Wednesday, October 26, 2016

UNA FLOR, UN RECUERDO, UN RESPETO

AL HILO DE LAS TABLAS

 UNA FLOR, UN RECUERDO, UN RESPETO
Cuando Noviembre llega, y el otoño hace sus estragos, y, en las dehesas del campo charro se van sucediendo los herraderos que marcan a las reses con candente hierro, en ese ritual duro e inevitable. Es un bautismo de sangre y fuego, que se fragua donde vive el bravo. También en otoño, se vive en todos los hogares españoles, un recuerdo, una oración, un ahogado suspiro evocando a nuestros familiares y amigos desaparecidos
Uno como aficionado, tiene un recuerdo, para aquellos que cayeron en los ruedos. Es la suya, una muerte bella y trágica, que añade nuevos y legendarios perfiles al patetismo que todo transito lleva consigo. Los toreros que mueren así, en la plaza, adquieren ya la credencial para entrar en el romance. El espíritu popular y novelesco hermanó siempre a la Fiesta y a la muerte; y en ese espíritu solo adquieren vigencia los diestros que caen en la arena frente al toro. En definitiva, para el alma imaginativa de los públicos taurinos - de todos los públicos en realidad - supervive mucho más el torero, que encontró esa forma de muerte. No importan demasiado, la calidad del arte, los valores auténticos del modo de torear, la personalidad, el estilo. Lo que queda por encima de todo esto; es, aquella dramática belleza de la muerte frente al toro. Por ello entran más en el romance, aquellos que se entregaron a la cita, que la muerte le ha hecho en el ruedo.
Ahora, al empezar Noviembre, se aviva el recuerdo de los nuestros, también para un aficionado que visite el Campo Santo, son evocados nombres, figuras, circunstancias... Aquella tarde en Talavera... Aquel día en Madrid... Aquel día en Linares... La tarde angustiosa de Pozoblanco... De la Maestranza… Colmenar…y más cercana aun  Teruel… o ese recóndito pueblo de Mexico… etcétera.
Se mantiene este recuerdo, porque esta abonado con sangre, y porque en esa esencia de riesgo, emoción y romance se sustenta la razón de la Fiesta. Incluso la de hoy, esta cimentada en la trágica historia, en el romanticismo, en las luces y en las sombras, aunque muchos lo ignoren. Porque bien sabe el torero como hombre, que puede caer mortalmente herido en el ruedo, y para ello es preciso que el torero este preparado, como a lo largo de la historia han demostrado muchos de sus protagonistas para ese momento final, para esa otra hora de la verdad, dolorosa y cruel. Haciendo buena la afirmación: “Morir gloriosamente es una bendición de los dioses”.Según el poeta griego Esquilo, padre de la tragedia. – Para, los que tuvieron oportunidad de que así fuera, como para, los que no forman parte de la leyenda -  Dediquemos un día a su recuerdo.


            Fermín González.-  Salamancartvaldia.es           (blog taurinerias)