Thursday, June 30, 2011


ENTRE DOS AGUAS
Una de las cosas hermosas que tienen los toros es ver la plaza colmada de público. La plaza llena, es la vida en acción, bulliciosa, tumultuosa, variante, caprichosa, infantil, irreflexiva, exigente, justa e injusta. La plaza llena es el ritmo y el latido, ritmo en el torero y latido en el toro.
Toro y torero, son el porqué de una sensación cruel, generosa y feroz que se llama público, capaz de mimar y besar, así como de maltratar y destrozar. Dispuesto para el trance y el triunfo. Nada hay tan tremendo como la plebe, como la masa donde miles de cabezas y manos acechan para dar rienda suelta a sus emociones. Es el enemigo en potencia con el que ha de luchar el torero, desde que despliega su capote de brega y el clarín anuncia la salida del toro. Al luchar con el toro, enemigo más claro, el torero lucha indirectamente con el otro enemigo que tiene a su espalda. El animal con sus reacciones, resabios o bravura, es menos peligroso que la presión mental de la masa, que sin darse cuenta el torero, gravita sobre él, concentrada en una mente colectiva, vigilante e insidiosa; cerebros expectantes de los movimientos de sus manos, de sus pies, de la posición de la muleta, del vuelo del capote o de la gallardía en la estocada. El torero por tanto arriesga su vida ante el toro, y el prestigio, su vida profesional ante el público. ¡“Admira el publico viendo con ansiedad los equilibrios del funambulista en el alambre”!. El torero por tanto en su equilibrio entre el publico y el toro es un héroe cundo vence y convence al publico, que responde enardecido en la ovación. Pero “ay de él si fracasa”, se le gritara, insultara y su despedida será entre almohadillas. Y en ello estriba la grandeza del toreo. Cierto que; hablo cuando el publico demandaba rigor y exigencia y mucha seriedad, capaz de entregarse por entero, cuando el valor y las faenas sobresalían por encima de lo normal. Y también, muy capaz que; cuando se sentía engañado, por la desidia, la torpeza o la desgana. ¡El de “oro” debía apretarse los machos!... Y correr…

Fermín González comentarista onda cero radio- Salamanca

Wednesday, June 08, 2011


COSAS DE MADRID

Es evidente que la plaza de las Ventas pesa lo suyo. Y también es cierto que impone lo suyo, más aun si esta a rebosar; sobre todo para los novilleros, y también para no pocos de los matadores, que tienen la confianza que Madrid, sea la catapulta que necesitan para entrar en las ferias y sea el reconocimiento de su carrera, son evidentemente toreros que no figuran en los puestos de privilegio del escalafón, para estos, en los puestos de cabeza, también tiene su aquel triunfar ante el publico venteño, pero si no lo logran, será tan solo un resbalón, que podrán recuperar puesto que están anunciados en todas las ferias de postin. El caso es que; los unos y os otros, nada más verse anunciados en los carteles, se preparan y se concentran a conciencia, para ver si “pasa algo”.
Se esperaba con gran interés esta feria “Isidril”, el año anterior había sido duro, las cogidas y lesiones fueron abundantes, el ataque antitaurino, de los animalistas contradictorios bajo el “paraguas” de politiquillos de medio pelo, se convirtió en ataque furibundo y hubo de ser contestado desde todos los foros del taurinismo, es decir un año de revueltas, que será continuación de este y otros más. Por ello en la primera plaza del mundo, donde la tauromaquia tiene su (Santo y Seña), era una feria esperada, aunque aún José Tomas, no reaparecía, y Ponce no quería duelos. El envite fuerte, lo iban a poner, un Juli, orgulloso y enrazado Manzanares en el momento dulce de su carrera, mas el aval sevillano, la sabrosa incógnita de Morante, y añadiremos un poco de lustre con Castella y Talavante, a falta de descubrir, cual es el torero con el que nadie contaba, y sin embargo, sale disparado de la feria, tal como no pocas veces ocurrió. Otro rosario de toreros se asomó a este Isidro, se les nota el bajón. En cuanto a ganado, todo un lamento, algunos de imponente fachada y aguada casta, otros ni eso, tardes espesas, vomitivas, de ensayo general para los “abrebocas”, tardes de puro fiasco, donde todos esperábamos ver que toro iba a embestir, poniéndolo en suerte como mandaban los cánones, y digo mandaban porque en estos momentos estos apenas existen. ¡”Dios mío”! hasta en esta plaza ya vale casi todo, se aplauden y se valoran cosas, mas propias de las “Charlotadas”. Cuanto despropósito, “¿Dónde está el publico, el aficionado, el abonado de rigor y exigencia de esta plaza? ¿Aquel que no dejaba pasara los toreadores de público, ni al toro inválido e impresentable? ¿Aquel que exigía la revalida a las figuras, su justificación y su puesto en el escalafón?- ¿aquel que se ponía en pie, ante una suerte brava y torera?- Fíjense ustedes, si Madrid es esto, que será en provincias-. Pues a pesar de todo ello, el gentío estaba muy animado, lleno la plaza y eso que como digo muchos días se harto de ver salir por toriles tanto toro fofo y de aborregada casta. ¡Pero por esas cosas de Madrid! Aparecieron algunos cornudos que pusieron en jaque el futuro de la fiesta, porque a más de un coleta, le salió el astado de su vida, el animal que sueñan los toreros cada noche, y se le fue sin torear. No es que se abstuvieran de pegarle pases. Por el contrario los molieron a trapazos por uno y otro pitón – la intemerata... Ahora bien torear, eso nunca. Cualquier cosa menos torear a, aquellos animales que se ofrecían con bravura y con excepcional nobleza, y claro, gran parte del publico, que en otro momento se lo hubiera tomado como ofensa personal y llegar a enervarse,- pues nada- le mete las orejas en el esporton, y se queda tan oreado- Es lamentable. Pero así, son ahora las cosas de Madrid.-

Fermín González comentarista- onda cero radio- Salamanca.-