DE LA CRÍTICA
AL HILO DE LAS TABLAS
DE LA CRÍTICA
La evolución de la Tauromaquia en cuanto a arte, solamente
es posible por la interacción de sus protagonistas: el torero, el toro, el público.
Pero desde que los medios de
comunicación informan de la Fiesta, algo que ocurre regularmente desde el
siglo XIX, también podemos considerarlos actores principales de este
espectáculo, pues en ellos se encierra gran parte de la memoria colectiva para
los que desde la actualidad queremos bucear en el pasado de la Tauromaquia y,
fundamentalmente porque influyen en los públicos, y son influidos por estos. Su
poder no acaba aquí, ya que el poder de la crítica llega a los toreros,
ganaderos y otros allegados. Por eso se puede afirmar que los medios son ese
cuarto protagonista de la Fiesta, sin cuyo concurso no podríamos entenderla en
su evolución de forma permanente.
En nuestros días, la
atención que los medios de comunicación dedican al hecho taurino está
condicionada no sólo por las normales limitaciones de espacio y tiempo a los
que se enfrentan los soportes informativos tradicionales, sino también por las
políticas ideológicas de cada empresa informativa, aunque llegado el ciclo
ferial de cada ciudad o pueblo, se manifiestan considerablemente poniendo
medios y esfuerzo para testimoniar los principales acontecimientos y los
protagonistas de la Fiesta de nuestro tiempo.
Si con el tiempo analizamos el género periodístico, más
genuinamente español y típico de esta parcela especializada: la crónica o crítica
taurina ha de prestar atención y centrarse en el juego de los toros, la faena
del torero y el comportamiento del público, tres elementos imprescindibles a la
hora de informar de la Fiesta. Pero por encima de todas estas cosas, hay que
tener en cuenta la actitud crítica del comentarista y la fuerza persuasiva de
sus crónicas, esto es: la autoridad de
sus conocimientos sobre Tauromaquia; los titulares que encabezan sus reseñas y
el léxico y argot taurino que enriquece el texto de su escrito y ayuda a concretar
la idea que se quiere transmitir.
Todo ha cambiado tanto, que ahora cuando uno cuenta estas
cosas, parece un relato anticuado, que apenas nadie escucha, porque hoy parece
que lo sabemos todo, cuando no has tocado ni tan siquiera los símbolos, y solo nos
llena de admiración un torero, un personaje, que ha vivido los momentos de los
que les hablo, pero no saben más que adularlo, en vez de conocer su historia
para quererlo. Ahora ya no hay charlas, coloquios, apenas acuden aficionados a
las peñas, enarboladas al amparo del nombre del torero. Y las que quedan, tan
solo son bajo el señuelo del premio que van a donar. Son los signos de los
tiempos enmarcados en las apariencias, en las orejas cortadas de aquella
manera, en posturas fáciles, en las zalameras reseñas, aupadas de
desconocimiento, para llevarse bien con todo el mundo. Y así la crítica ha sido
desprovista, de valor y conocimiento, ha caído también en el oropel, y sinceramente
oyes cosas a tu alrededor que, tienes que mirar hacia otro lado, o, unirte al
triunfalismo pueril y desorbitado de un público cuyos cimientos taurinos, están
fuera de cobertura, y resquebrajados.
Hay caminos con recorridos emocionantes leyendo historias de
hace muchos años, relatos de cuando el periodismo no tenía especial significado
y los oíamos por primera vez siguiendo los caminos de la tauromaquia. El caso
es que la información taurina se queda demasiadas veces en los análisis,
reseñas y crónicas de lo que ocurre en una tarde de toros, y en los análisis
técnicos de la lidia, en los estallidos de orgullo partidista o en
interminables rumores. Pero cuando el acto es como todas las actividades con
sus grandezas, pasiones y miserias, en muchos casos no deja, que en tan
escuetos comentarios se suscita sobre la muerte del periodismo, y creo sin
embargo, que deberíamos distinguir entre los medios prisioneros de lograr mayor
audiencia con refinadas reseñas, cebos aparentones y los que aun revelan
historias auténticas, o, imaginativas, algo más elocuente e inteligente que nos
devuelva al terreno de la realidad humana más allá de los fogonazos y las
conveniencias del momento. El resto son – cantares de taberna, que diría Lagartijo-.
Fermín
González salamancartvaldia.es
blog taurinerías
0 Comments:
Post a Comment
<< Home