Thursday, August 25, 2011

A PLENO SOL


A PLENO SOL

Hoy me quiero referir; y recordar a los pequeños pueblos de esta provincia, y aquellos otros que pueblan la geografía de la piel de toro; a esos pueblecitos encantadores y recoletos, a esas ferias genuinas, mayoritariamente en los meses de Agosto y Septiembre, cuyo sabor y tipismo hace honor a esas fiestas patronales, donde se disfruta de unos merecidos días de alegría y alborozo, intermedio de tanta labor campesina.

Pueblos en fin, cuya feria no se concibe sin el festejo taurino, donde la expectación de chicos y mayores, son el punto culminante en el cual se dan cita amigos, familiares y forasteros venidos a participar, encontrándose de nuevo año tras año, evocando sus recuerdos y mocedades. Aquí: en estos pueblos, en estas inolvidables fiestas, los toreros actuantes no suelen ser de mucho cartel, el festejo taurino casi siempre consiste en novilladas sin picadores, plazas de pequeño aforo, algunas improvisadas, plaza Mayor o Ayuntamiento, aunque muchos, ya tienen su plaza de toros construida.

Novilleros llenos de ilusión; cuyos matadores sueñan ya con las quiméricas singladuras de la gloria y del dinero; pero todavía se hallan ante la terrible realidad de esos primeros pasos de la incertidumbre ante la dificil y zozobrante profesión. El pueblo en fiestas, es el duro aprendizaje para estos jóvenes. En sus faenas habrá de todo; bueno y malo, pases escalofriantes, desarmes espectaculares, revolcones, desplantes temerarios, ovaciones y sustos... Los espectadores rebosantes de júbilo, piden valor y ganas de lucha, los de abajo salen a darlo todo. Y lo hacen, sabiendo que uno de los grandes problemas en todas las profesiones, y la taurina lo es; es, la de estar preparado, con el fin de aprovechar toda aquella oportunidad que se presente, y, es en estos pueblos donde uno va cobrando experiencia, donde se van curtiendo los novilleros, y al mismo tiempo se va aceptando una responsabilidad libremente contraída, al igual que se van juzgando de manera más o menos justa, los progresos alcanzados. Todos sabemos, que cada vez es más difícil que un nuevo nombre se asome a los ruedos sin la ayuda de un “Padrino”. El tema es doloroso, cuando se trata de una profesión que exige una base de juventud, de ilusión y de esperanza. Y para empezar, nada mejor que este sentimiento armonizado del pueblo en fiestas.


Fermín González- comentarista onda cero radio Salamanca.-

Monday, August 01, 2011


AYER Y HOY- LOS SUBALTERNOS-
Los aficionados añejos; -que no viejos para recordar-, y que han visto suficientes corridas de toros antes y ahora, seguro que conservaran en sus retinas, la imagen de no pocos subalternos de probada solera, afición y profesionalidad. Recordando cuando se toreaba brillante y frecuentemente a una mano, se banderilleaba como mandaban los cánones, se estaba eficaz en la brega y podía presumirse de ser un buen peón.
No diré: que el subalterno de hoy no posea cualidades y eficacia -¡No!, simplemente que, en esta fiesta “pastueña” se ha perdido, como en tantas otras cosas, el sentido de la medida (cualidad muy propia de esta España). Hemos pasado del prestigio, de la torería, la gracia y la sabiduría del subalterno, a que los de oro, recelen de que les puedan “quitar palmas”. Y sin embargo, me producen cierta tristeza que, figuras del toreo de hoy escuchen a sus subalternos gritar desde el burladero.- “Pónsela, crúzate, sigue sigue, no se la quites de la cara, vamos a gustarnos, etcétera, etcétera”. Pues de esto, son culpables los matadores.
Por eso evoco, al aficionado veterano; porque recordara que entonces el subalterno sabía escuchar... Eran ellos los que recibían las órdenes... La mayoría rotundas, secas, tajantes.- “Tápese usted- un capotazo y vete- lleve el toro al cinco- ándele para atrás - etcétera, etcétera”. A veces, ni eso. Había matadores (no hará falta nómbralos) que ordenaban tan solo con la mirada. Se les llamaba Maestros....
Hoy a la hora de reparar en estos momentos delirantes, mercantilistas y adocenados que vive la fiesta. El tercio de banderillas no parece básico, pero puede adquirir matices muy bellos y emotivos según se ejecute la suerte. También variados, por ser muy distintas las maneras de banderillear; al quiebro, sesgo, de dentro a fuera, de poder a poder, etc. Pero lo más corriente es al cuarteo, porque se elude la exposición, apelando a las facilidades y ventajas, en estas, se traza un semicírculo de mayor o menor radio, y antes de que el toro se arranque. Así y todo, se parea al cuarteo vulgarmente, con acusada imperfección, e incluso se ha llegado al abuso de banderillear a toro pasado. Porque practicada la suerte con todas las de la ley, puede resultar comprometida y arriesgada.
En el escalafón de subalternos hubo, y los hay también hoy excelentes rehileteros. Pero al público les gusta mucho ver banderillear a los matadores. Hoy son pocos los diestros que banderillean, menos aún los que ejecutan bien la suerte, aunque sus facultades, variedad y espectacularidad sean muy aplaudidas. Una vez conseguido el efectismo, a estos espectadores que han pedido su actuación en este tercio, les importa un bledo su imperfecta ejecución, (se admite alguna excepción)-, que esta sea por el camino fácil de la rutina y la vulgaridad, donde prima el truco y el artificio, dejando los palos eludiendo toda posibilidad de riesgo. Son tretas que no pueden convencer a un mediano aficionado, que sabe cuando y como es, el momento de la verdad. Aficionado que parece ser, se va extinguiendo de las plazas en la Iberia Taurina.-

Fermín González comentarista onda cero – Salamanca-