LOS UNOS Y LOS OTROS
AL
HILO DE LAS TABLAS
LOS
UNOS Y LOS OTROS
En
este mundo tumultuoso, lleno de no pocas incertidumbres, y donde el mundo de
los toros no escapa de la compulsión social que vive esta España nuestra, han
comenzado de nuevo a formarse “cruzadas” en
contra de la celebración de las corridas de toros, defendiendo la teoría de su
abolición acudiendo a todos los tópicos consabidos, la crueldad, el bárbaro
espectáculo, la tortura a que se somete a los animales, o el riesgo de perder
la vida de los toreros etcétera, etcétera.
En todas las épocas, siempre hubo
detractores en contra de la
Fiesta de los toros. Siempre hubo, quienes pronosticaron su
inminente desaparición, y sin embargo, la Fiesta continúo uno y otro siglo. Cierto que al
igual que ocurre hoy, este espectáculo paso por momentos flojos, bajos y de
crisis, y cierto también que antaño, cuando aun el mercantilismo no era lo
principal, sus “enemigos” (aunque se aplicaban mucho) divulgaban razonamientos
más intelectuales y menos vulgares e interesados que, los que hoy enarbolan la
bandera antitaurina.
Siempre que uno se tropieza con un
“antitaurofilo”, me acompaña la esperanza de descubrir un argumento nuevo que
signifique alguna originalidad, alguna idea que no haya sido ya utilizada,
algún recurso polémico nuevo que nos haga reconocer nuestro error a los que
apostamos por la fiesta, mostrando cualquier otro alegato que se aparte de las
vulgaridades de siempre. Pero uno también tiene que acudir al argumento cien
veces empleado de lo vulgar. –No... Se autoriza el boxeo, la lucha libre, la
caza, las peleas de gallos y otras “refinadas” formas de suprimir animales. El
toro es también un animal fiero, como lo son también los hombres que por su
instinto de fiereza, se matan unos a otros, será dificil rebatir estos razonamientos
que se sustentan firmemente, ante los livianos, frágiles y nada originales de
los antitaurinos.
Como señalo al principio, siempre ha
habido cédulas, grupos, personajes, incluso partidos políticos que se oponen a la Fiesta de los toros, también
a su historia y a su cultura, a su razón de ser y sentir de un pueblo, a su
arraigo y a sus sentimientos. De ello, hay multitud de ejemplos. Alguno como el
ocurrido en nuestra vecina Francia a principios de la Revolución ; donde se
aplicaron razones para que cesaran los espectáculos taurinos, a los que el
pueblo acudía a presenciar en masa. Se acordó la supresión. Cesaron los
espectáculos, y, los que antes eran de toros, se cambiaron en diarias y
numerosas ejecuciones en la guillotina.
Tiempo después se restablecieron y vinieron días en que la guillotina llego a estar parada. Tampoco se libro España de su
abolición y lo fueron en tiempos de Carlos IV a instancias del príncipe de la
paz o sea Godoy al que el pueblo llego a odiar por insidioso y prepotente; y
además les había arrebatado la diversión favorita. Pues bien antes de que se
abolieran las corridas de toros, ya se hablaba que estas estaban en decadencia
grandisima. Tampoco le faltaron a la
Fiesta “iluminados” y voceros en su contra, como fue el caso
de Eugenio Noel (1885- 1936) un escritor mediocre y más famoso en la época por
sus campañas antitaurinas tanto en la prensa, tribunas y en las mismas plazas
de toros a las que asistía, era conocido de los toreros incluso, Rafael El
Gallo le brindo un toro en Valencia y dando la vuelta al ruedo, le regalo el
trofeo obtenido. Noel acuso recibo del homenaje en un artículo titulado - la oreja de Amargoso – e incluía en uno
de sus párrafos “El país a quien se
quiere noblemente salvar, paga con esa moneda la labor de liberarlo de su vicio
favorito”. Fue burla de los aficionados, y quedo calificado como un
personaje pintoresco. Su único libro que mereció la atención de la critica fue Las siete cucas también escribió Piel de España, Pan y Toros y panfletos
contra el Rey Alfonso XIII. Algunos otros le imitarían después sin obtener
que la Fiesta
se resintiera un ápice. Nada volvió a ocurrir hasta el 1936. El alzamiento
militar contra la República
se inició el viernes 17 de Julio a las cinco de la tarde en Melilla. El día
siguiente sábado 18 estaba anunciada en Madrid y posiblemente en otras ciudades
una charlotada, con añadido musical.- No se celebró-. El Domingo 19 se
anunciaba una novillada con ganado de Celso
Cruz del Castillo, con un cartel integrado por Felix Almagro, Raimundo Tato y
Pedro Codín.- Se suspendió también-, hubo quien no se entero de la
suspensión y acudió a la plaza, estaba vacía – y alguien exclamo – ¡No ha llegado ni el Tato! – Realmente la fiesta abrió un paréntesis que
tan solo duro 34 días.
Hoy, como todos sabemos, se inició
de nuevo la “cruzada”. Y aparece el foco en Barcelona, cuyo parlamento la
declara (ciudad antitaurina), una ciudad
que llego a tener tres plazas de toros, con una enorme tradición taurina,
histórica y cultural, y que fue de una gran importancia entre la afición, los
toreros y las empresas. Pero queda muy claro, que no va a serles fácil esta
tarea de romper la tradición taurina, aun quedan muchos y buenos aficionados en
toda Cataluña y con el apoyo del resto de aficionados de cualquier rincón de
España, seguro que la Fiesta
de los toros también salvara, este escollo, de igual forma que en otras
ocasiones de su historia. Tan solo hace falta que este espectáculo, vuelva a
recobrar la emoción, el rigor, la seriedad, el entusiasmo y la autentica
verdad. Si no fuera así, los antitaurinos habrán ganado, y no será solo en
Cataluña, sino, en otros lugares de la piel de toro. Y no me negaran que,
España sin ese símbolo seria la misma....
Fermín González comentarista de salamancartvaldia
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