Monday, August 28, 2017

MANOLETE 70 AÑOS DESPUES

AL HILO DE LAS TABLAS
MANOLETE 70 AÑOS DESPUES
"Córdoba lejana y sola. / Aunque sepa los caminos yo nunca llegaré a Córdoba. / ¡Ay, que la muerte me espera!, antes de llegar a Córdoba. / Córdoba lejana y sola."

La muerte, tomo una novia, le esperaba impaciente en Linares, agazapada entre los cuernos de "Islero", para abrazarse con él a las seis y cuarenta y dos minutos de la tarde del día 28 de agosto de 1947. Y ya no lo soltó. Enfermería, éter, transfusiones, caras largas y entristecidas, augurios funestos. Horas trágicas. Esperas interminables. Hospital. Madrugada... Frases entrecortadas, lágrimas, sollozos,.. Manolete se está muriendo "No siento la pierna..." Un sacerdote le pregunta: "¿Quieres confesar?" "Si, padre." Después de confesar le dice al sacerdote: "Padre, ¡no veo!" ¡Estaba tan cerca de la eterna luz!... Eran las cinco y cinco de la mañana del 29. Otros dicen que las cinco y siete, otros que las cinco y tres minutos. Es natural, cada uno miró su reloj. Pero esto no importa. Manolete andaba ya por donde los relojes no cuentan.
Un ídolo, acaso un símbolo. Acababa de morir corneado por un toro, y esto conmovió, puede que, incluso más, fuera de la órbita taurina, y que esta se sintiera con mayor intensidad. Eran tiempos de miseria, la guerra civil quedaba atrás, pero no sus dolorosas secuelas. Manolete procedía de una familia, cordobesa modestísima y sólo podría uno sacudirse la pobreza alcanzando un puesto relevante en el mundo de los toros

. Difícil era la empresa, que por aquel entonces muchos intentaban. Quizá hasta le pareciera imposible al propio Manolete, cuyas limitaciones resultaban demasiado evidentes, con aquellos gigantes del toreo que lidiaban con éxito en los principales ruedos. Veteranos toreros que habían actuado en la década de los treinta, se les consideraba invencibles. Pues le sobraban arrestos para enfrentarse con aquellos toros de apabullante trapío. Los jóvenes, se habían curtido en los años de posguerra y tomaban la alternativa dominando una técnica, que quizá llevaban en los genes, pues eran toreros de dinastía.
Pero Manolete, no estaba ayuno de condiciones para torear. Antes bien, tenía dos primordiales en el toreo: un pundonor indomable, un valor a toda prueba. Las características de los públicos, también influyeron. Las Ventas empezaba a dejar de ser aquella fría cátedra que no dejaba paso a las emociones. La guerra trastoco al país, y muchos fueron los movimientos migratorios, que se asentaron en la capital, al igual que en otras muchas, y en cuantos a toros se refiere, estos públicos tenían enorme afición, más no concebían el espectáculo desde el análisis o la crítica, sino como una fiesta.
El torero hierático de Manolete, caló entre las masas más populares y lo elevaron a figura. La hondura de los Bienvenida, la gracia de Pepe Luís en las suertes, la lidia poderosa de Ortega etc., colmaban las expectativas y las exigencias de los aficionados. Pero el valor seco de Manolete, el dramatismo de su toreo, enardecía muchas tardes a las multitudes. Manolete, era una leyenda viva. Su competencia con el mexicano Arruza constituía una realidad y una ficción, porque evidentemente convenía al espectáculo.
. Luís Miguel Dominguín le había retado, la determinación competidora del joven, guapo, desvergonzado y combativo, torero, puso sombras en las actuaciones de Manolete aquel 1947, si bien cosecho triunfos, también fueron broncas, acusaciones, insultos de inusitada dureza. Y así vencía la temporada  hasta la tarde agosteña en la que alternaría con ese Dominguín en el cartel.
            Dominguín no tuvo culpa de nada, por supuesto. Manolete entro a matar con la pureza de siempre, y el miura le rompió la ingle y provoco un grifo de sangre. Demasiada para no aterrorizar a cuantos cuidaban de Manolete. Por ese miedo y por esa hemorragia perdió quizá la vida. “Don Luís, que no veo” dicen que también fue el miedo lo que mato a Joselito en Talavera y a Sánchez Mejías en Manzanares y… el miedo; un sentimiento que humaniza la grandeza del toreo, porque donde hay gloria, hay tragedia. Y a veces se juntan ambas, como aquella tarde triste de Linares.-

                Fermín González salamancartvaldia.es                        blog taurinerías


Tuesday, August 22, 2017

GRANDEZA

AL HILO DE LAS TABLAS

  GRANDEZA
            Una de las mayores grandezas del toreo: Es, saber elegir el momento de su despedida de los públicos y plazas, en las que, durante un tiempo pudo ser, o fue el héroe, que consiguió vencer al toro y convencer al publico.
            Es, posiblemente uno de los momentos más emocionante en la historia del toreo, la despedida, y saber hacerlo en ese punto crucial de la carrera de un torero, no es empresa fácil
tomar tal decisión. Tan solo el propio torero, debe encontrar ese punto de equilibrio entre él publico y el toro, y cuando ha de atravesar por ese alambre milagroso sobre los dos abismos.
            El torero, se resiste a una retirada total de los ruedos, al aplauso, a la emoción, a los trofeos, a colgar su terno grana y oro para siempre, a decir adiós a lo que más quiso y amo en su vida, aunque en no pocas ocasiones esa vida estuviese marcada con dolor, injusticia, incomprensión, responsabilidad e incertidumbre. (Si volviera a nacer, seria otra vez torero)- se dice a sí mismo. –Pero; no son pocos los toreros que, incluso, cuando no se les ha echado de menos, y los públicos no lo han demandado, deciden volver. Y: ¡Cuando vuelven de nuevo, ya no es lo mismo!, y comienzan las especulaciones de los públicos.  “¡Ya no es lo que era!” “¡A que vuelve este ahora!” “¡Con el dineral que gano!” “¡Vuelve por dinero!” “¡Se le ha diluido el valor!” “¡Quién te ha visto y quien te ve!” etc., etc.
 Y, un día cualquiera, -volverá-. Volverá y dirá: ¡tan solo fue un descanso! ¡La necesidad de un poco de reposo! Es el razonamiento que, no pocas veces se argumenta para su reaparición. A, esas segundas partes, que, en ocasiones fueron buenas. Sería una excepción que esta  temporada, no se anuncia alguna  retirada, no sea anunciada la reaparición de cualquier diestro veterano, o algún otro que se haya tomado un tiempo de reflexión.- Dejando aparte  el caso de José Tomas del cual ya no sabemos (cuando se va, cuando vuelve y, en que momento nos anunciara la sorpresa).  El otro caso, parece ser el de Paquirri II y la repentina retirada de Morante, acuciado de no sé cuántos razonamientos después veinte años  en activo, esto está dentro de una lógica normalidad, lo de J.T es cuanto menos sorprendente. ¡Pero!... sus razones tendrán, cada uno, y hay que aceptarlas. Ahora bien lo que no es de recibo, son los argumentos que no pocos esgrimen a la hora de volver a pisar los ruedos (a pesar de que nadie se lo cree) en la primera entrevista que se hace. Al preguntarles por el motivo de su vuelta a los ruedos;  muy ufanos, y serios responden “No volvemos por dinero” (ja, ja, -Lo hacemos, por un arranque de desmedida afición. Por realizar aquello que no hicimos. Lo hacemos movidos solo por los mejores deseos de ganar el afecto, reconocimiento y respeto de compañeros y afición. Lo hacemos para demostrar y probar nuestras calidades taurinas. Lo hacemos por todo esto y por muchas cosas más ¿Pero por dinero? ¿Solo por dinero? No... ¡Y puede que tengan razón!.
            Amigos lectores, como han podido ver y seguro oído, en más de una ocasión estamos ante un serial de frágiles y débiles argumentos vestidos de grana y oro, con la que nos alumbran, aquellos que deciden volver a vestirse el traje de torear, incluso alguno de ellos sabe, que pocos, o muy pocos los han echado de menos en las plazas de toros. Me he atrevido, a frivolizar un poco en este comentario de hoy. Pero, también respeto su decisión de volver, porque simplemente ellos lo han querido así. Quizá pueda ocurrir que, los públicos no les admitan, si el triunfo no se vislumbra y llega con claridad. De sobra es sabido, que él público de toros, cualquiera que sea su grado de admiración que haya sentido por una figura consagrada, este mismo público, no tendrá piedad en vapulearlo, si no demuestra con su actitud él porque de su vuelta.
Los negros nubarrones de cualquier tarde, pueden caer sobre el reaparecido entonces los que antaño le aplaudieron con frenesí, comienzan a caer en sentimentalismos, las decepciones sustituyen a las esperanzas y comienzan a sonar silbidos, luego indiferencia, y, en el toro siguiente recriminaciones, insultos, amenazas y gritos de la plebe injusta y cruel.
            Vives un momento, horas, días, meses, años quizá. Cuanto más te resistes a interrumpir tu acción con mayor estruendo acabas. El aplauso es como el perfume de la flor; dura menos que la flor misma. Las despedidas, si no son la apoteosis del adiós de un torero. ¿Qué son?... (Guerrita fue un sabio, Guerrita no se despidió).


Fermín González salamancartvaldia.es                      blog taurinerias 

Friday, August 04, 2017

GOYA, PICASSO Y EL TORO

AL HILO DE LAS TABLAS
GOYA – PICASSO – Y- EL TORO

EL toro, su Fiesta, su circunstancia, su mundo y su trasmundo, ha tenido entre otros, dos geniales publicistas a escala mundial, y que todo el mundo conoce el uno Goya; Picasso, el otro.
Goya, notario de su tiempo, nos dejó en su pintura de tema taurino un testimonio, casi un reportaje. Es un ilustrador que narra con la técnica de los impresionistas la vida de los cosos taurinos. Así en su- Tauromaquia-, puede asistirse de la muerte de Pepe Hillo, enganchado por el pitón de un toro, volteado como una marioneta a la que le hubiesen cortado los hilos, ensartado por la boca del estómago, corneado fulminantemente en el vientre y el pecho perforado como por una bala trazadora.
Goya da fe de la tauromaquia  de su tiempo y glorifica al toro. No son los que el pinta, toros

derrotados, sino victoriosos; no están en reposo, sino en vértigo; no van a morir, sino a matar; están a punto de embestir, la testuz erguida, las patas escarbando en la arena y la cornamenta hincada en el cielo, o se han arrancado ya como un torbellino, o se resisten a morir, tambaleándose, borrachos de su propia sangre.
Goya pinta la noticia: la lucha del toro con el hombre, no la danza del hombre con el toro; el paso que, estilizado, será el tema de la pintura de Picasso. Diríamos que Goya hace periodismo y Picasso arte puro, que luego ha llegado a ser decorativo. Goya pinta el dinamismo de la Fiesta, la Fiesta en movimiento. Picasso, la Fiesta estática, reducida a esquema lineal y a geometría. Goya es barroco; Picasso retorna a los orígenes de Altamira. En las estampas goyescas de los “toros de Burdeos”, el movimiento tiene una aceleración vertiginosa; en algunas abstracciones de Picasso, la quietud cristaliza en fórmulas arcanas de jeroglífico y es como un conjuro. Recuerda a los “tótems” de las culturas rupestres.
El toro de Goya, es un generador de altas tensiones, un corto- circuito entre el destino y la sangre. Goya poetiza manejando las zonas de misterio y de sombra que hay en los lances taurinos, discrimina luces y sombras, valora las sombras con las luces y sitúa al toro en una perspectiva de misterio. En Picasso, el toro se define en una evidencia de formula geométrica
y, su tauromaquia es una serie de teoremas plásticos. Goya se apoya en la anécdota para descubrir una realidad profunda; Picasso se sume en el concepto para revelar la trascendencia y el simbolismo de unas líneas que configuran torero y toro. Nos da la sensación de que es el toro mismo el que dibuja los naturales y los pases de pecho; el toro toreando al hombre. En la tauromaquia goyesca se afirma una sensibilidad de naturaleza impresionista; en Picasso se oculta una sensibilidad intelectual para tramar, al socaire de una apostura enigmática, una aventura mediterránea.
En Goya se oye todavía el dejo de una copla de ciego: Este fue Joseph Delgado (alias Hillo), y es fuerza referir cómo su muerte ha sido.(…) ¡¡Oh quien pudiera tener la ciencia de Homero para poder componerla!!(..). En Picasso, la anécdota ha sido trascendida a la categoría universal. Lo que en Goya es noticia, él lo transforma en filosofía y, superando la naturaleza, crea y recrea el mito. Pero en Picasso y en Goya, la misma virtud que les consigna a las obras inmortales: la de la fecundidad. Por los siglos de los siglos, uno y otro recordaran la grandeza de la Fiesta de los toros, y para entender del todo el misterio taurino habrá que acudir a las acotaciones que estos dos geniales artistas han hecho del texto original sobre la pasión española por los toros, que viene de la entraña, de la tradición y perdura viva al filo de la espada, por ciudades, villas, lugares variopintos, que ambos vivieron en unas condiciones, un tanto semejantes, en cuanto a las contiendas, y guerras sufridas, y también ambos han sabido plasmar, con la diferencia de costumbres y avatares, que esta tierra y sus gentes, con tenacidad, esfuerzo heroico y patriotismo, hubieron de sufrir. Aquí también se hizo notar, al igual que ocurrió con la tauromaquia la singular personalidad y genialidad de dos artistas, que no morirán nunca.


Fermín González salamancartvaldia.es                     blog taurinerías