Wednesday, June 11, 2025

MORANTE: DE MADRID AL CIELO

 

AL HILO DE LAS TABLAS

 MORANTE: DE MADRID AL CIELO

Toreros hay muchos, pero toreros que toreen hay muchos menos. Realmente hay poquísimos, y la relación de los que torean de verdad cabria en el revés de la entrada al festejo. Un buen aficionado, sabe que nombres deberían figurar en esa relación, y sí la leyera el publico en general se llevaría una sorpresa. Por ejemplo, allí estaría un tal José Antonio Morante (de la Puebla), que torea como solían hacerlo diestros de todas las épocas de la tauromaquia, y de la que debemos exceptuar a buena parte del escalafón presente. Es decir que Morante observa los toros y se apresta a torearlos de verdad, desde el primer lance. Lejos de seguir la moda de sobar y resobar y tullirlos a derechazos. Morante tras leve preludió, ya estaba adelantando la muletilla, embarcando hondo, bien cargada la suerte, encajado en tandas por ambos pitones, que ligo con alegría y la entrega propios de los toreros que torean de verdad.

El de la Puebla, construyo faenas en Madrid, plenas de repertorio, toreando con ajuste en la que hubo redondos de relajada planta, trincherillas, improvisados molinetes, pases de pecho forzados rematando las suertes, en fin, faenas torerísimas, de esas que hacia tiempo no se veían en la catedral del toreo.

Cierto las estocadas no fueron perfectas, la ejecución si, entro a matar en corto y por derecho, y el acero se desvió, pero fue tal la torería desplegada, desde que se abrió de capote, con verónicas primorosas y medias que levantaron clamores donde el arte y la gracia quedaba patente sin sospechar lo que vendría después. Pase a pase, lentamente, majestuosamente fue desgranando faenas como de las más grandes, que hayan podido verse en la plaza de Madrid, donde la naturalidad y la variedad, así como la medida, se notaba que Morante, había conectado directamente con la gloria y los viejos maestros le insuflaban desde su inmortalidad el arte, y hasta la técnica, y dictaban apostura, aplomo, terrenos, suertes y remates. Redondeó un todo antológico. Toro y torero fundidos en una sola imagen, inexplicables el uno sin el otro, complementados en esa paradoja constante de arte y muerte que es la lidia. Y así como variaban los estados del toro, sus pies, el ritmo de su embestida, así variaba Morante las suertes. Y de esa forma surgía el derechazo y el natural hondo, con el toro materialmente liado a su cintura; y el de pecho, apenas insinuado, pero que llevaba la tela al hombro contrario obligaba que animal pasara a centímetros del pecho de pitón a rabo, adobados con trincherazos y recortes. El publico exigente de las Ventas seguía aquel prodigio con olés estruendosos y con silencios profundos. Era el silencio del asombro porque apenas, sobre todo aquel primer toro de su primera tarde. Era la magnitud de cuanto sucedía en el ruedo. Días después llego de nuevo a Madrid, con la idea preconcebida de salir por esa puerta grande, que era el debe de su carrera. El torero en la soledad de su obra, se había crecido en su inspiración. El gentío en pie, el estruendo de los aplausos, sombreros, flamear de pañuelos, la plaza como en los viejos tiempos, se tiro a la plaza, para llevar en hombros entre gritos de “¡torero, torero, torero!”, fue el delirio, porque Morante había consumado la faena de su vida sin saberlo, seguramente sin pretenderlo, porque el toreo, como todo arte, alcanza el grado de lo sublime cuando el genio desborda los limites de la voluntad, faenas magistrales, más en conjunto que en detalles, sin paragón posible con ninguna otra, sino es con las mejores, entre las mejores, que este viejo aficionado y comentarista, ha visto en esa plaza de las Ventas, donde incluso, con todos los calificativos que se quieran, es absolutamente necesario, que los toreros, para ser y sentirse grandes, han de pasar y triunfar en la misma. Será difícil, si es que llega, a que de nuevo un torero alcance tal estado de comunión entre toro, torero y afición…


 

¿Quién, Morante, te hizo el don de la elegancia que tú luces el taurino albero, por la gracia de Dios hecho torero, de inigualable prestancia?

¿Quién le dio a tu capote la fragancia hecha flor y silencio, luz y acero, que en olas de percal al bruto fiero encadena con pausa sin distancia?

¿Y quién, a tu muleta dio el embrujo señorial y pagano, extraño rito, que en la espada concluye y se levanta?

Así naciste, en ola sin reflujo que avanza siempre, convirtiendo en mito, tu nombre pregonado en mi garganta.

 

 

              Fermín González salamancartvaldia.es                blog taurinerías

Wednesday, June 04, 2025

UN "FARINATO" EN LAS VENTAS

 

AL HILO DE LAS TABLAS

UN “FARINATO” EN LAS VENTAS

Primeras figuras de la novilleria han existido siempre: Novilleros, con ese aire de airada revolución y garra, alentados por el fuego admirable de todas las jóvenes guardias, hay en mi cansada memoria, unas cuantas.

¡Había levantado una expectación enorme, Marco Pérez en el Madrid más taurino, su plaza las Ventas se había llenado para ver unos, para descubrir otros, si el joven y menudo torero, que llegaba con historial impresionante y la hoja de servicios cargada de triunfos, allá por donde hizo el paseíllo, plazas y ferias, incluso, ¡con cierto fuste! Si el anunciarse con seis novillos en las Ventas- responsabilidad libremente contraída- seria el aldabonazo definitivo antes de su próxima alternativa en suelo francés. Y lo cierto es que, puso todo lo que hay que poner, es decir ilusión, ganas, entrega, valor y decisión. Tuvo novillos, para evaluar su actuación, mansos, descastados, huidizos y cobardones, y también alguno bravo, o sea un mosaico para poner en práctica todo el repertorio, -también el de matar en corto y por derecho los novillos-, y eso no ocurrió, aunque puede salir contento del reto, hay que señalar que esta plaza no es cualquiera, basta llegar precedido de la aureola de novillero de postín, para que esta afición mida, observe y analice cada paso y cada pase, esta es el “fielato”, la cita con seis astados pone en alerta a esta afición – no es la primera-, y eso entraña un dificultad mayor.

En esta plaza, - ahora menos- se pasaba la “revalida” de lo acontecido en provincias y pueblos de la Iberia taurina, la exigencia, incluso la intransigencia siempre fue un fenómeno, que había que tener muy en cuenta y calcular bien para enfrentar este pasaje, que sin embargo es totalmente necesario para consolidarse en figura y poder optar a maestro en tauromaquia, cuando eres capaz de vencer en este coso las dificultades que entraña, la historia de lo bueno y lo malo sería interminable.

 Novilleros que, han logrado su sueño de actuar en Madrid, tras el duro calvario de los pueblos. Cuando se actúa en las Ventas, la ilusión se hace carne, saben bien los toreros y sus mentores, que se esta en un ruedo distinto y amplio, con tendidos ocupados por gentes importantes, frente a novillos cuajados y exigentes, pero presumiblemente con otras calidades, de los que hubo de despachar, sobre todo en las cercanías del ruedo venteño. [Recuerdo ahora; a aquel novillero], que se veía anunciado en los carteles –Nuevo en esta plaza rezaba -. Que por la mañana le decía a su mozo de espadas “¡Como esta tarde me embista un toro)” …

 Y, ha llegado la tarde, y un toro le ha embestido. Entonces el novillero se ha llenado de gozo, ha puesto en la pelea todo aquel entusiasmo y toda aquella emoción que le ha mantenido de pie en años de prueba, con la confianza y el valor de los años juveniles y la fe en si mismo, se ha salido lleno de jubilo hasta el tercio y ha desafiado al novillo con la actitud y con la voz.

   ¡Toro...Je!¡Toro...Je...!

          Y, ha hecho todo lo que sabia: La verónica cargando la suerte y alargando el lance, la media fajándose al novillo, las chicuelinas, aquellas que tanto le aplaudieron en la feria pueblerina. Con la muleta se ha quedado quieto, y ha ligado los muletazos en derechazos y al natural, el novillo le ha dado una voltereta trágica, se ha levantado rabioso y sin mirarse grita. ¡Fuera fuera!, y ha matado la res volcándose sobre el morrillo. Ahora se lo llevan a hombros, y, el piensa en los caminos llenos de sol que ha recorrido, para llegar a esta sombra grata del éxito en Madrid. Y ante el contraste, da por buenas aquellas amarguras, que hacen más dulce el momento presente. ¡Si… Es la ilusión de todos. ¡Y… la realidad de alguno! -

                              Fermin González salamancartvaldia.es      blog taurinerías