Monday, September 19, 2016

MESTIZAJE

AL HILO DE LAS TABLAS
MESTIZAJE
            Desde hace muchos años, el espectáculo de los toros es objeto de una especial curiosidad por parte de gentes extranjeras, que antes sin duda alguna, por su confusa idea de lo que la Fiesta representa, la consideraban incivilizada y "salvaje". Sin embargo cada vez son más aquellos que hoy se acercan a las plazas de toros, ocupando muchas de las localidades en los tendidos. Y cada vez son más aquellos que comprenden, que la Fiesta forma parte de la cultura, la historia, la tradición, la raíces y la idiosincrasia de los pueblos de esta España, en la que muchos de sus hijos, presumen de ciudadanos ecologistas, con el fin de tapar y disimular hipócritamente sus vergüenzas enarbolando la bandera de antitaurino, sin saber tan siquiera, de que va la “copla”.
            Tratar de persuadir a un señor de otra nacionalidad, de que el toreo no es una cacería ni tampoco una lucha por la fuerza, ya que esto es imposible, sino un juego bellísimo, de colorido y sugestivas arrogancias, donde la inteligencia del hombre va, poco a poco venciendo la fuerza del astado hasta dominarle por completo y hacerle rodar a sus pies de una estocada bravamente puesta. Fomentar el espíritu de un ciudadano irlandés, belga, o danes, etcétera, no es, ni ha sido tarea fácil, pero, al contrario que en otras épocas del toreo hoy se exhiben en los tendidos, todo un mestizaje, donde quizá, el asiático sea el aficionado más entusiasta del arte del toreo, Y, aunque  muchas veces el resultado es otro, y la decepción se apodera de ellos, bien podemos decir que se van obteniendo positivos resultados.
            Lo que si creo; es que los toros hay que ofrecérselos a los extranjeros con toda su dureza, y el riesgo que son característicos del viril espectáculo. Es una fiesta toda hecha de emociones y peligrosas audacias, a la que no le van los lamentos sentimentaloides. Todo lo que se haga por humanizar el espectáculo no será otra cosa que castrarlo. El espectáculo solo se humaniza cuando un torero con inteligencia sortea el riesgo de manera “fácil”, y hace de un toro bravo o de un manso cuajado de peligros un cordero sumiso y obediente al dictado de su sabia muleta. Ofrezcamos nuestra Fiesta con toda su grandeza  (si es que, de verdad le queda todavía), sin quitarle la más pequeña cosa que la rebaje y la reduzca a una función blanca y circense. Porque: A eso iremos, si la razón no logra imponerse.-



                        Fermín González.- Salamancartvaldia.es   (blog taurinerías)

Tuesday, September 13, 2016

SALVADORES DE LA PATRIA

ENTRE PUENTES
  SALVADORES DE LA PATRIA

 Pérez, Rodríguez, García, Hernández, Gil, Alonso, Gutiérrez, Fernández: Eran intelectuales. Y acordaron reunirse para tratar de asuntos que al mejoramiento de la Patria y a la prosperidad condujesen. De aquellas reuniones que habían de celebrar, saldrían grandes y luminosos  acuerdos... Pérez, era un buen muchacho. Tenía un defecto: hacía versos, y, unas buenas cualidades: ingenuidad inocencia, fe... Pérez había logrado publicar varias poesías en algunos semanarios de la Corte; y se hallaba engreído por ello. Sus poesías eran unos romances como él, ingenuos y suaves, faltos  de brío, de nervio, de fibra... Un día decidió publicar un periódico por su cuenta. Y fundó una revista. Una revista, atildada, coquetona, de una inmejorable presentación material... Pero al público— ¿y por qué señor, por qué?—no le gustó. Y la revista fracasó.  Pérez, ingenuo y sencillo, perdió unas pesetas y vio marchitarse sus ilusiones... Además le ocurrió— ¡y esto sí que fue sensible! — que las revistas de la Corte dejaban de admitir su colaboración... Pérez lloró y se consideró fracasado.
 Rodríguez era un pedagogo. Maestro de primera enseñanza en una escuela pública. Tenía 1.800 pesetas de sueldo y vestía unos trajes absurdos y lamentablemente zurcidos, brillantes por el excesivo uso y deformados. . Tenía unas vagas e imprecisas aspiraciones y pasaba la vida renegando de todo y de todos… García era atrabiliario, sordo, cesante perpetuo y de oficio mecánico; pero no ejercía. Había inventado una máquina para tostar café, y una  máquina para hacer cigarrillos; ofreció a varios fabricantes las patentes de sus aparatos y no se las compraron. Al fin arrinconó sus máquinas y se resignó. Sus camaradas le habían contagiado con su monomanía y se había hecho intelectual, aunque decía (“haiga” “drento” “asin”), era un bienhechor a quien la humanidad debía estar agradecida… Hernández no era nada, no era nadie... Hernández  leyó de niño muchos novelones absurdos y escalofriantes. Se había hecho tímido, y quería ser novelista y dramaturgo. Pero no podía serlo. Cuantas veces se encontraba ante un montón de  cuartillas dispuesto a eclipsar la gloria de Shakespeare o de Cervantes, y asía la pluma para dar principio a su tarea, se le notaba su falta de talento y de ingenio. Como esto le torturaba, como eso le impedía realizar sus aspiraciones, acababa por llorar y romper la pluma, para,  a la media hora disponerse nuevamente a  poner la primera piedra del edificio de su futura fama... Gil, Gutiérrez, Fernández, Alonso, eran de una ideología casi igual a la de estos buenos personajes,  y la fisonomía moral la acabamos de relatar. En  resumen; estos buenos personajes, no eran nadie,  no eran nada... Si acaso unos fracasados... Y se reunieron en un café solitario que tenía los techos ennegrecidos y los divanes rojos. Pasaron al reservado. Y allí, solos, empezaron a discutir ardorosamente acerca del lamentable estado de la Patria, y de los medios que podrían contribuir a salvarla, a regenerarla- habló el primero, como poeta romántico-, al final; hizo un vibrante párrafo acerca de la Patria… ¡Ah, la Patria, nuestra Patria, que se cae, que se hunde, que se desmorona!... ¡La Patria desaparecerá, si nosotros los jóvenes no ponemos pronto un remedio rápido y enérgico!... Debemos, pues, tomar una inmediata resolución. Debemos tomar… -“ Yo tomaré café con media de arriba”—dijo Gutiérrez… Y yo, Pérez…. Y yo. Rodríguez. Y todos tomaron café con media tostada. Alimento de intelectuales. Luego redactaron una nota. Habíanse puesto de  acuerdo al fin. Decía así la nota: España muere, España agoniza, España es un cuerpo ya en descomposición. Y es la España nuestra, no quedan en nuestra bien amada Patria, ni hombres ni dinero, ni ideales. Todo ha huido de España. Nosotros los jóvenes, debemos, estamos obligados, a procurar la salvación de España, poniendo a contribución para ello nuestras energías… ¡Estamos decididos!... ¡Completamente decididos!.. Y de no lograr nuestros propósitos, si la madre Patria no nos atendiese, huiríamos avergonzados, lejos de España. Avergonzados de ver que las campañas nobles caen en el vacío. Avergonzados de la incultura, de la falta de ideales de nuestros compatriotas. Avergonzados de nuestro fracaso, no. ¡No! Y, ¿Qué hemos de hacer para salvar la Patria? Una cosa; una sola cosa: Emprender una activa y enérgica campaña contra las corridas de toros.. Las corridas de toros consumen las energías, el dinero del pueblo. Con ellas el pueblo se embrutece. Y, por eso, debemos procurar desterrar esa fiesta bárbara, inculta, salvaje, cuna de analfabetismo, barbarie é incultura, rémora de la civilización... Hay que acabar con las corridas. Opongamos a su celebración nuestro esfuerzo. Y cuando no haya corridas… España entrará en una época próspera, floreciente y será una gran potencia que tendrá hombres de genio, ideales, energías. Tendrá cultura, no habrá analfabetismo; lloverá cuando haga falta para florecer los campos; no llegarán los trenes con retraso a su destino; se abaratará el calzado; tendremos ministros con talento; seremos más altos que los hombres de ahora, y se pondrá el avión al alcance de todas las fortunas...  ¡Abajo las corridas! Y, Pérez, Rodríguez, García, Hernández, Gil, Alonso, Gutiérrez, Fernández, cambiaron unas significativas miradas de inteligencia y sonrieron satisfechos. Gracias a ellos ¡la Patria estaba salvada!...

NOTA- Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia…


                Fermín González Salamancartvaldia.es         (blog taurinerías)

Saturday, September 10, 2016

CASINO DE SALAMANCA

AL HILO DE LAS TABLAS
CASINO DE SALAMANCA
Siempre fue una entidad, un tanto alejada del pueblo llano de esta ciudad, antaño oíamos y veíamos
cosas del Casino, que se antojaban un tanto lejanas, era evidentemente una sociedad, donde tan solo, aquellos que pertenecían a la clase distinguida de la ciudad, se daban cita en la misma. No obstante debo decir que desde hace ya, unos cuantos años, la entidad se ha abierto, a la ciudadanía, permitiendo el acceso con más regularidad y además despertando el interés del mismo, por las iniciativas  culturales y variadas que se desarrollan.
Dicho esto hagamos un poco de historia de su devenir en Salamanca: El Centro Social, data del 1858, tuvo otras ubicaciones hasta establecerse en la mansión de Leopoldo Maldonado Carvajal, es decir en lo que hoy se representa como el Palacio Rodríguez de Figueroa, que data del siglo XVI, quien tuvo como primer propietario a Juan de Figueroa, natural de Ledesma, tras pasar a manos de otros propietarios, es finalmente la sociedad quien se hace con la compra del Casino 1916- es decir cumple ahora el siglo de vida en manos de cuantos compusieron aquel círculo social y cultural- como digo personajes de la elite salmantina, abogados, ingenieros, ganaderos, universitarios, comerciantes, médicos o constructores etcétera. Y, de donde han ido nombrándose sus directivos, así como su presidente.  No está confirmada la autoría del mismo, pero por datos registrados, parece ser que fue obra de Rodrigo Gil de Ontañon.
Ha sufrido varias reformas, en fechas determinadas, con arquitectos que formaban parte su directiva, tal es el caso de los señores Fernando Población y Francisco Gil, dado la extensión y el contorno del edificio a dos calles como bien conocen, por lo tanto en el mismo se han efectuado todo tipo de iniciativas culturales, que es primordialmente para lo que había nacido la institución, aunque en el mismo se han banquetes, bodas de algunos socios, celebraciones festivas, en ferias, aniversarios y como no bailes y conciertos de año viejo, etcétera. Hay sin embargo, dentro de todo este entramado, algunos personajes, que  de forma muy interesante  sobresalieron, en cuanto a la dimensión que logro el Casino, pues su prestigio creció por todo ese continuo acervo cultural que imprimía a la ciudad, donde llegaban los más señalados personajes de la cultura. Tal es el caso de Francisco Gil que en fecha, (11-1-1948), fue elegido presidente de esta institución, Gil era un gran aficionado al arte, y convoca premios de estas dos facetas la pintura y la escultura, un perfecto  conocedor de la pintura y de aquellos que en ese momento estaban exponiendo en todas las galerías españolas y europeas, sobre todo en la cuna de Paris. Durante años desde el (1951 a 1957),  desfilaron en los concursos que organizo bajo su mandato el Casino, dando oportunidad al mismo tiempo que autores conocidos como Venancio Blanco, tuvieran vitola internacional reconocida, de artistas nacidos en esta provincia. Teatro Gran Vía, Gran Hotel y Monterrey lucieron también en sus paredes muchas de aquellas pinturas y esculturas, y eso que, por el camino Gil perdió a su hija María Teresa.
De todo esto daban cumplida cuenta los periódicos de la ciudad, ecos, exposición y catálogos tanto el desaparecido (sin pena ni gloria) el Adelanto como la Gaceta Regional, sus redactores y comentaristas eran todo un alarde, de conocimiento crítico y de exigente puntualización en todos los temas culturales, más aun en los que tenían relación con el Casino. Fueron unos años en los que en esta ciudad, se habían abierto, un buen número de salas de exposición, aulas de arte, tiendas especializadas que el tiempo, la tecnología, el mercantilismo y la prisa, fueron eclipsando. Pero sin rendirse del todo, porque: otro Gil, Francisco Gil Álvarez, se convirtió en el nuevo mecenas del arte y quiso homenajear la memoria de su padre y durante cinco años consecutivos el primogénito volvió a coger el testigo y fueron muchos los importantes premios, y exposiciones  y galardones que se vinieron concertando en la ciudad, tanto en las salas como en el Palacio de Figueroa. Evidentemente era para una minoría de personas, para marchantes, compradores, y gentes dedicadas al coleccionismo, y negocios de subastas. El gran público de la ciudad, nada o muy poco sabia de esto, incluso me atrevo a decir, que hasta no hace tanto tiempo, muchas personas no habían entrado a esta magnífica estancia que es el Casino. En cuanto a su protagonismo y contribución en la Fiesta taurina:
El Casino siempre tuvo una puerta abierta a la tauromaquia, recuerdo de “chaval”, aquellas tertulias taurinas de antaño, amén de manifestarse en las plazas de toros, constituían después de las corridas las reuniones en cafés, colmados y en este Casino, donde se congregaban individuos reducidos en número pero selectos en calidad, para hablar de la fiesta, comentando sus accidentes, juzgando lo bueno y lo malo de las ganaderías y apreciando la capacidad y valor de los lidiadores. No existían apenas peñas o círculos organizados como los hay ahora, donde
Se juntan los partidarios de determinados diestros.
Los cenáculos de la época eran absolutamente particulares, se componían de aficionados de diferentes gustos y de distintos pareceres en cuanto al mérito de los toreros. Cada uno tenía su preferido y en las discusiones que se suscitaban, defendían lo que estimaban mejor de sus dotes gesto y torería del espada simpatizante.
                Había aficionados de total competencia en la materia, que los juicios sobre reses y toreadores los escuchaban con respeto los más acreditados ganaderos y los más afamados ases de la torería que alguna que otra vez hacían acto de presencia y oían sin perder detalle las indicaciones y consejos de aquel tribunal, cuyos fallos gozaban de un razonable prestigio.
                Eran reuniones, donde casi todos los asistentes eran de edad madura, por lo tanto habían tenido ocasión de presenciar y dar fe de los contrastados estilos que mantuvieron los gloriosos espadas. Al tiempo que se les concedía a los más viejos cierta autoridad, puesto que sus opiniones se difundían entre los aficionados, sirviéndoles para orientarse en sus observaciones y dictámenes en la plaza. Estas tertulias apenas tienen hoy razón de ser, porque aparte de saberlo todo,  no sabemos escuchar, todos somos unos entendidos, aunque luego en la plaza haya un palmaria demostración de ignorancia, de aplaudir con frenesí, y solicitar los trofeos sin tasa ni medida que lo justifique. Convendrán conmigo que hoy a los públicos asistentes les faltan “cimientos taurinos”. Claro que estos son los que más gustan a empresas y toreros.
Hoy, tras esos avatares y ciclos de la historia de esta entidad centenaria, con un nuevo presidente a la cabeza de su directiva, Alberto Estella, hombre conocido, y relacionado en la ciudad,  aficionado cabal  y buen relaciones públicas, trata de abrir aún más las puertas del Casino, de hacerlo participe de la ciudad, que se vean y se reconozcan sus entrañas, así como todas esas iniciativas que han venido sucediéndose desde algún tiempo atrás, ahora es el tiempo de ferias en Salamanca, y el Casino quiere apostar y contribuir a que la tauromaquia, su arte, su cultura y sus personajes en todas sus variantes, encuentren en esta entidad, sus genuinas formas de expresión, afición  y  sentimiento.   


Fermín González- Salamancartvaldia.es                                (blog taurinerías)

Monday, September 05, 2016

TIEMPO DE LA GLORIETA

AL HILO DE LAS TABLAS

TIEMPO DE LA GLORIETA
            Dicen, que las añoranzas encierran tristeza: Pienso sin embargo que, añorar es rendir un tributo al recuerdo de las cosas agradables que de uno se han ido alejando, y que tal añoranza del pasado, tiene un natural sentido espiritual. Refiriéndome a los toros, creo, que muchos aficionados veteranos habrán llegado a percibir ligeros conatos de añoranza de aquella feria taurina de Salamanca, cuando los toros eran el eje y el bullicio de una ciudad en ferias. Todo esto ocurría cuando este espectáculo era bravo, emocionante, vivo y favorito de los españoles. ¿Quién no fue improvisado torero?, se toreaba en barrios, patios plazuelas, capeas, fiestas pueblerinas y mucho, mucho de salón, donde después de oír los pormenores de los relatos retransmitidos de la radio, uno tomaba trapo y palillo en mano, poniendo todo el entusiasmo y tantas ganas en su imitación que uno mismo se emocionaba. Como no añorar aquella fiesta, aquella que uno creyó siempre era inconfundible, incomparable, entonces, hasta creíamos que era inmortal... Un sueño. Una ilusión. Una quimera.
            Hay en la historia de esta plaza de toros, diversos hitos que señalan las épocas de la misma. Al mismo tiempo hay en el desarrollo de su protagonismo en la Fiesta un enorme caudal anecdótico y episodios más o menos trascendentales, que han contribuido a formar un ambiente determinado a través del tiempo.
            Este mencionado caudal anecdótico, nos brinda frecuentemente el recurrir a ellos para publicar artículos. No me atrevo a pronosticar que, otros tiempos taurinos sean mejores o peores – sino que son otros -. Lo que si puedo afirmar, es que hace muchos años, y desde que la Mariseca anunciaba los carteles de feria, y toros en Salamanca, comenzaba a vivirse un desasosiego en sus gentes, incluso, su estado de ánimo era más desenfadado y gracioso. Aquella Salamanca en ferias, donde era imposible sustraerse del ambiente el día de corrida, y donde todo el mundo terminaba yendo a la plaza. En sus aledaños, había tanta gente fuera como dentro, iban a ver cuanto fuera posible, a oír el vocerío de los ¡oles! O el grito trágico de la cogida, vitorear la salida a hombros de los triunfadores, o simplemente ver pasar el coche de toreros y cuadrillas. Era aquel transitar de Plaza Mayor a Plaza de Toros, el vocerío ¡a la plaza eh, a la plaza! Autobuses destartalados llegaban de los pueblos cercanos repletos. Aquella estampa de la avenida Torres Villarroel en tarde de toros, donde en la conversación de caminata, no se hablaba más que de la corrida, a veces conservando el hervor del entusiasmo y comentario apasionado, lances, incidentes, faenas de los diestros, ritmos de la lidia, juego de los toros. En ocasiones, la frialdad, el hastío, el cansancio y el silencio de la muchedumbre, era todo un curso de desencanto. Los que esperaban el desfile de público, notaban por las medias palabras, en los gestos y ademanes, cual había sido el resultado de la tarde.
            Siempre habrá quien mantenga, que puedan ser las mismas o mejores ¡Pero aquellas tardes de toros se han borrado por completo y para siempre! Y los que conocimos esos tiempos lo hemos de sentir. Después de estos apuntes, la Glorieta impávida en el transcurrir de su historia, abrirá sus puertas para iniciar una nueva feria, que al igual que tantas otras vendrá cargada de no pocas suspicacias, de bueno para unos de no tan bueno para otros. Procuremos que no se oculten las responsabilidades desde el presidente al mulillero.-
                       


Fermín González -comentarista Salamancartvaldia.es     (blog taurinerías)