Thursday, February 17, 2011


¡AQUELLOS ESPONTANEOS!

Las escuelas taurinas, que tanto se han prodigado en los últimos años, vinieron a terminar con aquellas frecuentes intervenciones en las corridas de toros de los “espontáneos” y por consiguiente de los “maletillas”.
¡Eran otros tiempos! en los cuales en el animo de cuantos muchachos soñaron con ser toreros, donde vibraba tal espíritu de aventura, tan capaces de realizar grandes hazañas, que el riesgo, lejos de ser un freno, era un incentivo. ¡Aquellos espontaneos!, cuanto leyeron y cuanto soñaron, esta más en la línea de los lidiadores que se forjaron en capeas, enfrentándose con toros duros y poderosos, o saltando por las vallas de los cerrados, para dar lances a un toro bravo a la luz de la luna.
Bien están, y bienvenidas sean las escuelas de hoy, como medio de proporcionar a tantos jóvenes ilusionados con riqueza y fama los conocimientos indispensables para que su presencia en los ruedos, no sea de angustia e indefensión. - Pero no puedo olvidar al "espontáneo”-, a su gesto audaz e indisciplinado, que se sentía con los arrestos necesarios para buscar el renombre dando un salto desde el tendido a la arena, mientras desplegaba atropelladamente la muletilla que llevaba escondida.
Más de una vez se censuro esta aparición de los “espontáneos” en los ruedos y no por el gesto en sí, que, al fin y al cabo, todo lo que supone decisión y gallardía suscita admiración, sino porque aparte de ese primer acto de valor, lo demás era puro barullo e ineficacia, donde todos los subalternos intentaban sujetar al mozo y este los regateaba para ir en busca de la res y poder dar esos pases entre el griterío de la plaza, mezcla de emoción y tragedia, que no pocas veces ocurrió. No podemos ocultar, la simpatía difusa que el aguerrido torerillo despertaba cuando vencido, corría a ponerse de rodillas ante la presidencia para solicitar su perdón. Tal estampa taurina no volvera a repetirse. Entre otras cosas, porque ya no hay espontaneos, porque tampoco hay necesidad . Pero siempre atraera más la leyenda, que la academia.


Fermín González comentarista onda cero radio Salamanca

Tuesday, February 08, 2011



EL PALCO VACIO

Muchos aficionados de probada solera, se echan las manos a la cabeza al contemplar perplejos como los presidentes de no pocas plazas llamadas “importantes” ponen, también no pocas tardes, boca abajo, el prestigio que tuvo la misma. Algo más serio de lo que en principio nos parece, le debe de estarle ocurriendo a esta Fiesta, para que se erijan en protagonistas y salvadores de la misma a los presidentes, con el fin de sacarla de la crisis y el caos, con el fin de salvaguardar los intereses creados. Hasta ahora, los presidentes no habían contado con las simpatías ni entre el público, ni mucho menos entre los toreros, sus apoderados y otros allegados al profesional. Pero a tenor de lo que viene ocurriendo, incluso en las ferias de primera categoría, que por nombre y por numero de festejos le corresponde tal distinción; parece ser que esto comienza a cambiar, y los presidentes desde su púlpito, se unen al triunfalismo pueril y desorbitado de públicos festivaleros, dejando los cimientos de la “vapuleada” Fiesta a punto de desplomarse irremediablemente. [¿Qué tendremos que ver si se pasa a cultura? ¿Tendremos una federación de presidentes? ¿Saldrán como parece ser- se quiere de las Universidades? ¿Seguirán los mismos?... ¿Cómo será la cosa?...], hasta ahora, subirse al “maldito balcón”, ha sido tarea ingrata, para defender todos los intereses, que se unen las tardes de toros.
Su comportamiento, así como su falta de criterio a la hora de evaluar justa y serenamente las faenas, con el fin de no desnivelar los triunfos, según quien sea aquel que se suba al balcón. La cuestión parece irritante, y no es de extrañar, que las criticas en todos los foros taurinos de contrastada seriedad han puesto de manifiesto los errores mayúsculos que se cometen, poniendo en solfa los criterios y la responsabilidad de presidir plazas de relevancia, y, más aquellas con entidad y referente taurino, Debo decir en su descargo, que al menos, muchos de ellos van reconociendo sus desaciertos, con el fin de no caer en los mismos errores, otros han tenido la decencia de desistir en seguir presidiendo festejos taurinos.
Desprotegida se encuentra la afición, si esa máxima autoridad, no pone coto a todo aquello que algunos intentan, que se pierda la confianza en su criterio, que se devalúe la autoridad, que no sean competentes para evaluar y garantizar el desarrollo de la corrida, en definitiva que se pierda su integridad, para que el conciabulo taurinista, sea el que manipule aun más a, esta “Bendita Fiesta”. – Tomen nota por favor -.


Fermín González- comentarista onda cero radio- Salamanca-