ANTONIO- DE RONDA (1932- 1998)
AL
HILO DE LAS TABLAS
ANTONIO
DE RONDA (1932-1998)
"Solo cuando el hombre haya superado a la
muerte y lo imprevisible no exista morirá la Fiesta de Toros y se perderá en el
reino de la utopía y el dios mitológico encarnado en el toro de lidia derramará
vanamente su sangre en la alcantarilla de un lúgubre matadero de reses”.(Jacques Cousteau)
. Ha pasado ese tiempo en el que todo se va
olvidando; todo se va diluyendo y apenas queda
una brizna de memoria. A buen
seguro, que las cenizas que ahora hace veinte años se esparcieron por la plaza de Ronda, han
vuelto a germinar en nuevas y minúsculas partículas, y que las mismas flotaran
majestuosas, al compás y al aire de arte que rezuman capotes y muletas. Se
cumplen esos años, en cuales se dice. ¡Que todo ha desaparecido para siempre
¡¡Y poco o nada queda ya en la memoria!! Servidor, niega la mayor; y pregona
que, él Maestro Ordóñez no morirá nunca.
A quienes muy niños nos hicimos aficionados.
Hemos pasado un largísimo capitulo de la historia del torero que nos tocó vivir.
Han transcurrido más de cincuenta años una época plagada de torería, pese a que
muchos se quejaron de mediocridad, -claro que han sido iluminados que nos los
vieron torear-, ya han pasado muchos años,
hoy toreros vivos y otros que nos han ido dejando pero que no podemos
olvidar como Aparicio, Pedrés, Luis Miguel, Manolo González, Rafael Ortega, Manolo
Vázquez, Miguelin, Viti, Romero, Paula, Camino, Cordobés, Palomo, Dámaso,
Paquirri. Ruiz Miguel, Espartaco, Capea,
Ojeda, Robles, Ponce, Joselito, entre
un ciento más de ellos, pueden dar fe que, sobre todos ellos reino, para unos
en activo y para otros retirado, Antonio Ordóñez. Unos le quisieron y
otros le odiaron, cada cual tendría sus razones, o como decía aquel compañero
de cartel-(“Cuando esta bien me alegro de
verle, y cuando esta mal me alegro mucho más”)-.
Pero es bien cierto, que ningún
profesional en tauromaquia, ningún buen aficionado cabal y exigente, negó el
rango superior de su arte. Todos toreros antes citados, han tenido y tienen sus
peculiaridades, sus distintas personalidades, condiciones originales y estilos,
con los que han acreditado torería. Pero Ordóñez llego a tener casi todas las
virtudes de estos, y además soberanía, majestuosidad. Alguno llego a decir que. ¡¡Ordoñez
no toreaba. Él, era el toreo!!.
No quisiera entrar en la antología
de su historia torera, esta ya fue reconocida en el momento de su muerte, por
todas las plumas significativas de todos los medios. Ahora tan solo la
nostalgia del recuerdo, y cuando va viendo
pasar la vida con vertiginosa velocidad, apela uno a los recuerdos más
significativos, y aquello que se discutía, en todos los foros taurinos. Hace
una veintena que se extinguió el orgullo de Ronda. Quizá fuera mejor así, al
menos, no has tenido que asistir a la deplorable función mediática, unida a la muerte prematura de Carmen, y Belén
unido a ese lamentable espectáculo mezclado en un laberinto de pasiones, odios
y rencores. Pero olvidemos la mediocridad repugnante. Hoy este humilde comentarista guardián del tiempo y la
historia esta presente para recordar a un torero, a un Maestro. -Y juro que, este si lo fue.-
Fermín
González salamancartvaldia.es
blog taurinerías
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