Wednesday, September 19, 2018

PAÑUELO NARANJA


AL HILO DE LAS TABLAS

PAÑUELO NARANJA

En los distintos foros taurinos, se generaliza cada vez más la opinión, de que el publico aborda demasiado alegremente el tema del indulto, propiciando con su actitud esta fiebre de “indultitis” y clemencias bovinas que alcanza ya, hasta los festivales -.Y raro es el año taurino en estos últimos tiempos, que no aparece una especie de “Pandemia” por el color naranja -. Podría objetarse que la responsabilidad del indulto no es exclusiva del público, pues, a su petición mayoritaria, debe unirse la del diestro a quien haya correspondido la res, y el visto bueno del ganadero. Pero no seamos ingenuos; ni el torero, con su negativa, va a predisponer  en su contra al dueño del toro, ni va a tirar piedras contra su propio tejado dejando escapar la posibilidad de que un indulto confiera a su éxito una mayor repercusión propagandística; aunque bien puede ocurrir, que tal perdón sea en una plaza de escaso peso, y la meritoria o excelsa faena del diestro, se vea desplazada a segundo termino, dando el protagonismo a un toro, que posiblemente no reuniera todas esas características importantes que bien señala el reglamento como excepcionales. El fenómeno debería ser escrupulosamente exigido por el Sr. presidente que se instala en el palco, al cual se le supone, tanto a él como a sus asesores el suficiente conocimiento tanto de la materia taurina como de lo reglamentado. Pero, se da la circunstancia que, muchos palcos donde se alojan las autoridades competentes, o, no, este se encuentra “vacío” de entendederas, de criterio, de conocimiento y de responsabilidad. Y con esta toma de decisiones, de sospechoso tufillo verbeneo se empobrece tan egregio galardón, y al mismo tiempo se pone en solfa a la Fiesta. En cuanto al ganadero, aunque sepa que el animal no reúne condiciones para engrosar su lista de sementales, tampoco le va a hacer ascos a un premio que, siempre redundara en el prestigio de la ganadería. No nos engañemos; en cuanto el publico lo pida mayoritariamente, torero y ganadero se sumaran a la petición, aunque luego ocurra como no en pocas ocasiones; que tras indultar un toro, el matador de turno se acerca a la barrera, le felicita al ganadero, y le añade…¡no se le ocurra echarlo a las vacas!.
         También es de justicia resaltar, la presión que ejercen muchos públicos sobre el palco presidencial, esta llega a ser terrible, y comprendo que algún presidente se vea obligado a lucir el pañuelo naranja aunque solo sea por evitar un altercado de orden público. “A excepción de un puñado de aficionados”, el publico que acude hoy a los toros adolece en grado sumo de desconocimiento del toro y de la lidia”, - no digamos del reglamento -. Y esto unido a una buena dosis esnobismo, esta propiciando un verdadero abuso en la concesión de indultos. El indulto de un  toro constituye un hecho cuya trascendencia excede con creces el simple episodio de euforia que el público pueda vivir en la plaza. Los espectadores deberían tomar conciencia de ello y reservar su petición para aquellos ejemplares, que tengan un excepcional comportamiento que los haga merecedores de tan insólito premio. Si por el contrario, continuamos trivializando con el tema dejándonos llevar por la alegría naranja, no conseguiremos otra cosa que convertir  en ordinaria materia de consumo lo que en esencia, debe constituir el extraordinario reconocimiento de la afición a una excepcional demostración de casta y bravura, y esto es algo que ni abunda en el progreso de la Fiesta, ni a la larga será beneficioso para nadie.-


            Fermín González.- Salamancartvaldia.es

Monday, September 10, 2018

LA GLORIETA 125 AÑOS DESPUES



AL HILO DE LA TABLAS

REMEMBRANZAS DE LA GLORIETA 125 AÑOS DESPUES
                        Pinceladas a su leyenda, a su historia, a su cultura y a sus personajes

            Si, las señas de identidad de Salamanca son sin duda alguna, la piedra dorada que lucen sus monumentos, así como el prestigio de su Universidad etcétera. No es menos cierto, que la encina y el toro que figuran en el escudo de la ciudad, significan nuestro modo de ser, nuestro carácter, nuestra historia y nuestra personalidad. Como complemento a ese reconocimiento fuera de nuestras fronteras, se incorporo hace ahora 125 años de existencia, esta plaza de toros de la Glorieta. Que tiene, si ustedes quieren más proximidad, por cuanto fue diseñada, pagada y construida por hombres, en su mayoría de esta misma ciudad, y, además, en un tiempo extraordinario, de poco más de un año, cuando (creo suponer bien), se trabajaba a “pico y pala”, no habían aparecido aún la maquinaria que hoy podemos contemplar, en cualquier obra por modesta que sea.
Antes de esta Glorieta Salamanca dispuso para las corridas de toros, de otras plazas, una situada por debajo del Campo San Francisco. Una construcción que se inició el 1 de octubre de 1839 y que es inaugurada en las ferias de septiembre del año siguiente. Su construcción es de piedra y madera, adoleciendo desde un principio de falta de seguridad. Las últimas corridas en ella celebradas datan de la Feria de 1861. Se completa el desmantelamiento en 1867, cuando lleva tres años funcionando. La siguiente plaza construida en la Puerta Zamora, (Avenida Mirat) añadiremos que el solar de la plaza del Campo San Francisco, mantuvo sus escombros hasta que los terrenos fueron donados a las Adoratrices. Estos cosos, junto a la Plaza Mayor, esta de modo circunstancial, han sido plazas que demuestran, que el toro forma un eslabón bien engarzado del patrimonio cultural de esta ciudad.
Son los primeros días de octubre de 1891. En las tertulias del café Suizo siguen comentándose las ferias recientes, entonces las corridas de toros eran el alma de las ferias y la plaza de Ramón Solís, tras 25 años de existencia resulta insuficiente con 7,100 localidades. En el corrillo que forman los comerciantes, industriales, ganaderos de más fuste de la ciudad, alguien lanza la pregunta “¿Y por qué no construimos nosotros una plaza nueva? Diez minutos después de echa publica la idea, ya se cuenta con dinero en efectivo, 27,000 duros de inicio, por lo que se nombra una gestora presidida por Fernando Iscar. Y tan rápido se trabaja, que el 4 de febrero de 1892, se firma la escritura de compra de los terrenos y pocos días después, aprobados los proyectos y planos encomendados a Canals, González Domingo y Carmona,- y como señalo al principio- en un año la Glorieta está en pie, la suma  ascendió a 452,193 mil pesetas, aportadas por 213 familias salmantinas por eso la plaza se llamaba – plaza de las doscientas familias-.
Entre las cabezas de esas doscientas familias no hay que buscar rostros de gente llegada de la Universidad, aunque hubiera bastantes universitarios; ni al Cabildo catedralicio, ni parroquias, ni al clero y órdenes religiosas. Queda claro que ahí están los hombres que viven del comercio, de la pequeña industria, de lo artesanal, porque en aquellas calendas, las corridas de toros, no es que fuera su pasión, sino su medio para mejorar los ingresos económicos. Los nombres y apellidos de este condominio accionistas de la Glorieta, aún tienen eco en Salamanca, son sucesores de aquellos que formaron parte de la historia de esta plaza. ¿Qué cómo ha pasado a ser propiedad de la los Chopera? ¿Es algo que muchos me preguntan, y que servidor ignora? ¿Qué debería formar parte del patrimonio de la ciudad, está fuera de toda duda?
Pues bien: ya desde su inauguración, esta plaza tuvo su –aquel – para la historia, y daba el paso  para la anécdota tal como les cuento a continuación..... Para inaugurar la actual plaza de Salamanca fueron anunciadas tres corridas de toros, que habría de celebrase los días 11 –12 – 13 de septiembre del año 1893 con los diestros Mazzantini y Guerrita – mano a mano – los tres días y reses de Lamamié de Clairac de Manuel Bañuelos y del duque de Veragua respectivamente.
Pero herido Guerrita en Murcia el día 7 de aquel mismo mes, y, amparado en el derecho que entonces se arrogaban los matadores de primera fila, designo para que le sustituyesen, a su primo Rafael Bejarano “Torerito”, y a  Antonio Arana “Jarana”, aquel en las dos primeras corridas y a este en la tercera. Decir que la corrida inaugural presenta un lleno hasta la bandera, y el primer toro que se lidio en esta plaza llevaba por nombre “Ranchero” negro listón, pero fue el cuarto de la tarde de nombre “Corchete” al que se le corto la primera oreja en la Glorieta a manos de “Torerito” por el contrario Mazzantini fue abroncado, y el señor Francisco Giron Severini alcalde de la ciudad lo llamo al palco para reprender su actitud, por este hecho el diestro no volvió a esta plaza hasta el año 1902. No termino bien la feria. Y, el 13 de septiembre, con los mismos toreros más “Jarana” y, cuando el quinto toro de la tarde venia realizando una notable pelea en varas, al presidente Sr. Severini se le antojo ordenar que tocaran a banderillas.
Protestó él público y empezaron a caer al ruedo algunos “proyectiles” mientras pareaban Antonio Guerra y “Mojino”, protestas que arreciaron al empuñar “Torerito” espada y muleta; en vista de tales “razones”, subió dicho diestro al palco presidencial para advertir al alcalde las dificultades que se oponían al cumplimiento de su deber, y en aquel preciso momento se persono en dicho palco  el gobernador civil de la provincia, el cual hizo que el Sr. Girón Severini abandonara su asiento para ocuparse él, de presidir el festejo hasta el final, a cuyo efecto empezó por revocar lo ordenado anteriormente por el presidente depuesto, e hizo salir de nuevo a los picadores, para que pusieran al toro una vara más.
            ¿Habrá que decir que los espectadores tributaron una ovación al gobernador? Lo que no sabemos, es si el alcalde presenta la dimisión de su cargo o tomo a broma lo ocurrido. Lo que sí se sabe, es que nunca se registro un caso igual en plaza alguna. Por cierto aquella tarde llovió a modo. Con este caso, se estrenaba la plaza.
            Como ven, hay en esta plaza de la Glorieta diversos hitos que señalan las épocas de la misma. Al mismo tiempo hay en el desarrollo de su protagonismo en la Fiesta un enorme caudal anecdótico y de episodios más o menos trascendentales, que han contribuido en formar un ambiente determinado. Es, en esos sucesos y casos ocurridos, el caudal al que frecuentemente recurrimos para publicar artículos como el que me ocupa hoy. No me atrevo a pronosticar, que otros tiempos taurinos, sean mejores o peores, - sino, que son otros -. Lo que sí puedo afirmar, es que, hace muchos años y desde que la Mariseca se hacia presente en lo alto del Ayuntamiento y aparecían publicados los carteles de feria y toros, en Salamanca comenzaba a vivirse un desasosiego en sus gentes, incluso, se observaba que sus estados de animo, eran  más desenfadados, optimistas y graciosos. ¡Aquella Salamanca en ferias, donde era imposible sustraerse del ambiente de un día de toros, donde todo el mundo se enteraba y terminaba por ir a la plaza! En sus aledaños, había tanta gente fuera como dentro, ¡iban a ver cuánto fuera posible, el oír  vibrar los -olés –, o el grito trágico de la cogida, o, simplemente ver pasar el coche de toreros y cuadrillas!
            Era aquel transitar de la Plaza Mayor a La Glorieta “(a la plaza, eh a la plaza...)”, autobuses destartalados llegaban de los pueblos cercanos, tan abarrotados que, hasta su portaequipajes era ocupado por los mozos. Aquella estampa de Torres Villarroel en tarde de toros, donde en la conversación de caminata, no se hablaba más que de la corrida, a veces conservando el hervor del entusiasmo y comentando fervoroso y apasionado, lances, incidentes, faenas de los diestros, ritmos de la lidia, juego de los toros... En otras ocasiones, la frialdad, el hastío, el cansancio y  el silencio de la muchedumbre, era todo un curso de desencanto. Los que esperaban el desfile de público, notaban por las medias palabras, en los gestos y ademanes cual había sido el resultado de la tarde taurina. Siempre habrá cosas que se mantengan, que puedan ser las mismas o mejores, ¡Pero aquellas tardes de toros, se han borrado por completo y para siempre, y los que conocimos esos tiempos lo hemos de sentir!
            Dicen, que las añoranzas encierran tristeza; pienso, sin embargo, que añorar es rendir tributo al recuerdo de las cosas agradables, que de uno se han ido alejando, y, que tal añoranza del pasado tiene para muchos, un especial sentido espiritual. Después de estos apuntes, la Glorieta vera de nuevo el acontecer de una nueva feria y a buen seguro que, un nuevo episodio pasara a formar parte de su historia.


                        Fermín González Salamancartvaldia.es         blog taurinerías