron a formar escuela, y echaron por tierra esos principios básicos, que solo una crítica serena, consecuente y unánime junto a una afición consistente pudo evitar. Ya el mal esta hecho, ya es muy difícil su extirpación, los públicos más optimistas, esperan la regeneración de un torero futuro que volverá con la pujanza de su arte, y sin trampas, a poner las cosas en su sitio. Pero participar de tan candorosos optimismos, conceptuando enormemente arduo volver al camino difícil, cuando se tiene el fácil. Esa regeneración – romántica si se quiere -, no puede llegar por impulsos de un torero, sino, por exigencias de críticos y aficionados, y por lo que se vislumbra en uno y otro campo no llegara la reacción salvadora. Sin apelar a la nostalgia, hoy las plazas se resienten de aquel aficionado, entendido, competente, con gran conocimiento, que juzgaba las faenas de cada diestro en su justo valor, sin que lo similar, el lance hecho y a favor, pudiera pasar por verónica cargando la suerte y toreando la res. Aficionados, de ole seco y rotundo, ante los del entusiasmo pueril y desorbitado del espectador de ahora, donde muchos van exclusivamente a divertirse. Los toros, es una fiesta, no un carnaval, los toros fueron siempre arte, emoción, vibración e incertidumbre. Se iba a presenciar lo bello que a veces encerraba lo trágico, nunca fue propiamente una diversión como ocurre en estos mometos.Con la merienda, el teléfono y demás piruetas.- Y así esta la cosa.-

Fermín González.-

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