Wednesday, June 12, 2013

AMIGO AFICIONADO


AMIGO AFICIONADO
-“Hace algunos ya: Una tarde de toros en la Maestranza sevillana, aquella de impresionantes silencios, en que podía oírse el respirar de toro y torero. Sonó el pitido de un teléfono móvil… Un viejo y curtido aficionado, se levanto de su localidad y; sentencio. “Me largo- esto ya no es la Maestranza”… ¿Una rabieta excesiva de “cascarrabias”? – quizás-.
Quienes sencillamente, por razón de edad nos contagiamos de afición, echamos continuamente de menos unas cuantas cosas. No siempre equilibradamente a aquellos tiempos. Pero sin embargo, si hay algo que me parece que puede asegurarse sin temor a errar: El aficionado, era más aficionado que ahora, y su influencia se dejaba sentir. Los toros, aunque se busque el cartel de “no hay billetes” no era espectáculo mayoritario, tampoco la “moda” de ir a los toros, y entre los asistentes, eran más los aficionados que los espectadores casuales. Se entiende lógicamente, la reacción de los tendidos ante lo que sucedía en la arena fuese más exigente, se hilaba más fino. Los toreros desde luego, sabían bien como era cada plaza, y con quienes se jugaban los cuartos, y, en cuanto a las ganaderías, todavía eran los ganaderos quienes mandaban en lo suyo. Y esas premisas tenían que producir sus efectos.
En cuanto al aficionado de antaño fuese más aficionado que por lo general es el de hoy, en la apreciación citada puede haber algo de subjetivo pero no lo creo. Este comentarista asistía, calladamente, en colmados, bares, casinos y corrillos a tertulias interminables de toros, donde se desmenuzaba con todos los pormenores la fiesta, y no era un hecho aislado, pues en mesas contiguas de cada foro, los temas eran semejantes y, desde luego, con especial fervor los días de toros, antes y después de la corrida, porque el día de toros era sin lugar a dudas, un día absolutamente especial, y  donde en la ciudad, nadie podía sustraerse de la atención principal- la tarde de toros-. Si alguien osara comparar esto con los coloquios que se estilan ahora- no tendrían color -. No cabe comparación alguna entre las artificiales tertulias programadas con determinado patrocinio en muchos casos, con aquellas, que,  se congregaban en los foros descritos, lo dicho- sin color-.
El aficionado al que me refiero, sabia de lo que hablaba; conocía el argumento de la tarde, el papel que a cada uno correspondía, como buen aficionado la “música”, no soportaba instrumento mal afinado. No le colaban el oropel por el oro, y no esperase nadie que aplaudiera cosas que hoy se aplauden en los ruedos, algunas desgraciadamente más propias de las famosas “charlotadas”. Con este panorama, sabiendo todo el mundo lo que se traía entre manos, me parece que no es tan subjetiva la apreciación de que, por necesidad todos, (toreros, ganaderos empresarios etc…) tenían que andar con paso seguro, por la cuenta que les tenia, favoreciendo con ello un espectáculo que no seria en realidad perfecto…, pero que superaba  este con creces y variedad. Tampoco podía decirse que se torease como los “ángeles” y la fiesta fuese un muestrario sin tacha ni defectos. No; lo que sucede es, que cuando se habla en líneas generales, o bien se desconocen antecedentes históricos, o sencillamente se dejan de lado porque, en efecto, aquellas calendas apenas crearon escuela, y los aficionados de toda la vida, acabarían cercados en los tendidos, por esa mayoría indocumentada que comenzó a ir a los toros, y acabó ahogando las protestas de los que acabaron siendo tildados de amargados, carrozas, reventadores en inconformistas etc… Pero resulta que efectivamente es cierto casi siempre la frase latina que afirma que: “no hay nada nuevo bajo el sol”. Probablemente todo lo bueno y lo malo, ya tuvo su tiempo antes. Todo: “Pero por Dios, lo del móvil en la Maestranza”… Demasiado tu

                        Fermín González-comentarista onda cero radio- Salamanca-





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