AMIGO AFICIONADO
AMIGO AFICIONADO
-“Hace algunos
ya: Una tarde de toros en la Maestranza sevillana, aquella de impresionantes
silencios, en que podía oírse el respirar de toro y torero. Sonó el pitido de
un teléfono móvil… Un viejo y curtido aficionado, se levanto de su localidad y;
sentencio. “Me largo- esto ya no es la
Maestranza”… ¿Una rabieta excesiva de “cascarrabias”? – quizás-.
Quienes
sencillamente, por razón de edad nos contagiamos de afición, echamos
continuamente de menos unas cuantas cosas. No siempre equilibradamente a
aquellos tiempos. Pero sin embargo, si hay algo que me parece que puede
asegurarse sin temor a errar: El aficionado, era más aficionado que ahora, y su
influencia se dejaba sentir. Los toros, aunque se busque el cartel de “no hay
billetes” no era espectáculo mayoritario, tampoco la “moda” de ir a los toros,
y entre los asistentes, eran más los aficionados que los espectadores casuales.
Se entiende lógicamente, la reacción de los tendidos ante lo que sucedía en la
arena fuese más exigente, se hilaba más fino. Los toreros desde luego, sabían
bien como era cada plaza, y con quienes se jugaban los cuartos, y, en cuanto a
las ganaderías, todavía eran los ganaderos quienes mandaban en lo suyo. Y esas
premisas tenían que producir sus efectos.
En
cuanto al aficionado de antaño fuese más aficionado que por lo general es el de
hoy, en la apreciación citada puede haber algo de subjetivo pero no lo creo.
Este comentarista asistía, calladamente, en colmados, bares, casinos y corrillos
a tertulias interminables de toros, donde se desmenuzaba con todos los
pormenores la fiesta, y no era un hecho aislado, pues en mesas contiguas de
cada foro, los temas eran semejantes y, desde luego, con especial fervor los
días de toros, antes y después de la corrida, porque el día de toros era sin
lugar a dudas, un día absolutamente especial, y
donde en la ciudad, nadie podía sustraerse de la atención principal- la
tarde de toros-. Si alguien osara comparar esto con los coloquios que se
estilan ahora- no tendrían color -. No cabe comparación alguna entre las artificiales
tertulias programadas con determinado patrocinio en muchos casos, con aquellas,
que, se congregaban en los foros
descritos, lo dicho- sin color-.
El
aficionado al que me refiero, sabia de lo que hablaba; conocía el argumento de
la tarde, el papel que a cada uno correspondía, como buen aficionado la
“música”, no soportaba instrumento mal afinado. No le colaban el oropel por el
oro, y no esperase nadie que aplaudiera cosas que hoy se aplauden en los
ruedos, algunas desgraciadamente más propias de las famosas “charlotadas”. Con
este panorama, sabiendo todo el mundo lo que se traía entre manos, me parece
que no es tan subjetiva la apreciación de que, por necesidad todos, (toreros,
ganaderos empresarios etc…) tenían que andar con paso seguro, por la cuenta que
les tenia, favoreciendo con ello un espectáculo que no seria en realidad
perfecto…, pero que superaba este con
creces y variedad. Tampoco podía decirse que se torease como los “ángeles” y la
fiesta fuese un muestrario sin tacha ni defectos. No; lo que sucede es, que
cuando se habla en líneas generales, o bien se desconocen antecedentes
históricos, o sencillamente se dejan de lado porque, en efecto, aquellas
calendas apenas crearon escuela, y los aficionados de toda la vida, acabarían
cercados en los tendidos, por esa mayoría indocumentada que comenzó a ir a los
toros, y acabó ahogando las protestas de los que acabaron siendo tildados de
amargados, carrozas, reventadores en inconformistas etc… Pero resulta que
efectivamente es cierto casi siempre la frase latina que afirma que: “no hay
nada nuevo bajo el sol”. Probablemente todo lo bueno y lo malo, ya tuvo su
tiempo antes. Todo: “Pero por Dios, lo del móvil en la Maestranza”… Demasiado tu…
Fermín
González-comentarista onda cero radio- Salamanca-
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