Thursday, December 29, 2011

POR ARTE DE MAGIA

Queridos Reyes Magos: Apenas si recuerdo la ultima vez que les escribi; y, bien que me reprocho no haberlo hecho antes. Pero, ustedes, que son una terna mágica, sabran perdonar a este humilde columnista taurino, su pereza y araganeria. Siempre se portaron conmigo muy generosamente, aunque comprendo que, en muchas ocasiones no lo merecia. Ahora he decidido contactar con ustedes, abusando un poco de su bondad. – Majestades, sabiendo de siempre, que a mayores de la juguetería infantil que portan en grandes paquetes a lomos de sus flamantes camellos, cargan también en sus fardos particulares ilusión, esperanza, alegria y optimismo.
Quiero por ello pedirles, en nombre de los muchos aficionados a la Fiesta de los toros, influyáis en las conciencias de aquellos que organizan, mandan y gobiernan el estamento taurino, en pos, de recobrar la verdad, la emoción, la prestancia, la singularidad y la pureza de una Fiesta española, que Uds. conocerían, seguramente de antaño con el nombre de toros. Y que hoy, aquella rígida y noble tradición de lidiar reses bravas, esta en franca decadencia, por el hecho contundente, de que esos aficionados irreverentes, exigentes, pedigüeños de la emoción, de la incertidumbre, de la verdad, del gesto, del valor, la gracia y la personalidad etc., etc., se aburren, bostezan y asisten callados e impertérritos a tan empalagoso festín de cuantos blasonan mandar en el toreo.
Señores Reyes, os ruego y suplico, hagais un esfuerzo - supremo - y vuelva a soñar de nuevo esta vapuleada afición minoritaria, que ha tenido y tiene en el punto de mira, al toro integro, que ve la corrida con añeja perspectiva histórica, y observa los comportamientos objetivamente, para manifestar su juicio sobre la actitud y aptitudes de los protagonistas de la tarde en la arena caliente del ruedo.
La humilde y poderosa razón de nuestra petición, es porque queremos recobrar aquellas intimas sensaciones de ver plasmar con valor y arte efímero del hombre, frente a la fuerza, bravura y poder del toro.. Que la buena estrella os guíe señores.¡Con alegria esperamos vuestro regalo!... verdad..

Fermín González comentarista onda cero radio- Salamanca-

Wednesday, December 14, 2011

BRAVURA HAY UNA

Dentro del universo taurino, desde quien ejerce de presidente, pasando por ganaderos, toreros, veterinarios, publico, críticos etcétera, se habla siempre de la bravura del toro en un lenguaje poco claro y acomodaticio, desmenuzando el concepto hasta limites insospechados. Según quien se pronuncie en la definición del termino, este tendrá uno u otro significado, y no son pocos los que, sitúan la bravura en un barbecho de tópicos llenos de contradicciones. De ello se desprende que a la hora de pronunciarse sobre dicho vocablo, nadie se ponga de acuerdo. Y, tanto el que torea, como el que cría, como el que mira enjuician la bravura con más de treinta versiones, incluso, algunos no se andan con remilgos y sostienen que hay bravura buena y mala. Y esto ya es un contrasentido, pues él termino bravura es definitivo, por lo tanto en mi opinión, la idea de bravura es mucho más puntual y rotunda de cómo se viene usando.
La bravura es un conjunto de características incluidas en el caudal hereditario, capaces de ser transmitidas con fijeza a la descendencia, y, su expresión visible en la plaza se demuestra con el valor, la codicia, la pujanza, la ausencia de dolor, el poder, y el persistir en sus embestidas. Luego otros términos, emanan de la bravura, como pueden ser nobleza, carácter, estilo, clase, fijeza, etcétera. Pero es el torero, la lidia quien debe enseñar que el toro es bravo, cualidad con la que sale a la arena, en mayor o menor medida. Por ello, cuando a un bravo y con temperamento fuerte no se le hacen bien las cosas, no se le torea, no se le desengaña etcétera, la bravura se transforma, el animal degenera, sufre, “hace cosas feas”, cambia su modo se ser. Si un toro es castigado en exceso, si no siente en su entraña que puede ganar, si se pica en los costillares, si pasas seis veces en banderillas, si engancha las telas, u otros alardes “marrulleros”, el animal tira cornadas, levanta la cara, no-pasa, se raja. Si al bravo se le da la lidia adecuada, persiste en su bravura, o en su mansedumbre. – Que también...-

Fermín González.-comentarista de onda cero radio- Salamanca-