ARTE CULINARIO Y TAURINO
ARTES
CULINARIO Y TAURINO
Creo
que la tauromaquia y la gastronomía son dos artes nobilísimas, que facilitan en
grado sumo la convivencia de los hombres.
Si
una precaución elemental obliga a los diestros a prácticamente ir en ayunas a
la corrida, los jueces de esta deben llegar a la plaza con aureola olímpica,
lleno el espíritu de euforia paradisíaca, en el estado de animo que los
franceses llaman “sentirse a gusto dentro de la ropa, el cual solo se alcanza
cuando se han resuelto satisfactoriamente los problemas del aperitivo, del
almuerzo, de los cafés, dos copas de licor y un buen cigarro puro que cada
cofrade debe consumir después de un ágape decente.
Alguien
ha dicho que el mejor camino para llegar al corazón del hombre pasa por su
estomago, y que el efecto de una buena comida no dura horas, sino semanas y
meses. Aceptemos pues la gastronomía como el arte de fe de la tauromaquia,
reconociendo que es, la que más sustancia y embellecimiento puede ofrecer al
preámbulo de los toros, cuando los buenos aficionados charlan sobre la calidad
de los matadores y la del vino, dándole al tema del ganado los mismos golpes de
paladar que al chuletón, rodaballo, pata
negra etc.
El
ideal del gastrónomo taurino consiste en lograr que dichos ejemplares pongan
cátedra, lo mismo sobre el manejo de la muleta con la izquierda, que el modo de
preparar el bacalao al pil-pil,
ligando ese grado de perfección en ambos artes. Sin embargo, lo cierto es, que
la fiesta de los toros, no es espectáculo para espectadores solitarios, ya que
los acontecimientos que van sucediendose durante la corrida origina urgentes
deseos de comentar con el vecino de localidad los distintos aspectos de la
lidia.
En los toros a la inversa de lo que sucede en
otros espectáculos, el publico es el que habla, y, también de modo contrario al
fútbol, es el que actúa de arbitro y juez, debiendo dar sentencias rápidas, sin
que las cifras inapelables de un marcador condicionen la soberanía de su
juicio.
Por estas características de la fiesta, surge (o, al
menos antes surgía) en pequeños grupos (tres, cuatro, cinco amigos), que
exteriorizaban al mismo tiempo su opinión, siendo iniciadores de los aplausos o
de las protestas que luego en libre referéndum, rechazaba o admitía el tendido
o la plaza entera. Eran los francotiradores, que tanto en la plaza, como en
bares, tabernas, colmados, figones, círculos y casinos, lanzaban el virus de su
afición contagiando a todo bicho viviente.¡Como han cambiado los gustos y como
las preferencias de los públicos!. Pero cabe preguntar ¿es el aficionado de hoy
más feliz que el de ayer?. Hemos de reconocer que los aficionados antiguos,
mostraban mayor conformidad que hoy para aceptar cosas. Sin embargo,
actualmente se aplauden, se exaltan y producen entusiasmos sin limites ante
ejecutorias de tan poco mérito y de tan poco gusto, como de falta de razón,
donde cada nuevo aficionado, se cree el primero del mundo. Asiste a unas
corridas, hace unas preguntas a sus vecinos de tendido, y su “cacerola” hierve
y, sale un cocido espumante, fuerte de sabor e ingredientes, que no es capaz de
digerir.-
Fermín González cometarista onda
cero radio- Salamanca.-
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