Sunday, June 18, 2017

DE ROSA Y ORO

AL HILO DE LAS TABLAS
 DE ROSA Y ORO

Mírame como vengo / Tan sin sangre / Blanca mi tez morena / (Alberti)

El toreo, es la profesión idónea para representar  el tan manido tema del éxito repentino y transmutado de personalidades y ambiciones, seguidas del consiguiente fracaso desolador o incluso redentor, que devuelva al protagonista a su inicial estado de sencillez y honestidad originales. Infinidad de veces hemos visto esta  historia, en decenas de ocasiones hemos asistido a las crónicas de perdedores, de toreros que han perdido, la ilusión, el sitio, el valor en que suele consistir  el toreo,
pero por más que hayamos sido testigos y veamos la misma historia contada una y otra vez,  las  escenas resultan en ocasiones  excesivamente duras para un matador que ha tenido el éxito y el reconocimiento en su carrera. Fandiño era ese hombre enfundado en su traje de luces,- Rosa y Oro- serio, cabal y consecuente que había conocido la miel y la hiel de esta dura y zozobrante profesión de lidiar reses bravas, estaba aún en ese trance, de volver a engancharse al carro de los elegidos. Pero el toro, que no entiende de triunfos y derrotas hundió su pitón en el cuerpo de Fandiño, y  llego su día fatal, muriendo. Y como siempre un fotógrafo (Igor Gaica) logro la fatídica y dura  instantánea.
Uno como aficionado, siempre tiene un recuerdo, para aquellos que cayeron en los ruedos. Es la suya, una muerte bella y trágica, que añade nuevos y legendarios perfiles al patetismo que todo transito lleva consigo. Los toreros que mueren así, en la plaza, adquieren ya la credencial para entrar en el romance. El espíritu popular y novelesco hermanó siempre a la Fiesta y a la muerte; y en ese espíritu solo adquieren vigencia los diestros que caen en la arena frente al toro. En definitiva, para el alma imaginativa de los públicos taurinos - de todos los públicos en realidad - supervive mucho más el torero, que encontró esa forma de muerte. No importan demasiado, la calidad del arte, los valores auténticos del modo de torear, la personalidad, el estilo. Lo que queda por encima de todo esto; es, aquella dramática belleza de la muerte frente al toro. Por ello entran más en el romance, aquellos que se entregaron a la cita, que la muerte ha hecho en el ruedo del sureste francés; Aire Sur I´ Adour- una nueva plaza se une, muy seguida a la de Teruel, la tarde en Talavera... Aquel día en Madrid... Aquel día en Linares... La tarde angustiosa de Pozoblanco... De la Maestranza… Colmenar… de Bezziers. o ese recóndito pueblo de México… etcétera.
Se mantiene este recuerdo, porque está abonado con sangre, y porque en esa esencia de riesgo, emoción y romance se sustenta la razón de la Fiesta. Incluso la de hoy, esta cimentada en la trágica historia, en el romanticismo, en las luces y en las sombras, aunque muchos lo ignoren. Porque bien sabe el torero como hombre, que puede caer mortalmente herido en el ruedo, y para ello es preciso que el torero esté preparado, como a lo largo de la historia han demostrado muchos de sus protagonistas para ese momento final, para esa otra hora de la verdad, dolorosa y cruel. Haciendo buena la afirmación: “Morir gloriosamente es una bendición de los dioses”. Según el poeta griego Esquilo, padre de la tragedia.
Ahora Fandiño, te esperan a su mesa aquellos, que como tu regaron con su sangre la arena, para cubrir una nueva página de la tauromaquia. Que Dios te bendiga.
           

Fermín González Salamancarvaldia.es

Wednesday, June 14, 2017

PUBLICOS DE VER O MIRAR

AL HILO DE LAS TABLAS
                                            PÚBLICOS   DE VER O MIRAR 
           
-“Hay que distinguir, cuando se habla genéricamente de afición, porque no toda es igual. Muchos son, los que acuden a las plazas y asisten con frecuencia a los espectáculos taurinos de feria, pero sin interesarles gran cosa los antecedentes taurinos de una ganadería, las razones de la evolución del toreo, males de la tauromaquia, las escuelas, la misma historia de las figuras más renombradas  y de prestigio; poco conocen del reglamento, y son vacilantes de criterios.-“

Sin embargo, son los públicos que más gustan a los toreros, y mucho más a las empresas, porque estos contribuyen a la buena entrada, ocupando a mayores las localidades de más alto precio, son aquellos, que en una corrida, no se andan con remilgos a la hora del aplauso y de agitar su pañuelo en demanda de orejas y rabos. Acomodados en sus asientos, otean si han venido sus amigos y conocidos, saludándoles con efusivo y exagerado entusiasmo.
La mayoría de los públicos que hoy asisten a las plazas de toros, ven o miran la corrida, con ojos inseguros, con esa ternura de niños que tiene los hombres. Algunas veces; la mayoría de estos espectadores la ven o la miran también con esa candidez infantil, con deslumbrada admiración. Tal vez, a la reducción a la que se llego en los últimos años, en cuanto a la casta, fiereza y poder del toro, y sobre todo la exquisita selección que se ha logrado en orden de nobleza, suavidad y franqueza de su embestida, ha hecho posible un toreo a distancia inverosímil, suprimiéndose del espectáculo el aspecto de lucha, dominio y poderío que la lidia del toro con codicia, genio, encastado, bronco y más difícil, hacia resaltar. Pues bien; tales factores han convertido al torero lidiador en artista; al maestro, en protagonista de bellos desplantes. A ello ha contribuido la formación de un publico nuevo, con marcado carácter, delicado, sensible, muy correcto, sentimental incluso, exhibicionista, pero indudablemente de psicología y preparación distinta al que tradicionalmente venia asistiendo a los cosos taurinos, y contemplar a la emocionante oposición del bruto instinto del toro, a la inteligencia y oficio de un valiente, dando un curso de sabiduría torera y saber, en el arte de lidiar reses bravas. Pero este aficionado esta en franca retirada, y va quedando este publico, representante típico de una gran mayoría,  en que todo esta “requetebién”. Únicamente se disgusta, cuando las cosas salen a gusto del aficionado curtido, cabal y entendido, que no exagera lo malo, pero no lo oculta, que ve la corrida con el cristal de critico, y con añeja perspectiva histórica, y mientras este aplaude al toro que se arranca de largo, que aprieta en el caballo, que galopa en banderillas y se emplea codicioso en la muleta. El ingenuo que solo mira, le disfrazan la realidad y, se acopla a esa muchedumbre, que aplaude con frenesí el adorno, las posturas, lo fingido, lo adulterado y el oropel, sin señalar y exigir, las suertes cruciales de la lidia, así como la integridad del toro…¡Claro que, estos entusiastas gustan mucho, a muchos!… Debe ser la crítica taurina, la que emprenda esa labor de denunciar con fuerza y constancia, la que tienda a reducir tanto corte de apéndices tan de moda en esta época y sobremanera, aquellos que tan alto hablan en muchas ocasiones de las ventajas y seguridades, de que se rodean actualmente las figuras del toreo. -¿Cómo sino, se pueden premiar faenas que no pasan de ser una exhibición del toreo más vulgar que se pueda concebir? ¿Dónde está la crítica, donde la afición, donde la autoridad? – Y quien lo sabe…       


            Fermín González Salamancartvaldia.es     (blog taurinerías)