PAGINAS DE ORO- MARCIAL LALANDA
PAGINAS DE ORO
MARCIAL LALANDA
Abrimos de nuevo el reconocimiento, de aquellos Maestros,
que por uno u otro concepto, escribieron una página brillante en la historia de
la tauromaquia.
Madrid, siempre ha tenido toreros de clase, elegantes. La
Gran Capital, fue y sigue siendo por donde se movió el toreo, y donde los
toreros-si hablamos de antaño-, los de más postín, ponían casa, o se acomodaban
por temporadas en casas y hoteles de mucho fuste.
Hoy traigo a esta página de oro a un torero madrileño, que
además de prestigio, fue coincidente en no pocas fases de la fiesta taurina. Le
dieron en llamar el “torero del pasodoble”, y tuvo la fatalidad, de
novel matador, y en su confirmación viviera la tragedia del también joven Granero, y aquel infausto recuerdo le
duro de por vida. “Yo tuve que dar muerte a
Pocapena”.
Nuestro hombre, siempre tuvo en su casa, desde la más tierna
edad su contacto con el toro, pues su padre y abuelo laboraron en varias fincas
entre ellas la del Conde de Veragua, también sus hermanos mayores Martin y
Eduardo probaron del veneno de esta afición y llevaron de la mano a quien sería
figura y base de los carteles (Marcial Lalanda) de una época convulsa de esta
España, que no terminara nunca de caminar por unas causas o por otras con
firmeza. Viendo pasear a las figuras del momento por el viejo Madrid, Marcial
unido a otros novilleros- Ballesteros, Barajas, El chico de la Plaza,
que junto a Pablo su primo, pasarían a ser su cuadrilla y, estos comienzan a
ser conocidos como “La cuadrilla juvenil madrileña”. Al tiempo que visita a
Joselito el “Gallo”, por el que llega a sentir una total admiración.
Contaba en su entrevista Marcial, que
solo recuerda que estaba en la cama, porque toreaba ese día, y que tenía en la
silla en traje con el que saldría aquella corrida. Vi el mar por primera vez en
mi vida en el año 1920, habíamos llegado a Barcelona, toreamos por los gastos,
se hundió el dosel de la meseta de toriles donde estaban los alabarderos, luego
me quede crispado ante lo ocurrido aquella tarde en Talavera.
Me fundaron una peña “Lalanda”,
y coseche buenos fracasos, en varias tardes salí entre almohadillas, los
honorarios eran entre 1,100 y 1,500 pts., en 31 novilladas había ganado 10,000
duros, la peña medio un banquete. Era el primero de mi vida.
Un madrileño que toma la alternativa en Sevilla, el torero
de moda, ya se codea con los de la época, Rafael
el “Gallo”, Bienvenida, Martin Vázquez, La Rosa, Antonio Márquez etcétera…
En su viaje a las Américas, parece el divo Gaona, no se portó bien del todo,
visita Estados Unidos, Chicago, Nueva York, y pasa por Paris cuando el
arrabalero tango argentino cobra su mayor auge a orillas del Sena. En tren
hacia Barcelona, se hace llamar por el General
Primo de Rivera, muy interesado
por el mundo de los toros, le conto la situación de los subalternos en huelga,
alude Marcial que el general le pregunto ¿Por qué gritan desde los tendidos?¿Cuando
tenemos Papa?.-“porque entonces en el toreo se decía que había un Papa. Unos
que había sido Joselito, otros Belmonte, otros Bienvenida y otros que el Papa
era Bombita-“. En fin esas cosas…
Era muy asiduo a esta tierra de Salamanca, mucho se le vio
por aquí, pasaba temporadas en la finca de San Fernando, pasea por la plaza
Mayor, se fotografía con el Viti,
Robles, Capea Farina y cuenta que toreo por primera vez en esta plaza con
permiso militar un festival benéfico de la Unión
Deportiva Española. Se hace socio del Real Madrid, y Julio Romero de Torres,
ha pintado un cartel de toros en el que está el nombre de Marcial Lalanda en
corrida Goyesca.
Fue, en 1927, donde la Dirección General de Seguridad, estudia la
forma de reducir el riesgo a que eran sometidos los caballos de picar.- Recordé
a Primo de Rivera que había tenido buen arreglo con el pleito de los
subalternos, la suspensión del juego y la nueva modalidad del tercio de varas,
que consistía en que los picadores permanecieran dentro, hasta que el toro
estuviera fijado, se imponían los petos, la fiesta se iba humanizando. Pero
llegaron la escasez de corridas, llegaron los toreros mexicanos, se inaugura el
Sanatorio de Toreros, al que mi madre regala el altar de la capilla.
Tras un amargo paréntesis al llegar de América, participa en
una película ¡Viva Madrid que es mi pueblo! Una mala película, una más del
incipiente cine español, también escribió Marcial en colaboración con Andrés Amorós, la
tauromaquia de Marcial Lalanda. Pero llegan nuevos episodios, corría el
1936, pleito con ganaderos, con los toreros
americanos, y la guerra feroz y despiadada. Perdí mi ganadería, y por poco mi
finca “La Salceda”, toree algo por
Francia porque era imposible acercarse a España, cuando llego me entero que
habían matado a todos mis primos, - se habían quedado las mujeres solas-
Marcial hace un terrible esfuerzo para contar tanta amargura y destrucción. Después
de estas azarosas aventuras; hube de volver a empezar después de la guerra,
hasta mi retirada toree 158 corridas 29 festivales la retirada en 1942 un 18 de
Octubre lo hice con toros de mi buen amigo Antonio
Pérez y con Pepe Luis Vázquez y Juan
Mari Pérez, la corrida quedo en mano a mano. Me concedieron la medalla del
trabajo por mis treinta años de vida taurina, nada más que añadir a este que
estuvo entre nosotros hasta el 1990, y se fue con el pasodoble que afirmaba que
¡Marcial eres el más grande!... Te recordamos.
Fermin Gonzalez- comentarista
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