TORO DE CARRIL
TORO
DE CARRIL
No
es, ni será la última vez, que presenciemos en las plazas pedir la vuelta al
ruedo de un toro o novillo suave de rectas e inocentes embestidas, cual si
ignorara que sus pitones le fueron dados para defenderse. Un ejemplar, en suma
de "carril" apto
para menores y derroche de estética taurina.
Ante
estos animales, hay toreros que no están a su altura, y es que no son capaces
de reprimir su júbilo por el "merengue"
que les ha tocado en suerte. Se apura todo con demasiadas prisas, con miedo de
dejar algo inédito, y, que el toro pierda su nobleza, así en muchas ocasiones
la faena se torna eléctrica y el sosiego del toro contrasta de manera notoria
con el desasosiego del diestro.
Los
toros de carril, tienen sus inconvenientes que perjudican no poco a los toreros
(a los toreros que por serlo muy poco se empalagan con tanta confitura). Lo
peor de esta clase de "bombones"
en perjuicio del espada es, que el aficionado siente el impulso de bajar al
ruedo y hacer las mismas cosas que esta viendo, nota que, desaparece la noción
del peligro y sin ella el artista queda empequeñecido, pierde todo su relieve,
hasta rayar en la monotonía, porque no llega al tendido, la emoción palpitante
de la bravura y acometividad (En otro tiempo se decía); ¿ya
podrás con eso?¿vaya carretón? etc., que determinaban por regla general, el
triunfo del toro sobre el esfuerzo inútil del espada.
Diferenciemos,
pues, al toro-toro del otro que, aún siendo, el toro que ha elegido la figura
de turno, y que luce en su paletilla el digito de su nacimiento, bien sabe el
aficionado más curtido, que en las ganaderías existe el “torito”, recortadito,
y terciado pensado, escogido y encargado, para todas aquellas plazas, que
impongan los “ases” de la torería.
Califiquemos al toro, y con él, evaluemos
el triunfo del torero. Claro que; en la vida, en las artes, y en la
fiesta con el uso y el abuso acabamos por perder la noción de muchas cosas, que
deberían estar más claras que la luz del día y por rutina o conformidad han
sido estrepitosamente deformadas. Al toro bravo le ha ocurrido algo parecido.
El toro de hoy esta definido por el gesto de "engatillar" los índices de las manos y codos pegados a
los costados, es la postura que identifica que la corrida es "preciosa". Y ya se sabe que
entendemos por preciosa, cuando los deditos brochitos y cornicortos que todo
taurino sabe identificar, como anunciando que la figura de turno puede dormir
tranquilo.
¿Pero
Dios nos libre? de anunciar que la corrida está, elevando los brazos como
expresión de cornamenta. Un toro cornalón, esto puede causar asombro y pavor, a
ese toro dirá justamente ofendido el apoderado, ¡que lo mate el ganadero! No lo
matara el ganadero, pero tampoco ira a ningún cartel de postín.
La
antigua y noble profesión de ganadero, atraviesa el momento más humillante de
su historia. El tinglado económico del negocio taurino no cuenta apenas con el
proveedor de la materia, y, esta es de primera importancia. Se le esta negando
el derecho de mandar en lo suyo. Hoy a los toros les ponen precio y lo
seleccionan los demás. El ganadero se limita a criar lo que le exigen o se
expone a no vender.
Se
comprende perfectamente que, la consecuencia de la comercialización ha dedicado
toda su atención al torero y ninguna al toro.Y seria conveniente que fuéramos
distinguiendo. Conviene saber de una vez que es y hasta donde deben llegar un
empresario, un torero y un ganadero, ellos tienen su papel en la fiesta, sin
duda importante. Como también lo es, el que tiene que pasar por taquilla.
Fermín
González- comentarista onda cero radio- Salamanca
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