LA GLORIETA 125 AÑOS DESPUES
AL HILO DE LA TABLAS
REMEMBRANZAS
DE LA GLORIETA 125 AÑOS DESPUES
Pinceladas a su leyenda, a su historia, a su cultura y a sus personajes
Si, las señas de identidad de Salamanca son
sin duda alguna, la piedra dorada que lucen sus monumentos, así como el
prestigio de su Universidad etcétera. No es menos cierto, que la encina y el
toro que figuran en el escudo de la ciudad, significan nuestro modo de ser,
nuestro carácter, nuestra historia y nuestra personalidad. Como complemento a
ese reconocimiento fuera de nuestras fronteras, se incorporo hace ahora 125
años de existencia, esta plaza de toros de la Glorieta. Que tiene, si
ustedes quieren más proximidad, por cuanto fue diseñada, pagada y construida
por hombres, en su mayoría de esta misma ciudad, y, además, en un tiempo
extraordinario, de poco más de un año, cuando (creo suponer bien), se trabajaba
a “pico y pala”, no habían aparecido aún la maquinaria que hoy podemos
contemplar, en cualquier obra por modesta que sea.
Antes de esta Glorieta Salamanca dispuso
para las corridas de toros, de otras plazas, una situada por debajo del Campo San Francisco. Una
construcción que se inició el 1 de octubre de 1839 y que es inaugurada en las
ferias de septiembre del año siguiente. Su construcción es de piedra y madera,
adoleciendo desde un principio de falta de seguridad. Las últimas corridas en
ella celebradas datan de la Feria de 1861. Se completa el desmantelamiento en
1867, cuando lleva tres años funcionando. La siguiente plaza construida en la Puerta Zamora, (Avenida Mirat)
añadiremos que el solar de la plaza del Campo San Francisco, mantuvo sus
escombros hasta que los terrenos fueron donados a las Adoratrices. Estos cosos,
junto a la Plaza Mayor, esta de modo circunstancial, han sido plazas que
demuestran, que el toro forma un eslabón bien engarzado del patrimonio cultural
de esta ciudad.
Son los primeros días de octubre de
1891. En las tertulias del café Suizo siguen comentándose las ferias recientes,
entonces las corridas de toros eran el alma de las ferias y la plaza de Ramón Solís,
tras 25 años de existencia resulta insuficiente con 7,100 localidades. En el
corrillo que forman los comerciantes, industriales, ganaderos de más fuste de
la ciudad, alguien lanza la pregunta “¿Y
por qué no construimos nosotros una plaza nueva? Diez minutos después de
echa publica la idea, ya se cuenta con dinero en efectivo, 27,000 duros de
inicio, por lo que se nombra una gestora presidida por Fernando Iscar. Y tan rápido se trabaja, que el 4 de febrero de
1892, se firma la escritura de compra de los terrenos y pocos días después,
aprobados los proyectos y planos encomendados a Canals, González Domingo y Carmona,- y como señalo al principio- en
un año la Glorieta está en pie, la suma
ascendió a 452,193 mil pesetas, aportadas por 213 familias salmantinas
por eso la plaza se llamaba – plaza de las doscientas familias-.
Entre
las cabezas de esas doscientas familias no hay que buscar rostros de gente
llegada de la Universidad, aunque hubiera bastantes universitarios; ni al
Cabildo catedralicio, ni parroquias, ni al clero y órdenes religiosas. Queda claro que ahí están los hombres que
viven del comercio, de la pequeña industria, de lo artesanal, porque en
aquellas calendas, las corridas de toros, no es que fuera su pasión, sino su
medio para mejorar los ingresos económicos. Los nombres y apellidos de este
condominio accionistas de la Glorieta, aún tienen eco en Salamanca, son
sucesores de aquellos que formaron parte de la historia de esta plaza. ¿Qué cómo
ha pasado a ser propiedad de la los Chopera? ¿Es algo que muchos me preguntan,
y que servidor ignora? ¿Qué debería formar parte del patrimonio de la ciudad, está
fuera de toda duda?
Pues
bien: ya desde su inauguración, esta plaza tuvo su –aquel – para la historia, y
daba el paso para la anécdota tal como
les cuento a continuación..... Para inaugurar la actual plaza de Salamanca
fueron anunciadas tres corridas de toros, que habría de celebrase los días 11
–12 – 13 de septiembre del año 1893 con los diestros Mazzantini y Guerrita – mano a mano – los tres días y
reses de Lamamié de Clairac de Manuel
Bañuelos y del duque de Veragua respectivamente.
Pero
herido Guerrita en Murcia el día 7 de aquel mismo mes, y, amparado en el
derecho que entonces se arrogaban los matadores de primera fila, designo para
que le sustituyesen, a su primo Rafael
Bejarano “Torerito”, y a Antonio Arana “Jarana”, aquel en las
dos primeras corridas y a este en la tercera. Decir que la corrida inaugural
presenta un lleno hasta la bandera, y el primer toro que se lidio en esta plaza
llevaba por nombre “Ranchero” negro
listón, pero fue el cuarto de la tarde de nombre “Corchete” al que se le corto la primera oreja en la Glorieta a
manos de “Torerito” por el contrario Mazzantini fue abroncado, y el señor Francisco Giron Severini alcalde de la
ciudad lo llamo al palco para reprender su actitud, por este hecho el diestro
no volvió a esta plaza hasta el año 1902. No termino bien la feria. Y, el 13 de
septiembre, con los mismos toreros más “Jarana” y, cuando el quinto toro de la
tarde venia realizando una notable pelea en varas, al presidente Sr. Severini
se le antojo ordenar que tocaran a banderillas.
Protestó
él público y empezaron a caer al ruedo algunos “proyectiles” mientras pareaban
Antonio Guerra y “Mojino”, protestas que arreciaron al empuñar “Torerito”
espada y muleta; en vista de tales “razones”, subió dicho diestro al palco
presidencial para advertir al alcalde las dificultades que se oponían al
cumplimiento de su deber, y en aquel preciso momento se persono en dicho palco el gobernador civil de la provincia, el cual
hizo que el Sr. Girón Severini abandonara su asiento para ocuparse él, de
presidir el festejo hasta el final, a
cuyo efecto empezó por revocar lo ordenado anteriormente por el presidente
depuesto, e hizo salir de nuevo a los picadores, para que pusieran al toro una
vara más.
¿Habrá que decir que los
espectadores tributaron una ovación al gobernador? Lo que no sabemos, es si el
alcalde presenta la dimisión de su cargo o tomo a broma lo ocurrido. Lo que sí
se sabe, es que nunca se registro un caso igual en plaza alguna. Por cierto aquella tarde llovió a modo. Con
este caso, se estrenaba la plaza.
Como ven, hay en esta plaza de la
Glorieta diversos hitos que señalan las épocas de la misma. Al mismo tiempo hay
en el desarrollo de su protagonismo en la Fiesta un enorme caudal anecdótico y
de episodios más o menos trascendentales, que han contribuido en formar un
ambiente determinado. Es, en esos sucesos y casos ocurridos, el caudal al que
frecuentemente recurrimos para publicar artículos como el que me ocupa hoy. No
me atrevo a pronosticar, que otros tiempos taurinos, sean mejores o peores, -
sino, que son otros -. Lo que sí puedo afirmar, es que, hace muchos años y
desde que la Mariseca se hacia presente en lo alto del Ayuntamiento y aparecían
publicados los carteles de feria y toros, en Salamanca comenzaba a vivirse un
desasosiego en sus gentes, incluso, se observaba que sus estados de animo,
eran más desenfadados, optimistas y
graciosos. ¡Aquella Salamanca en ferias,
donde era imposible sustraerse del ambiente de un día de toros, donde todo el
mundo se enteraba y terminaba por ir a la plaza! En sus aledaños, había tanta
gente fuera como dentro, ¡iban a ver cuánto fuera posible, el oír vibrar los -olés –, o el grito trágico de la
cogida, o, simplemente ver pasar el coche de toreros y cuadrillas!
Era aquel transitar de la Plaza
Mayor a La Glorieta “(a la plaza, eh a la plaza...)”, autobuses destartalados
llegaban de los pueblos cercanos, tan abarrotados que, hasta su portaequipajes
era ocupado por los mozos. Aquella estampa de Torres Villarroel en tarde de
toros, donde en la conversación de caminata, no se hablaba más que de la
corrida, a veces conservando el hervor del entusiasmo y comentando fervoroso y
apasionado, lances, incidentes, faenas de los diestros, ritmos de la lidia,
juego de los toros... En otras ocasiones, la frialdad, el hastío, el cansancio
y el silencio de la muchedumbre, era
todo un curso de desencanto. Los que esperaban el desfile de público, notaban
por las medias palabras, en los gestos y ademanes cual había sido el resultado
de la tarde taurina. Siempre habrá cosas que se mantengan, que puedan ser las
mismas o mejores, ¡Pero aquellas tardes de toros, se han borrado por completo y
para siempre, y los que conocimos esos tiempos lo hemos de sentir!
Dicen,
que las añoranzas encierran tristeza; pienso, sin embargo, que añorar es rendir
tributo al recuerdo de las cosas agradables, que de uno se han ido alejando, y,
que tal añoranza del pasado tiene para muchos, un especial sentido espiritual.
Después de estos apuntes, la Glorieta vera de nuevo el acontecer de una nueva
feria y a buen seguro que, un nuevo episodio pasara a formar parte de su
historia.
Fermín González
Salamancartvaldia.es blog
taurinerías
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