ARTE Y ESTETICA
ARTE Y
ESTETICA
Poco, o muy poco; casi nada, se
habla de un factor humano en el toreo. Cifrar expeditivamente la atracción del
toreo en unas esencias vagas e impalpables, como son: la gracia, el duende, el espíritu, el pellizco etc. etc.; es
evadirse por la puerta trasera de la palabrería, dejando inexplorada e
incomprendida toda la enjundia de un importante fenómeno humano. Detrás del
toreo, como detrás de la danza u otra expresión de arte, hay un esqueleto, una
musculatura, unas articulaciones, es decir,
la preparación del cuerpo que se requiere para efectuar profesiones que supone mucho esfuerzo desgaste físico así como psíquico. El
disponer de la frescura y la confianza de encontrase fuerte, es consecuencia de
ese chispazo de belleza, que a veces nos pueda parecer casual, y sin embargo,
arranca de esa aplomada armonía que emana del gesto humano, cuando este exhibe
con facilidad elegante, y con adecuación
funcional a la operación que realiza.
Cuando el torero por primera vez,
fija las piernas en el suelo sin flexión de sus articulaciones, se ve obligado
a aprovechar el desplazamiento curvo de sus vértebras, para- vaciar- al toro,
al que por primera vez se va acercando tanto, que la nuca se ve obligada a
flexionarse en ángulo hacia abajo, hundiendo la barbilla en el pecho, para que
no se evada del campo visual el enemigo que cruza. Belmonte, iniciador de lo que era explosión de inexplicable
belleza, emociono a los públicos, que quedaron prendidos, en una estética
revolucionaria y apasionante. Los críticos y comentaristas de prensa, hablaron
de la “intuición escultorica” del
nuevo torero, y añadían que; aquel grupo escultórico que Juan y el toro lograban, configuraban una armonía estética
definitiva. ¡”Si esto le atribuían a Belmonte los revisteros de la época, a
pesar de la aparente fragilidad del sevillano”!, hoy podemos decir, que en cuanto a lo que se dice
[estética
a palo seco], nunca hubo en el escalafón toreros más guapos, más
fibrosos, mejor formados, mejor entrenados, alimentados y vestidos, etcétera, (de los que hacen el paseillo en los
tiempos presentes). O sea, disponen de un físico envidiable, pero tal como digo
al principio, son las impresiones de esa retórica maquillada, con apelativos y
vocablos que disimulan la verdad, de lo que debe ser el arte de torear y sobre
todo, cuando el “buen mozo”, se descara con aquellos que no comulgan con ruedas
de molino, y ponen en cuestión sus valores estéticos, por la sencilla razón, de
que, carece de otros.
Fermin González-
comentarista onda cero radio-Salamanca-
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